Matrimonio arreglado.

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Antes de que el sol saliera por el este, anunciando un nuevo día, él ya se encontraba despierto. Su mañana había comenzado desde las cinco y es que, aquel era un día sumamente importante, pero antes de siquiera comenzarlo, debía dejar algunos asuntos preparados. Después de todo, tras la desaparición de la cabeza de familia, en este caso, su hermano mayor Albert, en una misión al servicio de la reina, en la India, ahora él había pasado a ocupar ese lugar.

El hermano de en medio, William James Moriarty, había pasado a ocupar el lugar principal de una familia de nobles que se encontraba en decadencia y la completa miseria a causa del despilfarro de su fortuna, por parte de su fallecido padre adoptivo. Para otros, aquel fatídico panorama había sido suficiente para perder la cabeza e incluso cometer suicidio. A final de cuentas, las oportunidades de un noble sin fortuna eran más que limitadas, sin importar de cuantos títulos fuera poseedor, y claro, esto no era la única cruz con la cual debía cargar, ya que el hecho de haber sido adoptado por la familia Moriarty, era de conocimiento popular, degradándolo aún más en una escalonada sociedad que vivía de las frías banalidades de sus integrantes, sin embargo, ese día lo cambiaría todo y William jugaría su última carta.

Fue a las siete quince, cuando después de darse un baño y arreglarse con las prendas que previamente su hermano Louis había dejado en su habitación, se miró por única vez al espejo, a pesar de lo sencillo de su traje, y la austeridad en los accesorios, su aspecto era más que perfecto: impecable y atractivo.

La mirada que se dirigió hacia si mismo fue una de completa indiferencia, pero muy crítica, no era un hombre vanidoso, pero esta ocasión era especial, debía cerciorarse de lucir a la altura. que todo estuviera en su lugar y su presentación fuera perfecta, para él, no solo era importante lucir agradable a los ojos de su futura pareja, sino a los de la sociedad de la cual pasaría a formar parte una vez que uniera su vida a la del menor de los Holmes.

—¿Se puede? —escucho detrás de la puerta la voz de Louis.

—Claro, adelante.

Louis entró a la habitación cerrando la puerta tras de sí. En cuanto William se giró para quedar frente a él, su expresión fue confusa: por un lado, sonrió al verlo arreglado para su próxima boda, pero después de unos minutos su sonrisa se vio transformada en una mueca de decepción y enfado.

—Estoy listo —dijo William.

—Si, ya lo veo —respondió con un tono que no era usual que dirigiera a su hermano.

Si dependiera de Louis, esa boda jamás se llevaría a cabo, si estuviera en sus manos haría todo lo posible e imposible por impedirlo, sería capaz incluso de acabar con la vida de la familia Holmes para anular el contrato que solo traería infelicidad a su familia y, en especial a la vida de su hermano, pero estaba más que imposibilitado para actuar.

—Te ves muy bien hermano, pero, tu cabello.

William se llevó una mano a la coronilla alisándolo y tratando de peinar cualquier cabello que se hubiera escapado de su vista.

—No, espera, creo que no puedes verlo —dijo adelantándose a señalarlo —Resaltan algunos mechones un poco por debajo de tu coronilla, tal vez tú no te percates de ello, pero puedo verlos.

William simplemente sonrió, como lo había dicho su hermano, él ni siquiera se había dado cuenta.

—Es difícil que se te escapen estos detalles.

—Permite que lo arregle por ti, por favor, toma asiento.

William fue obediente ante la petición de su hermano, después de todo, no había quien le ganara en detalles de ese tipo. Tomo asiento frente a un sencillo tocador instalado en su habitación, sobre este había algunas colonias que guardaba para ocasiones especiales, un espejo y algunos artículos para su arreglo personal. Louis tomó el peine y comenzó a pasarlo por el cabello que causaba desorden. Con cuidado y cierta tristeza realizó su tarea ayudando a su hermano a prepararse, después de todo, esta sería la última vez que ayudaría en su arreglo, en cuanto contrajera matrimonio con el menor de los Holmes, se quedaría prácticamente solo en esa enorme y vieja mansión.

Por ti me rendí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora