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Al escuchar un par de fuertes golpes, la joven aspiró y supo que era Fenrir tras la puerta, se aseguró que la bata cubriera su desnudez perfectamente antes de abrir. El vigor del macho le provocó contracciones en partes de su cuerpo que solo la cercanía y la misma luna llena despertaban desde hace tres años, con los imponentes músculos del torso descubierto le hizo tragar saliva conteniendo las ganas de pasar la mano por la bronceada piel. El macho olfateó su excitación y gruñó por lo bajo, si su olor natural lo estaba volviendo loco, saber que ella lo deseaba iba a desquiciarlo por completo ¡mierda!

Fenrir: Olvidaste tu ropa en el bosque.

Se la ofreció cuidadosamente doblada, ella recibió las prendas sonrojándose al percatarse de que su ropa interior estaba en la cima, por lo que las tomó abrazándolas contra su cuerpo al tiempo que le agradecía. Un viento fresco se coló por el pasillo haciéndola estremecer y no deseando que se sintiera incómoda le pidió permiso para entrar a su habitación pese a saber que no era lo más apropiado.

La habitación era como el resto de la mansión, al puro estilo renacentista con piezas únicas y originales. Lo primero que vislumbró fue la suntuosa cama con cuatro postes cubiertos de pesadas telas en combinación con las cortinas, el contemplar sus aposentos lo llevó a imaginarla desnuda sobre ellos ¡mierda! Se endureció de inmediato e intentando sacar la imagen de su cabeza dirigió la atención a la chimenea que estaba a poco de apagarse, por lo que se encargó de arrojar varios leños y avivar las llamas. La hembra se acercó al fuego para recibir su calor como una cachorrita necesitada de caricias; era demasiado hermosa, demasiado elegante, demasiado frágil y olía tan bien, esa maldita fragancia lo tenía hecho un imbécil ¡demonios!). ¿Cuál fue tu intención al cazar? (Preguntó cortante, sin una pizca de cordialidad).

Lorna: Yo-yo, solo quería demostrar que podía hacerlo. (No mentía, su olor la hubiese delatado, el viejo Norbert tenía razón).

Fenrir: Es humillante que una hembra cace teniendo un macho a su lado.

Lorna: ¿Humillante?, ¿por qué?

Fenrir: Por lo obvio, somos más grandes, más fuertes y más rápidos, es mucho más fácil para nosotros hacerlo, el que una hembra lo haga significa que el macho no es lo suficientemente fuerte para proveerla. (Lorna asimiló sus palabras, en cierta forma eran lógicas, retrogradas, machistas, pero lógicas a su manera de ver).

Lorna: No estoy instruida en las leyes, usos y costumbres de los licántropos, nunca fue mi intención ofender tu hombría.

Fenrir: Ahora lo sé. (Agregó con voz mesurada acercándose a ella, con un dedo le hizo girar el rostro para observar los rasguños en la blanca piel sintiendo como si los cortes le atravesaran el pecho, pese a que las marcas casi desaparecían por lo rápido que los licántropos se recuperaban de las heridas). Por favor, no vuelvas a intentarlo, no soportaría que te hicieran daño. (Las pupilas oscuras estaban teñidas de ternura, ¿cómo decirle que no al imponente macho que deseaba acariciar?).

Lorna: Las liebres no son un peligro, pero descuida, como dije, solo quería demostrarme que podía hacerlo, de todas formas, no soportaría por mucho tiempo vivir solo de liebres. (Le provocó una sonrisa al feroz cazador).

Fenrir: Hay opciones de caza para las hembras, pero tú no las necesitas, para eso me tienes a mí.

Lorna: Sí, pero ellas al menos saben cazar, los observaron a ustedes hacerlo toda su vida, yo desconozco... todo.

Fenrir: Si gustas observar, puedes acompañarme cuando vaya de cacería.

Lorna: ¿De verdad?, eso-eso me gustaría mucho. (Respondió emocionada al imaginarse al enorme lobo en plena acción de caza).

Fenrir: Poco a poco te iré hablando de las costumbres de nuestra raza, te enseñaré cosas útiles, no como el hijo de puta de Frederick que te mostró puras estupideces. (La chica sonrió por las maldiciones que el macho soltaba siempre con total naturalidad). Tu habitación ha entrado en calor, ahora descansa cachorrita.

Depositó un tierno beso sobre la frente de Lorna, lo que la hizo estremecer, tanto como la dureza bajo los pantalones del macho, por lo que antes de arrojarse sobre ella, salió disparado de su habitación.

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Organizar documentos definitivamente no era algo que Fenrir disfrutara, pero debía hacerlo, no solo eso, no podía delegarle a nadie más dicha actividad, ya que Frederick solo confiaba en él para ello.

Había solicitado a Cedric una reunión para notificarle formalmente el fallecimiento de su padre, pero ya que lo odió en vida, como era de esperarse, no obtuvo respuesta, por lo que tendría que presentarse en su residencia así sin más y obligarlo a que lo escuchara si era necesario.

El aroma de un vampiro lo extrajo del mundo de pendientes que su Sire le había dejado tras su muerte, segundos después Norbert se apareció anunciando al abogado. Le pidió que lo pasara directo al despacho, donde el abogado le presentó sus más sinceras condolencias, eran viejos conocidos y el macho se había ganado su respeto debido a la ferocidad y lealtad que siempre había demostrado.

Tras cruzar varias palabras y firmar los documentos que lo hacían dueño legal de algunas propiedades, cuentas bancarias y joyas, lo cual definitivamente no comprendía, ya que las propiedades y el dinero eran útiles, pero las joyas en sus manos no tenían sentido, igual las aceptó, quizá más adelante las vendería o simplemente las conservaría en recuerdo de lo egocéntrico que fue su Sire.

Una vez que sus asuntos estaban cubiertos, mandó llamar a Lorna, gruñó y expuso los colmillos sin poder contenerse en cuanto la mirada del vampiro se posó en la hermosa figura de la chica. Un gesto que no pasó desapercibido para ninguno de los dos. El abogado, profesional como de costumbre, entró en materia inmediatamente, explicándole a la dama lo que debía firmar. El pecho se le contrajo al darse cuenta de todo lo que el vampiro le había heredado pese a no tener ninguna obligación con ella, se había encargado de dejarla segura como un día se lo prometió.

La joven firmó los documentos y terminadas las formalidades, el abogado fue escoltado por Norbert hasta la puerta del castillo, donde una vez fuera de la propiedad pudo desmaterializarse. Una habilidad que los vampiros van adquiriendo dependiendo de su fuerza y el transcurso de las décadas, de la misma forma que volar, aunque hay algunos que nunca logran tales destrezas.

Fenrir: ¿Qué sucede cachorrita? (Preguntó al percibir su pesar).

Lorna: Frederick fue muy generoso conmigo.

Fenrir: El hijo de puta era obscenamente rico, ¿te gustaría conocer tu nueva residencia? (Asintió con una ligera sonrisa, nunca había poseído nada y el saber que ahora era dueña de una casa, le parecía irreal). Mañana saldré de viaje, debo hacer una visita que he estado retrasando, pero en cuanto regrese, te llevaré a conocerla.

Lorna: ¿Estarás fuera varios días? (Odiaba la idea de que se marchara, le gustaba el cosquilleo que le recorría la piel ante la cercanía del macho).

Fenrir: Cinco, quizás seis días, si no hay ningún contratiempo.

Lorna: ¿Puedo preguntar a dónde vas?

Fenrir: Puedes preguntar lo que desees, iré a Italia, Cedric radica allá y el hijo de puta debe recibir su herencia.

Lorna: ¿Él también merece tus insultos?

Fenrir: A decir verdad, no tengo idea de quién los merece más.

La mirada del licántropo se conectaba con la de la mestiza en un vínculo más allá del deseo carnal, deseaba poseerla de todas las formas posibles ¡mierda!, debía resistirse a dicha conexión, era demasiado frágil, demasiado pequeña para él, además, nunca había escuchado que el vínculo entre macho y hembra, esa fusión inquebrantable que ni la propia muerte podía destruir, de la que tanto hablaban los machos y los volvía perros falderos de sus hembras, esa en la que creyó nunca caería, pudiera darse con una mestiza, quizá debía investigarlo, ¿pero con quién? Frederick, su Sire y mejor amigo, el que siempre había derrocado cualquiera de sus dudas ya no existía. El pesar en su pecho se agudizó al darse cuenta una vez más, que el vampiro no pensó en él al tomar la decisión de acabar con su vida.

Guardián Vinculado ante la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora