Esclavos del odio

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¿Saben una cosa?
Nunca lo pensé:
la verdad luce horrorosa
eso bien lo sé

caminando entre las rosas
rebuscando algo de comer
en la basura perezosa,
corazones de papel.

Pero...
en las pupilas luminosas
como el mundo era un riel
arrente
y amargo disfrazado de miel.

Y...
desperté
vi en un pañuelo
como el mundo era un cordel
donde el rico colgaba ilusiones
y le daba al pobre de comer.

Veo un cartel...
con alegorías dice:
"no entendemos de letras",
lógico
ya que los tiros rebasan el contén
atraviesan recto las cortezas
y los libros se pierden en el andén.

Dos pasos doy...
y me rozan el hombro
un par de canciones
de huérfanos por montones
rezando fuerte y hondo:
"nuestros padres nunca escribieron
las globales tensiones".

Me abrocho los cordones...
y veo tirados en el piso
los castigos
que un pueblo nunca quiso.
Un negocio es ser vecino,
un negocio es ser castigo
porque de odiar sobran razones:
tu piel, tu credo, tu sexo,
tus gustos, tus emociones...

Me volteo...
miro a todos lados,
en todos lados
humo y sorteos
apostando su bien más amado:
los latidos, hechos cadenas,
los reos al odio atados
por la malicia consumidos
si al ser humanos no comprenden
que el amor a la vida es lo más amado.

AlteridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora