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'Amo como me cuidas como si fuese de cristal.'
Saboreó la cucharada de el remedio curativo que preparaba, saboreando la ausencia de sabor de cierta especia dulce, por lo que se giró y tomó lo necesario que marcaría el fin de el proceso para el remedio casero.
Apago las flamas y tomó un plato de madera, donde sirvió un cucharón de lo que se hallaba en la cacerola negra, que más bien parecía un caldero de bruja.
Caminó cuidadosa y lentamente, mirando concentrado el platillo de extracto, con mucho cuidado de no tirar ni una gota en lo que se dirigía a la habitación más cercana.
Abrió la puerta con dificultad, entrando en la habitación con una temperatura agradablemente cálida debido a una chimenea que se hallaba calentandola.
Nuestro protagonista se dirigió a una pequeña mesita de noche que se hallaba al lado, y en cuanto llegó, la dejó con tranquilidad en esta. Y sonriente, movió las sábanas de la cama de quién se encontraba allí, acurrucado.
Hunter dejó ver sus mejillas y orejas coloradas debido a las altas temperaturas en su cuerpo enfermo, que muy a duras penas le permitía moverse. Miró a su novio con una mirada vulnerable, que hacía que le doliera el corazón ver a su amor tan débil.
Sonrió con amor y se sentó en la orilla de la cama ──Mi amooor, ya esta la sopa. Me tarde mucho, lo sé, pero te prometo que valdrá la pena. ──saco de el bolsillo de su pantalón, un pequeño papel viejo, parecía que lo arrancó de un libro. En ella, se encontraba el debido de un flor violeta exótica ──Se llama flor de bella luna o solo lágrimas de luna, son una especie de flor exótica curativa; sana todo tipo de malestares en el cuerpo. Es lo que necesitas para dejar la cama y volver a ser el chico malo y fuerte que eres ──se estiró para alcanzar el plato, lo reposo en sus delgadas piernas y alzó la cuchara de metal y la acercó a su novio.
El rubio la observó con detenimiento, juzagandola. La sopa que realmente no era sopa, tenía aún pedazos de flor que emitían un olor refrescante, pero aun así, apartó la cara y la cubrió con las sabas blancas ──Uh uh, de ninguna manera voy a probar esos conjuros salvajes raros, ¿Que tal si de repente me sale un tercer brazo o dos lenguas?. No. No voy a comer esa cosa, Edric ──se negó, dejando con una mueca de irritación en su novio quién rodó los ojos ante su inmadurez.
