I should be over all the butterflies but I'm into you. -Haley Williams
Se escuchó la voz de mi abuelo gritar tras el portazo que di al entrar. No contesté.
Subí corriendo las escaleras. Los zapatos salieron volando en un punto atrás sobre el pasillo, mi suéter quedó encima de una silla y yo, entre las cortinas.
Con temor y curiosidad asome la cara por la ventaba. Arrumbada en el suelo con los ojos llenos de brillo y la consciencia en conflicto, observé a Michel paralizado en el cofre de su honda gris. El cabello le brillaba como obsidiana y la quijada la tenia desencajada.
Me llevé las piernas al pecho y desde ese rincón donde sólo se sentía la rugosidad de la alfombra y la duda, comencé a contemplar la extrañeza de mis actos.
Salir con Michel era con el fin de no verlo más; Nicolás inundaba mi corazón... Pero es que el azul turquesa de los ojos de Michel me llevaban a la profundidad del mar a diario y su cabello, ¡vaya! ¡Ese cabello! Era tan sedoso. Tan negro como la piedra braza pero brillante. Entre sus hombros me sentía protegida.
No sé en que momento de la noche me quedé dormida. Recuerdo que le daba vueltas a mi cabeza pensar y pensar en Michel. Me gustaba su boca, sus ojos. Su barbilla y su altura.
El corazón se desbocaba en mi pecho. Traté de continuar normal, pero todo el día, absolutamente todo, estuvo en mi mente su rostro.Entré a un local con piso de madera que rechinaba cada que daba una zancada. Existían bancas en los laterales y estantes en medio del espacio. De frente a la entrada se arrinconaba el mostrador y al lado se desenvolvían unas escaleras que parecían inestables.
Tomé dos libros al azar de una mesa que promocionaba >>todo por veinte monedas<< comencé a hojear sin prestar atención en lo que hacía.
-apenas y llegué a la librería. El cielo esta que se cae. Que bueno que llegue antes porque sino, ahorita apestaría a perro- dijo con algo de gracia.
Volteé la cara. Hice un examen visual un tanto enjuiciado y dedique una leve sonrisa que salió más por inercia que por sentimiento.
-Me duelen las piernas pero no puedo dejar de ir a correr; me dolerían más- seguí pasando las hojas.
Insistía en mantener una conversación y al ver que, en realidad todos estábamos atrapados ahí gracias al mal tiempo, decidí dejar de lado los libros y los cerré. De todos modos no sabía ni que había leído.
-Hoy es un buen día. Por la noche, deberías de contemplar la luna. Será una combinación extraña- comenzó a hablar del tiempo, seguido de astros, pasando por equinoccios y solsticios para culminar en astrología. Notó que no pronuncié palabra alguna hasta que formuló una pregunta.
-No, no tengo a nadie- contesté.
-Siempre tenemos a alguien.- bajé la mirada a mis pies que ya estaban en movimiento. De adentro hacia afuera, alternando el movimiento.
-¿Cual es su fecha de nacimiento?-conteste con desconfianza -¿y la tuya?-
Pensaba en que todo lo que decía eran puras sandeces. Que iba a saber de mi y de él con solo asociar astros y números. La gente no vale por el día en que nació. Es más, si así fuese todo seria mas liviano. Sabrías que para encontrar a alguien solo tenías que hurgar entre las actas de nacimiento.
-ustedes son la pareja perfecta. Se complementan. Son como el aire y el fuego. Ninguno de los dos se puede contener, son libres- seguía pensando que era una serie de marañas así que fingí poner toda mi atención con tal de que pronto se alejara. -veo que eres algo incrédula. Te advierto que fuego y aire excelentes juntos. Uno se alimenta del otro. Las llamas crecen si existe algo de aire. Son libres, pero la libertad también puede tornarse siniestra y egoísta. La libertad puede conducirse por sendas donde se confunde con orgullo o rencor... La felicidad es efímera y perecedera. No la confundas, amore-
Tomo mi mano y notó mis diez-mil anillos en cada dedo. Sonrió. -El día que me necesites podrás buscarme en la calle de Caoba. Nunca esta de mas.-cerro mi mano con la suya- caoba numero dieciocho.