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«324.»

Baji mira el mensaje de texto de Mickey, y luego regresa a los números negros en la puerta. Es el apartamento correcto o el que cree que es. Su etiqueta de la universidad cuelga de un lado debajo de la mirilla y suspira, metiendo los pelos sueltos en su gorro.

Baji levanta una mano para tocar, pero la deja caer, se da la vuelta y se dirige a la salida.

Baji Keisuke no cree en los fantasmas, pero la quemadura le pica y está absolutamente seguro de que es imposible lavar las manchas de café en las camisas blancas e incluso si no lo es, es demasiado perezoso para intentarlo, por lo que en la mitad de camino se gira y regresa al número de apartamento, 324.

Tarda tres minutos de discusión interna antes de que él mismo se llame cobarde y golpee.

El chico que abre la puerta no es lo que espera. Parece un estudiante de primer año, o algo así como un modelo. Baji desliza sus ojos a sus pies descalzos, piyama de tela descolorida y una cara bonita que en ese momento está arruinada. Este chico no puede ser el médium.

— Estoy buscando a Chifuyu Matsuno.– El chico levanta una ceja que desaparece en su rubio flequillo.

—Eres Keisuke.– Y ahí es cuando el nombrado está más quieto que nunca en su puta vida, pero claro, eso no prueba nada.— Soy Chifuyu.

— ¿Estás bromeando? ¿Mickey me envió un niño?

— No soy un niño. De todos modos, ¿qué eres, un estudiante de secundaria?

—Tengo veinteaños.– Baji gruñe, agarrando el marco de la puerta.

—Discúlpame, viejo, tengo diecinueve.— Chifuyu se mete las manos en los bolsillos y se encoge de hombros.— Si no quieres mi ayuda, puedes irte.

Chifuyu da una patada a la puerta y Baji quiere que se cierre, pero esa mañana perdió una taza de café, y eso no es poca cosa. Él pone su pie entre la puerta y la empuja finalmente para entrar. Chifuyu sonríe porque cree que es un jodido dios y camina hacia su habitación. Con una maldición murmurada, Baji continúa.

El lugar es un estudio, como el de Baji, el pelinegro observa el lugar y  repasa un par de mancuernas y da vueltas alrededor de la ropa dispersa al azar. Mira como unos pocos carteles se ciernen sobre la cama desordenada, a través de la cual se encuentra un impresionante sistema estéreo. La cocina está marcadamente más limpia, y recuerda que Mickey dijo que Chifuyu acepta comida como pago, por lo que Baji se atreve a adivinar que Chifuyu no la usa mucho.

Chifuyu se sienta en una mesa pequeña, señalando el asiento frente a él. Baji se reclina, se cruza de brazos y mira a cualquier lado menos a Chifuyu.

— Entonces Keisuke-san, ¿En que te puedo ayudar?

De fantasmas y corazones ╰  BajifuyuWhere stories live. Discover now