CAPITULO XXV ¿Final?

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Agustín.

Nuevamente es lunes, me encuentro preparando el desayuno para ella y para mí. Tengo la intriga de qué es lo que le pasa a mi rebelde y espero que no sea nada malo.

Procedo a voltear los panqueques para que no se quemen y, luego de unos segundos, los saco y los pongo en el plato. Pico fruta, sirvo jugo y dejo todo preparado para cuando despierte. Me dirijo un momento a la oficina y tomo los documentos que ella dejó sobre mi escritorio: Contrato de confidencialidad, Max Henderson, Bastián Richter...

Termino de leer todo el documento y descubro más papeles con el nombre de mi empresa y contratos aún sin firmar. Todo esto eleva mis sospechas de que la actitud de ella se debe a estos papeles.

Regreso a la cocina y tomo la bandeja con el desayuno, nervioso por la reacción de cierta señorita que tiene mal despertar en ocasiones. Al entrar, la encuentro sentada sobre la cama, frotándose los ojos y bostezando.

— Buenos días, preciosa —digo y sonrío cuando suelta un gruñido.

Dejo con cuidado la bandeja sobre sus piernas, dándole un beso en la frente y peinando su cabello con mis manos.

— Espero que te guste, como siempre amaneces gruñona —la molesto riendo y ella rueda los ojos.

Me acerco y dejo un beso en su mejilla, enrojecida por la presión de la almohada, y otro en sus labios. No me importa cómo me vea, sé que cada vez me enamoro más de esta mujer que ahora me está dejando entrar en su vida.

Sonríe y toma los cubiertos, cortando un trozo de panqueque y llevándolo a su boca. Hace un sonido de satisfacción y sonrío porque sé que le ha gustado.

— Para ser un egocéntrico gruñón, cocinas muy bien —asegura sonriente—. A ver, tú también necesitas comer —me dice, ofreciéndome un trozo de fruta y llevándolo a mi boca.

— ¿Por qué no me hablaste sobre el contrato de confidencialidad? —pregunto con cautela.

— Se me pasó, da igual. Ese contrato no explica mucho, supongo que los que firmaron entenderán —se encoge de hombros, restándole importancia—. Además, el orfanato lo cerraron, así que no puedo ir y buscar información directamente —suspira.

>> Pero no me voy a detener hasta encontrar la verdad detrás de todos esos papeles. Siempre cumplo lo que me propongo y quiero que esta vez sea lo más rápido posible...

La observo lleno de orgullo, pues es una mujer guerrera que no se deja de nadie. Si te lo propones, puedes llegar a su corazón y obtener los dulces sentimientos y caricias de su parte.

Después de que termina de comer, aparto la bandeja de sus piernas y dejo su espalda contra el colchón con sus brazos por encima de su cabeza, entrelazando nuestros dedos, lo que la hace reír de forma juguetona. Sonríe, mordiendo su labio inferior, suelto un pequeño gruñido y acerco mi boca a la suya.

— No hagas eso —advierto—. Para eso estoy yo —digo, liberando su labio con los míos, iniciando un beso cargado de posesión mientras trazo círculos en sus caderas con mis dedos, sintiendo cómo mis latidos se aceleran, al igual que los de ella.

— ¿Así que posesivo? —cuestiona, alzando una ceja. Sonrío y dejo pequeños besos por todo su rostro.

— Estos labios son míos —susurro y los acaricio con lentitud—. Así como los míos son solo tuyos —la beso, logrando que se le escape un pequeño gemido que me enloquece.

Me toma del cabello, logrando el control del beso y envolviendo sus piernas alrededor de mi cintura. Llevo mis manos a sus pechos y comienzo a acariciar, logrando que con el simple roce, estos se eleven pidiendo ser acariciados por mi boca. Ella baja su mano por mi torso hasta llegar a la cremallera de mi pantalón y sacar lo que ahora le pertenece y con lo que puede hacer lo que ella quiera.

¡ HEY TU ! , Egocentrico, ¡Te quiero!  [ YA EN Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora