Problemas no tan pequeños

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Con la basta imaginación de un niño, sus recuerdos pueden ser deformados. Llegando a ser tan fantasiosos e irreales que para ellos las personas son los propios monstruos que los atormentan en su día a día.

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-Sí... -susurró el niño mientras miraba fijamente la pelota celeste que tenía. Todo el lugar quedó en silencio por unos instantes, el de camisa roja simplemente se dedicó a esperar pacientemente una respuesta que parecía no llegar.

-¿Quién?... -preguntó suavemente intentado no presionar al pequeño.

-... -por otro largo tiempo el niño no contestó, tan solo dedicándose a rodar la pelota sobre el suelo para luego detenerse de manera abrupta- los monstruos... ellos -se volvió a quedar callado aunque en esos instantes el de camisa roja notó como el pequeño temblaba ligeramente, intrigado del por qué de eso- ...me persiguen y... me lastiman...

-¿Qué es lo que te han hecho los monstruos, pequeño Mono? -el muchacho de camisa roja resistió el impulso de tomar el niño entre sus manos y abrazarlo, quizás el nene lo necesitaba pero lo mejor por ahora era respetar el espacio personal para no asustarlo más.

-¡E-ellos!... yo... y-yo -el de la gabardina volvió a bajar su mirada hacia el piso, claramente afectado ante los terribles recuerdos- ...no recuerdo mucho, es raro y... confuso... -pareció suspirar un poco antes de volver a hablar. El chico de la camisa roja estaba atento a cada cosa, esperando con paciencia a que el pequeño se sintiera lo suficientemente cómodo de hablar- ...desperté en un bosque, estaba muy oscuro y tan solo... simplemente seguí adelante, sin detenerme en algún momento...

''¿Un bosque?'', cuestionó internamente el de camisa roja mientras seguía escuchando al pequeño. Con la poca información que iba recibiendo de parte del otro, poco a poco trataba de armar las piezas del rompecabezas que conformaba la historia del niño de la bolsa.

-...También habían muchas trampas de osos. Recuerdo que llegué a un casa de madera... era muy vieja y sucia -explicó con un tono un poco inseguro- ...la puerta fue imposible de abrir así que entré por una de las ventanas, esta daba hacia la cocina y -pareció formarse una mueca en el rostro del pequeño, aunque esta pasó desapercibida para el muchacho de camisa roja debido a que la bolsa cubría prácticamente toda la cara de Mono- ...había una olla que estaba llena de carne podrida e insectos, tenía un olor horrible... me dió muchas náuseas.

-¿Qué...? -fue lo único que logró soltar el otro cuando escuchó acerca del estado en el que esa ''cocina'' se encontraba... simplemente de pensarlo se le ponía la piel de punta.

-Cubrí un poco mi nariz y seguí avanzando hasta llegar a una puerta que llevaba a un pasillo, entonces... escuché una caja musical que venía de otra habitación, eran unas escaleras que parecían llevar a un sótano y esa melodía sonaba detrás de otra puerta un poco rota. Conseguí sacar un hacha para romperla y ahí adentro encontré a una niña, al parecer había estado encerrada. Parecía tener mucho miedo y le tendí mi mano para demostrarle que no quería hacerle daño, pero... -su voz se hizo un susurro y además bajó su cabeza, demostrando que esa parte lo había desanimado. El de camisa roja notó eso y trató de hablar para animar al pequeño.

-Tranquilo pequeño... respira y tómate el tiempo que necesites -sonrió para mostrar la compresión que trataba de transmitir hacia el otro niño- ...lo importante es que te sientas cómodo para hablar de ello -terminó diciendo, el pequeño de la gabardina lo miró a través de la bolsa con un brillo especial en sus ojitos. Volviendo a bajar la cabeza durante unos instantes para suspirar y entonces continuar contando sobre lo sucedido.

~ Pesadilla de otro mundo ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora