Cuando Sherlock llegó a su hogar, ya había anochecido, en el camino había fumado unos cuantos cigarrillos y justo cuando descendió del coche había encendido uno más que termino antes de ingresar a la residencia. Como lo esperaba, al cruzar la puerta se percató de que todas las luces de su nuevo hogar estaban apagadas, excepto, la de la entrada. De su chaqueta sacó un reloj y no pudo evitar soltar un silbido al percatarse de lo tarde que era.
—Las once —mencionó sorprendido —No espere llevarme tanto tiempo. En fin, hasta que no resuelva esto, así será —dijo para sí, y sintiéndose incapaz de ir todavía a dormir se dirigió al que sería su despacho.
Al entrar a este, se sorprendió de encontrar sus cosas acomodadas y bien ordenadas en su lugar. Su despacho consistía en una amplia habitación, donde lo primero que podía apreciarse al entrar; era el amplio librero a la izquierda de la puerta, repleto no solo de libros de todo tipo y tema, sino también algunos periódicos, cuadernos de apuntes y en la parte superior del librero había un conjunto de particulares elementos que no terminaban de armonizar entre sí; el modelo de un cráneo humano, un globo terráqueo y su fiel violín. Por delante del librero, un escritorio de ébano, y una cómoda silla a juego, del lado contrario hacía la derecha había una larga mesa de trabajo, en su superficie unas cajas llenas de instrumental de laboratorio que explícitamente había ordenado no tocar, él se encargaría de acomodar más tarde, al término de la mesa de trabajo y con unos metros de diferencia una mesa más pequeña con algunas botellas de licor y vasos para servir, de frente a esta, dos sillones que quedaban uno frente al otro, para finalizar, al centro y de espaldas a un ventanal; una sala que utilizaba para descansar cada que terminaba sus experimentos hasta tarde.
—Ese chico sí que es eficiente, supongo que tendré que agradecérselo a Mycroft, o puede que tal vez termine olvidándolo.
Cansado se dirigió hacia la mesita con las botellas de licor, abrió una de whisky y la acercó a su nariz, una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro.
—Al menos no se olvidaron de enviarlo —dijo sintiéndose satisfecho del suave aroma y comenzó a servir. Estaba a nada de darle un trago cuando escuchó a alguien tocar a la puerta.
—¿Dennis? —pregunto pensando que se trataba del mayordomo, pero una gentil y conocida voz respondió.
—Soy Liam.
De inmediato dejó el vaso sobre la mesita para apresurarse en abrir la puerta, del otro lado se encontró con William en pijama. Pensó que a esas alturas ya se encontraría dormido, pero al parecer lo había estado esperando.
—Es muy tarde para estar despierto —se burló.
—Podría decirte lo mismo —refuto William, pero su tono no era de reclamo, muy al contrario, parecía seguirle el juego.—¿Puedo pasar?
—Por supuesto, adelante —dijo haciéndose a un lado e invitándolo a entrar. William ingresó al despacho que sería de su esposo, hecho un rápido vistazo y al instante no pudo evitar disimular una sonrisa, aquel lugar tenía un aire muy parecido a la habitación que había conocido en el 221B de Baker Street.
—¿También notaste el parecido? —pregunto Holmes compartiendo la sonrisa.
—Por supuesto.
—Dennis es joven, pero muy hábil en su labor —dijo halagando a su mayordomo sin reparar que lo había contratado a petición de su hermano mayor.
—Coincido contigo—respondió William, y agrego —Por cierto, precisamente por eso he venido.
—¿A si?
—Quería agradecerte por mi despacho, a pesar de la premura de la situación, te diste el tiempo de pensar en todo.
Sherlock simplemente asintió, no deseaba mostrarse arrogante frente a William.
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Por ti me rendí.
FanfictionWilliam James Moriarty; un noble en completa bancarrota, con un hermano mayor desaparecido, un hermano menor enfermo y, un plan que podría cambiarlo todo, pero solo necesita una oportunidad. Sherlock Homes, un hombre brillante, perteneciente a una p...