Al acercarse a la fortaleza, el desasosiego que lo había acompañado el último par de días se exponenció nublando su razón, el ambiente estaba inundado de vacío y tristeza, el poder que percibía a la proximidad de su Sire era inexistente, el eco en su pecho retumbaba en sus agudos sentidos. Una nube de cenizas inconfundible para el experimentado cazador ensombrecía la tierra y césped, la imagen le hizo contraer los músculos e impidió su respiración, ¡temía!, por primera vez en décadas sentía temor a la verdad, ¿qué demonios había hecho su Sire?
Cayó de rodillas con los párpados apretados conteniendo la respiración, le tomó un momento reunir el valor suficiente para olfatear, el dolor que experimentó en el centro del pecho era tan profundo como el de Frederick al ser atravesado por una daga en el milenario músculo vencedor de cientos de batallas. Recreó el fatídico deceso en su mente, tan vívidamente que experimentó su agonía. Su mentor, su Sire, lo más parecido a un padre que había conocido, pereció, fue aniquilado y él no estuvo ahí para cubrirle las espaldas, para protegerlo, para cumplir con su obligación de Guardián, jamás se lo perdonaría...
La diosa nocturna derramó lágrimas con el estremecedor aullido del licántropo. Pesadas gotas chocaban contra su piel ardiente entristeciendo aún más la noche. El depredador que habitaba en él reaccionó inmediatamente, olfateó con mayor intensidad, antes de que la lluvia y el olor a tierra mojada borraran el rastro del miserable asesino de su Sir.
Arrugando la nariz y mostrando los colmillos con rabia, reconoció el aroma, un antiguo enemigo de Frederick el cual había sido derrotado por él hace algunas décadas, había estado en ese lugar horas antes, se guardó el dolor para después, no era momento de lamentaciones, requería respuestas, su sangre ardiente aclamaba venganza.
Las puertas del castillo se abrieron de par en par en cuanto el mayordomo reconoció su rostro en la pantalla del circuito cerrado, lo estaba esperando. Si bien la fortaleza contaba con siglos de historia, en cuanto el vampiro decidió radicar en él, la había abastecido con lo último en tecnología, sin escatimar en la seguridad, la experiencia le había enseñado a ser precavido y no dejar ningún cabo suelto.
El mayordomo recibe con pesadumbre palpable al enorme licántropo furioso, Norbert perteneciente a la raza de los Dienner, fieles sirvientes de la raza vampírica, había permanecido bajo el servicio de Frederick toda su vida, ya que se mantenían de generación en generación al servicio de las familias si ellos así lo deseaban, y pese a la reputación de ser despiadado que el mismo vampiro había demostrado, con él y el resto que habitaban su mansión siempre se comportó como un macho honorable.
Fenrir: ¿Cómo sucedió? (Exigió con la mandíbula apretada, apenas controlando la ira).
Norbert: Una espada, él lo sabía, fue su decisión. (Respondió melancólico, parecía más frágil que la última vez que lo había visto, pero no le importó, nublado por la frustración, lo tomó del saco levantándolo para que los ojos sin energía quedaran a su altura).
Fenrir: ¡¿Qué demonios?! Frederick jamás se suicidaría, él no era un cobarde. (Rugió a escasos centímetros del rostro marcado por el paso de los años del Dienner).
Norbert: Me pidió que le diera esta nota en cuanto llegara, amo Fenrir. (Con dificultad, extrajo del saco una nota con la elegante caligrafía del vampiro, el licántropo lo regresó al suelo para clavar la mirada en las letras grabadas por su mentor).
¡Contrólate! Encontrarás tu siguiente misión en mi despacho, cumple con mi última voluntad al pie de la letra como siempre lo has hecho, no hagas estupideces,las respuestas te las dará el tiempo.
Tu amigo Frederick Erskine
Se dirigió con un temple que no sentía al despacho de su Sir y al resguardar su privacidad estrellando la puerta, la tempestad de su alma reverberó furiosa por sus músculos. Echó la cabeza hacia atrás y rugió. Los cimientos del castillo resonaron por la exhalación del licántropo herido.
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El astro rey había perseguido a su amante sin lograr alcanzarla en tres apariciones y el lobo aún permanecía en el estudio de su Sir. Norbert había importunado su soledad ganándose gruñidos en respuesta, ordenando que no lo molestaran, pero Lorna se encontraba preocupada por él, la tristeza en su pecho era enorme, pero recordaba las palabras de su maestro, debía cuidarlo y seguramente comprobar que no muriera de inanición iba dentro de esa petición.
Había escuchado la ferocidad de su alma tras sus rugidos, pero eso no la amedrentó, con una charola repleta de cortes jugosos de carne tocó a la puerta del despacho.
Fenrir: ¡Largo! (Gruñó con rabia, pero Lorna insistió, por lo que el macho se levantó a abrir la puerta furioso. Ocultó los colmillos ante el asombro de encontrar a una hermosa y delicada hembra frente a él. Ensimismado en su dolor y frustración, intentando comprender los designios de su Sire y sofocando las llamas de la venganza con whisky, no se había percatado del delicado aroma de la joven. Largas olas doradas descendían por sus hombros, enmarcando las finas facciones de tez tan blanca como la nieve, haciendo resplandecer las brillantes pupilas celestes, su belleza aturdió por un segundo al macho. ¿Era real o una aparición provocada por el escocés que había estado bebiendo en aquella tortuosa reclusión?, aspiró profundamente, su esencia lo libró de cualquier duda. La palabra ¡¡¡PROTEGER!!! Retumbó en su cabeza sin saber de dónde demonios venía la voz, olía sutilmente como a una de su raza, pero era demasiado pequeña en comparación a las demás hembras. Lorna tragó saliva con dificultar ante el imponente macho que se acercaba inclinándose para escudriñar su rostro, ya que el licántropo era enorme, sus ojos apuntaban al amplio y musculoso torso que se apreciaba bajo la camisa abierta, Frederick se lo había advertido, pero nunca había estado en presencia de un macho tan grande. Fenrir volvió a olfatear). ¡Mestiza!, eres una mestiza de humano y licántropo. (Lorna asintió comprendiendo su sorpresa, el vampiro le había explicado que los mestizos no eran comunes, ya que las hembras generalmente buscaban machos más grandes y fuertes que ellas, los humanos no entraban en esa descripción y las mujeres humanas se intimidaban por la fiereza de los licántropos, sobre todo durante el apareamiento, por lo que los mestizos en su mayoría eran producto de violación, un acto aborrecible que era castigado con la muerte). ¿Quién eres y qué demonios haces aquí? (Inquirió cortante, con las pupilas oscuras rabiosas y agotadas).
Lorna: Soy Lorna, vivo aquí, supuse que necesitabas alimento. (Respondió levantando la charola, pero el lobo mantuvo la mirada oscura sobre el delicado rostro, poseía una belleza angelical, una que sus instintos proclamaban proteger). Y quizá una ducha. (Agregó intentando disimular el encogimiento de su nariz. El comentario le regresó los pies a la tierra ¿qué mierda?).
Fenrir: ¿Desde cuándo vives aquí?
Lorna: Tres años, ¿Frederick nunca te habló de mí? (Inquirió sorprendida, él negó recorriendo su figura con la mirada). Él en cambio te mencionaba a menudo. (El estómago de la bestia hambrienta gruñó por lo alto, provocando una sonrisa pícara en la joven y un ligero rubor en el macho, el aroma de la carne avivó el infernal apetito que sus emociones habían amortiguado. Frederick le había dejado una carta con instrucciones sobre los siguientes pasos que debía seguir y los documentos perfectamente legalizados para que sus múltiples bienes, obras de arte, joyas, dinero en efectivo y cuentas bancarias, pasaran a manos de sus herederos, al final del escrito, mencionaba: "No necesito pedirte que cuides de la joya más bella que han visto tus ojos, te conozco y sé que lo harás. Entiendo que estés furioso y que en este momento la ira no te deja comprender mis decisiones, tienes razón, no soy un cobarde, admirar el amanecer hubiese sido suficiente para despedirme de este mundo, pero también sé que me conoces y como dije; el tiempo te dará las respuestas, gracias por todo mi buen amigo").
Fenrir: Deja eso. (Ordenó señalando una mesita, la joven obedeció disimulando una sonrisa triunfal, sabía que el apetito que debía tener no resistiría al manjar que le ofrecía. Se alejó con paso seguro a pesar de sentir la mirada intimidante del licántropo sobre su cuerpo. En cuanto la hembra se perdió en una esquina del pasillo, levantó un brazo para inhalar su propio aroma). ¡Mierda! (Alejó la nariz de su propia axila con un gesto de asco). Apesto a perro muerto expuesto al sol durante tres días.
Vaya que necesitaba esaducha, pero primero devoraría la carne que las delicadas manos de la hembra lehabían llevado.
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Guardián Vinculado ante la Luna
Werewolf"Sinopsis" El imponente Fenrir McFarlan, se ve obligado a regresar al norte de Escocia a pesar de no haber cumplido con la última misión encomendada por su Sir Frederick Erskine, un milenario vampiro. Pero la desgracia que encuentra a su arribo al c...