Lágrimas que ablandan a un corazón
Noah Campbell:
Atravesé el pasillo que me llevaba a la cocina, en donde seguramente, mi abuela me esperaba en la mesa, con el desayuno, una sonrisa y, un regaño para cuando le dijera que no tenía hambre.
Y es que era verdad, no tenía hambre.
Cruzando el umbral, la encontré sentada con su taza de café mañanero frente al codo que descansaba en la mesa. Estaba viendo a la nada y parecía perdida en sus pensamientos. Me aclaré la garganta y ella enseguida notó mi presencia. Al segundo, sonrió con esa energía que tanto la describía, y como lo esperaba, se levantó y caminó hacía mí para envolverme en un abrazo... Demasiado prolongado para mi gusto, pero qué, de igual forma no le negué.
Hice el ademán de separarme, pero solo conseguí que me atrajera más hacía ella.
Abuela era de las personas que amaban el contacto físico; los abrazos, los besos en la frente y todas esas boberías que me hacían recordar cuando mamá iba a mi habitación y dejaba un pequeño beso en mi frente mientras me aseguraba que las pesadillas no volverían.
Extrañaba mucho a mamá, también a papá. Las tardes de películas en los días de lluvia, las salidas al parque y los cuentos que me leían cada noche antes de dormir mientras pedía «uno más, por favor» y mamá con una sonrisa en su rostro me decía «vale, pero este es el último».
Abuela me soltó y me escudriñó en silencio con su perfecta mirada azulada, tan parecida a la de mí madre.
—Eres lo más importante de mi vida, Noah —confesó mientras que una pequeña lágrima se deslizaba por su arrugado rostro—. Te amo, mi niño.
Todas las mañanas abuela siempre me recordaba lo significativo que era en su vida y lo mucho que me amaba. No era mamá, ni tampoco papá, pero me reconfortaba. Llenaba un poco el vacío que llevaba por dentro.
—Yo también te amo, abuela.
Y nuevamente me vi rodeado por sus brazos en un fraternal abrazo.
Sin ser brusco, rompí el contacto con abuela y la miré un momento a sus ojos, el brillo que estos irradiaban era sumamente hermoso. Limpié el lugar de su pómulo por donde se había deslizado la lágrima, para luego besar su frente.
«No me gustan las cursilerías, pero no puedo negarle nada a mí abuela»
Margot Cavalieri era una de mis personas especiales. Pensándolo bien, la más importante.
—Abuela, ya me iré al instituto así que...
—No -—me cortó. Aquí va de nuevo—. No te irás sin antes haber comido tus panqueques, Noah. Hablo muy en serio.
¿Era tan difícil comprender que no quería?
No. Quería.
—No tengo...
—¡Noah Campbell, comerás todo tu desayuno y se acabó la discusión! Fin. —como si fuese la mismísima reina de los mandones, se fue a mi espalda y me empujó hasta sentarme en el comedor—. Estaré aquí hasta que acabes todo. —con el dedo índice, me apuntó-. ¡Eso incluye el batido, señorito!
Rodé los ojos.
A lentitud, comencé a ingerir lo que tenía servido. Lento, pero seguro, acabé el desayuno obligado por su mirada matadora.
Mi abuela era como una reina malvada.
Limpié la comisura de mis labios con una servilleta, antes de mirarla y sonreír con fingida gracia.
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Serendipia
Romance"Porque incluso en el momento más oscuro, la luz se cuela por una ventana; iluminando la penumbra de un corazón." ~𝚅𝚊𝚕𝚎𝚗𝚝𝚒𝚗𝚎 Portada hecha por: @Nahomi_xx1