Capítulo 3. Planes

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Había pasado casi una semana desde la última vez que vi a Diego. Decidí aferrarme a la idea de que cada uno debía dedicarse a lo suyo, mientras que yo a mis treinta años me dedicaba a mi trabajo, él a sus cuarenta y dos se dedicaba a su prometida.

Lloraba por las noches, lloro por las noches. De un momento a otro Diego llegó para alterar mi vida y ponerlo todo de cabeza.

Había estado bien y en calma, hasta que apareció otra vez.

Juliett me trataba de convencer diciéndome que Diego estaba en un error, que algo le pasaba. No quise oírla, porque si algo sabía es que un amor nunca te hace tanto daño, el amor de tu vida no te dañaría de esta forma tan complicada que me hace llorar todas las noches.

Discutía conmigo misma acerca de lo dolorosa que era mi vida y los recuerdos llegaban a mi.

—Callate de una vez por todas, Sofía —gritaba papá levantando su mano para golpearme.

—Sofía, hija —gritaba mi madre desde el otro lado de la habitación, pero nunca lo detenía...

Niego, no debo pensar en ello.

Suspiro y camino hacia la cocina, siempre que cocino o limpio me olvido por un momento de esto.

Ya era de noche, Juliett, Elijah y los niños habían salido y yo estaba sola en casa.

Tocan la puerta y al abrirla me encuentro con Diego, su mirada triste y sus ojeras son lo primero que noto. Aún con todo ello ignoro mi situación, que tan mala podría ser.

—Hola —me saluda y lo ignoro—, Sofía ¿Crees que podamos hablar un momento?

Quisiera no hacerlo, no hablar con él, golpearlo, pero los seres humanos somos tan masoquistas que no puedo evitar darme la vuelta y tomarlo de la mano para llevarlo a la cocina.

Ya en la cocina él me observa por un par de segundos.

—¿Qué deseas, Diego? —le pregunto tratando de sonar calmada.

—A ti —murmura casi en silencio.

—Diego, hablo en serio ¿qué demonios quieres? —digo sin querer perder la cordura.

—Te extrañé —me dice tratando de acercarse a mi.

—Diego, quisiera entender el motivo de tu visita a estas horas —le pregunto una vez más, pero parece serle indiferente mi pregunta. Pues no me hace caso.

Continúa acercándose a mi, mientras que yo camino hacia atrás tratando de alejarme de él, pero cuando mi espalda choca con la pared él se acerca y me abraza. Pone su cabeza en mi cuello y se suelta a llorar.

Y no lo soporto más, pues yo también decido llorar.

—No quise abandonarte, planeaba regresar. Estaba listo —me dice sin quitarse de encima.

—pero al final nunca me llamaste —le reprocho y él suelta un grito ahogado.

—Sofía, estaba listo para amarte —murmura.

Siento sus lágrimas en mi hombro, no lo abrazo, no lo quito. Solo dejo que siga ahí.

—Yo siempre estuve lista —vuelvo a decir—, deseaba que me quisieras un poco, como querías a Juliett, como quieres a tu prometida.

—Me fui porque quería amarte solo a ti —se encarga de justificar—, esos besos a escondidas, esas salidas, los te quiero. Fue real.

Me rio, desconsolada: —Me querías, pero no me amabas —concluyo.

—Sí —reconoce sin dejar de llorar—, por eso me fui.

—Y al final conseguiste a alguien más, Diego ¿te das cuenta que sólo me hieres? —le pregunto.

—Ya no lo haré —murmura.

—Te amo —murmuro—, pero amarte no significa que seguiré ahí. He sufrido mucho y no dejaré que tú y tu estúpido regreso me hagan más daño.

—Estoy decidido a alejarme de ti —me dice lleno de sufrimiento—, pero siempre que lo intento algo se interpone, no lo logro. Quiero estar contigo —llora.

—Hasta hace un par de meses yo también quería estar contigo —le digo y un par de lágrimas descienden de mi mejilla—, creí que regresarías, ocho malditos años estuve esperando ¿por qué no volviste?

Lo empujo y es ahí cuando observo sus ojos rojos y sus labios rosados que se encuentran temblando.

—Sof... —le suelto una bofetada impiendo que continúe hablando.

—Creí que volverías —suelto en llanto— ¡Explicame ¿por qué no volviste?!

Él no deja de llorar.

Golpeo su pecho una y otra vez.

Él no me dice nada.

Ambos lloramos y yo sigo sin tener ni una sola respuesta.

—No quise esto —me dice.

—Vienes aún cuando vas a casarte —suspiro—, vienes aún cuando presumes a tu prometida como quería que lo hicieras conmigo. Me odio por ser tan tonta y esperarte.

—No eres tonta —intenta abrazarme.

Lo evado y camino hacia afuera de la cocina.

—Vete de aquí —le pido mientras abro la puerta principal—, no quiero verte. Y si es que vienes que sea solo porque verás a Juliett o a Elijah, no a mi.

—Sofía, escuchame por favor —me pide antes de salir.

Lo empujo hacia la salida, pero él es más fuerte que yo, no puedo hacerlo.

Él no quiere irse, con mucho esfuerzo logro sacarlo de la casa, pero ya afuera él comienza a golpear la puerta.

—Vete —le pido una vez más.

—Mierda, Sofía escuchame por favor —dice en llanto—, por una maldita vez escuchame.

—Largate o llamaré a la policía —amenazo, no lo haré, pero en serio quiero que mi calvario con este hombre termine.

—Solo déjame decirte una sola cosa y si no quieres hablar juro que me iré —me pide y decido ceder, sin abrir la puerta.

—Dilo —digo con la puerta entre nosotros.

Escucho que suspira una y otra vez intentando calmar su llanto, Diego siempre ha sido muy sentimental, alegre pero demasiado sentimental. Tarda un poco para recomponerse.

» Me iré si no dices nada —amenazo una vez más.

—¡Estoy enfermo! —me grita y mi corazón se paraliza, abro de inmediato.

—¿Qué? —pregunto sin comprender, mis ojos están demasiado abiertos debido a la sorpresa.

—Tengo leucemia —continúa diciendo, siento mi cuerpo temblar—, estoy muriendo. Tengo poco tiempo.

—¡No! —grito negando—, es una mentira. Diego, no bromees con ello.

—No es ninguna broma —dice tratando de acercarse a mi—, regrese solo porque deseo verte una última vez.

Y caigo al suelo, llorando desconsolada.

Diego está muriendo.

Diego va a morir.

Grito en llanto y Diego se acerca a abrazarme. Porque nuestros encuentros no eran sólo casualidad.

Nota de autor: creo que no tengo palabras para describir mi sufrimiento en estos momentos ¿ya quieren conocer a Theo?

Quiéreme un pocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora