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Capítulo 4.

Maya no entendía porque se sentía tan vulnerable. En tan poco tiempo eran tan cercanos. Empezó a dudar si esta era la realidad, era la primera vez en mucho tiempo que sentía que no debía fingir ser alguien más. Zack le observaba sonriente mientras leía un libro.

—¿Puedo leer contigo?

—¿Te gusta leer?

— Me gustan las historias.

Maya sintió un deja vu, esa frase le recordaba a un pequeño niño sonriente.

Una niña estaba escondida entre los árboles que había en el patio, los demás niños jugaban entre risas. Un niño se acercó a ella, sonrió y dijo:

— ¿Puedo leer contigo?

— ¿Te gustan los libros?

— Me gustan las historias.

La niña se sorprendió al oírlo, ¿no era la única?A la mayoría de los niños y niñas les gusta jugar con los juguetes. Ella le dió el libro, ambos se acurrucaron en el tronco del árbol. Era otoño, había un montón de hojas en el suelo. Algunas aun caían de los árboles, la niña apoyó su cabeza en el hombro de él. El niño empezó a leer en voz alta. Ella lentamente cerró los ojos quedándose dormida. A él le hizo gracia ver a su compañera dormida, trató de no moverse y siguió leyendo el libro.

Maya y Zack se encontraban leyendo, Bonnie se acercó lentamente y sacó una foto, le parecían tan tiernos leyendo. El flash saltó asustandolos, ellos se giraron viendo a Bonnie. Ella levantó la mano en forma de saludo y rió un poco.

— No podía evitarlo, erais tan adorables...

— Bonnie...— Susurró Maya.

Maya y Zack se separaron un poco incómodos por la insinuación de su amiga.

El Susurro Del Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora