Diego me observa con lágrimas en sus ojos.
—Calmate, por favor —me pide—, quería evitar esto, morir y no verte sufrir más, pero no quiero que sigas esperando algo que nunca será.
—No tenías derecho —le reclamo, acercandome—, no tenías ningún derecho de ocultarme tu enfermedad, de decidir por mi.
Diego mueve su cabello con desesperación: —Lo hice porque no quería verte sufrir, no cuando me contaste todo tu dolor durante tu infancia.
Me rio sarcasticamente sin poder dejar de llorar: —No es mi culpa Diego —le digo—, Dios. Pasaste por esto tu solo.
—No me tengas lástima —me dice dándose media vuelta.
—¿Por qué te comprometiste? —le pregunto.
Diego no dice nada, dándome la espalda. Tarda un par de segundos.
—No lo se —responde—, nunca fue por amor, quisiera decir que por obligación, pero pude haberme negado. Creo que era más fácil herirte que decir lo de mi enfermedad, y al final te he herido y sabes lo de mi enfermedad.
—Quiero saberlo todo —le pido y él niega.
—Hace seis años... —me dice y se queda callado un par de segundos donde lo escucho suspirar en llanto—, me diagnosticaron leucemia. No quería regresar en esta condición, asistí a quimioterapias, perdí cabello, todo fue tan deprimente. Tantas cosas pasaron durante tres años, cuando finalmente iba a venir a ti llegó Tania. Hace dos meses me dijeron que tuve una recaída, más fuerte que la anterior y que moriré en tres meses.
Gimo de dolor.
—Luces bien —le digo y sonríe tratando de acercarse a mi.
—Por lucir bien fue que no me di cuenta a tiempo, ahora solo me queda esperar el día de mi muerte —suspira y talla sus ojos—, no estaré ahí para ti, Sofía.
—No digas eso —le pido—, por favor.
—No quiero que te aferres a mi estúpida y corta esperanza de vida —habla con seriedad.
Pienso mi respuesta una y otra vez, por una parte dentro de mi me rompo en pedazos, herida por la enfermedad del que es el amor de mi vida. Quisiera saber que fue lo que hizo para arrastrarme hacia él sin dejarme ir.
Dice que quiere dejarme ir, dice que está obligado a dejarme ir, pero cada parte de él parece querer rogarme por quedarme a su lado.
—Diego —le hablo—, está ves no te dentre.
—¿De qué... —intenta decir, pero lo interrumpo.
—Está vez no haré lo que me pides —aviso—, alejame de ti tanto como quieras, pero no me iré.
—Voy a morir, Sofía —repite.
Y me altero: —¡No morirás, callate ya! —grito—, tendremos fe. Estarás conmigo hasta viejos.
—Estoy apuntó de casarme, Sofía —repite una vez más. Destruyendo cualquier clase de ilusión.
Mi enojo crece cada vez más, lo tomo del brazo y lo saco de la casa.
—Entonces vete —pido—, esta vez no creeré que regresaras, ni mucho menos me aferrare a ti.
Cierro la puerta y lo dejo en la calle mientras derramo miles de lágrimas más.
Detrás de mí escucho que grita:
—¡Cada que intento amarte algo se interpone, quisiera no ser el culpable!Subo las escaleras directo a mi habitación y teléfono suena.
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Quiéreme un poco
RomanceLuego de ocho años, Sofía se reencuentra con el que parece ser el amor de su vida. Diego, quien no trae las mejores noticias. Al menos no para Sofía. Él va a casarse. Los recuerdos se reavivan, la chispa vuelve a surgir y parece que cada vez su amo...