En los estéreos que rodeaban esa pequeña fracción de cemento donde se asinaba la gente, retumbaba cierto tipo de música repugnante, ésa cuyos intérpretes sólo escupen obscenidades y denigran a la mujer hasta un punto realmente lamentable. Era un tipo de rap muy extraño, pero digamos que ya estaba más o menos acostumbrada, mi hermano de doce años creía que era genial sólo por intentar imitar a Eminem usando una gorra de los Yankees y cantando dichas letras a todo pulmón. Pero la gente que aquí se encontraba no era para nada parecida a mi hermanito, muchos de ellos tendrían por lo menos veintiuno, y no se veía como si su prioridad fueran los afiches de Ben 10.
Me recordé a mí misma que sólo estaba aquí para evitar que Blake se metiera en otro de sus líos. No quería recordarme a mí misma cuando me ruboricé al pagar esas cinco pruebas de embarazo de marcas diferentes en esa farmacia, 'sólo por si acaso', como había dicho ella. Por suerte cuatro de ellas habían dado negativo, porque de lo contrario yo iba a matarla.
-¡Blake! -grité al vislumbrar su cabello rubio y su pañuelo rojo por entre la gente acalorada y asinada. Recibí varios empujones bruscos que aseguré que me dejarían moratones por todo el cuerpo, en el momento cuando intenté correr hacia ella, tratando lo posible por esquivar los pipotes de basura que eran cruelmente incendiados y las numerosas botellas rotas de cerveza regadas por el pavimento. Y eso sin contar los numerosos preservativos y la marihuana.
-¡Ah, Emily! ¡Has decidido venir! -dijo, envolviendo sus delgados brazos alrededor de mí. Ella apestaba a alcohol. Me separé de ella bruscamente, manteniendo mi mano apretando fuertemente su muñeca.
-Tu madre me ha llamado furiosa preguntándome por qué no le contestas el móvil. Le he dicho que estabas dormida y no sé cómo, pero se lo ha creído -pausé para respirar. Intentar gritar por encima de la música me había desgarrado la garganta. -Ven a casa, por favor, ya no sé si pueda seguir cubriéndote.
-Anda, no seas aburrida -se rió, haciéndome dudar sobre si estaba realmente borracha o si sólo era su estado natural. Era difícil saberlo. -Quédate un rato para ver la pelea.
-Que no, que no -sacudí la cabeza, intentando dar un paso atrás para irme, pero lo pensé mejor. No podía dejar a esta pequeña irresponsable sola. -Espera, ¿es que tú te piensas quedar en una pelea sola?
-Para ya, pareces mi madre -se rió, comenzando a balancearse extrañamente al ritmo de la música. Sí, estaba borracha. -Por favor, Ems, quédate un ratito, ¿sí?
Miré a los lados, sofocada, no pudiendo ver más que personas totalmente fuera de sí, presas de la droga y del insoportable olor a sudor y alcohol rancio. Los estéreos sonaban tan fuerte que me lastimaban los oídos y mis pies apenas cubiertos por unas delicadas sandalias negras estaban negros y aporreados debido a las innumerables pisadas recibidas en los últimos diez minutos. Quiero decir, cualquier persona en su sano juicio hubiese salido corriendo, pero yo, bueno, tuve que quedarme.
-¿Y entonces? ¿Te vas a quedar? -insistió Blake con ojos llorosos, en cuanto se dio cuenta de que me había quedado inmóvil mirando a la multitud.
-Si nos descubren va a ser tu culpa -le dije. Ella aplaudió alegremente y me dio un beso en la mejilla, mientras yo apretaba mis puños, arrepintiéndome del primer momento cuando cogí el bus desde casa para venir a quedarme en una pelea callejera, que innumerables veces había estado rodeada por la policía. Probablemente los rostros de Blake y yo salieran en primera plana mañana.
Aparté esos pensamientos de mi mente cuando un estruendo me hizo dar un salto hacia atrás y tropezar con un chico que dejó caer su cerveza cerca de mi pie. Sentí el líquido helado hacerme cosquillas mientras un hilillo de sangre procedente de la cortadura de un minúsculo cristal manaba de mi dedo gordo. No alcancé a decir 'lo siento' cuando el sonido de un chico gritando por los altavoces comenzó a romper el silencio que se produjo por unos segundos, y apreté más la muñeca de mi mejor amiga, tragando saliva con dificultad.
-Creo que no hace falta presentación alguna. Con ustedes, ¡el campeón de las calles! -gritó el chico rubio de los altavoces. La multitud explotó en bullicios y ovaciones para el chico que había sido nombrado. Incluso Blake se hallaba saltando sobre sus Vans rojos, gritando cosas que nunca pensé que podrían salir de su boca. Quiero decir, sí, pero no directamente hacia alguien. Seguidamente, el chico continuó, ni tan siquiera esperando a que la multitud se calmara un poco, porque evidentemente no tenían la intención de hacerlo. No ahora.
-Retándolo, ¡el lobo! -gritó, y la gente estalló en un aplauso que me pareció demasiado tímido en comparación con el que había sido dedicado al chico de rulos castaños, que se hallaba de pie en el centro de la tarima. Él escupió hacia un lado de la calle, y la gente aún lo aclamó por eso.
-¡Hazme tuya, joder! -gritó Blake junto a mí, y yo solté una risita ante sus palabras hacia el chico, quien, para mi sorpresa, volteó a mirarme ferozmente, dejándome petrificada, para luego esbozar una sonrisita divertida de autosuficiencia. Me guiñó el ojo pícaramente y se quitó la camisa negra que se mantenía pegada a su cuerpo, arrojándomela directo hacia la cara. Dejé que se cayera sola hacia mis manos, mientras olisqueaba disimuladamente el olor fino que se desprendía de ella.
-¡Oh, mi Dios! ¡Emily! ¡Él te está mirando! -chilló Blake en mi oído, temblando como gelatina a medio cuajar.
-Sólo porque piensa que fui yo la que gritó lo que tú acabas de decir -le dije, dándole un codazo.
El chico apartó su mirada de mí en cuanto un disparo sonó, y ahogué un grito colocándome la mano sobre la boca cuando el chico se lanzó ferozmente sobre su contrincante. Los estéreos comenzaron a escupir una canción de Fall Out Boy que solía cantar a gritos en mi habitación, pero en este momento no me sentía en la actitud de hacerlo.
El muchacho que se enfrentaba a él le propinó varios golpes directamente hacia sus labios, haciéndolo soltar hilillos de sangre cuyo aspecto me revolvió el estómago. Tragué saliva mientras la gente aumentaba el volumen de sus bullicios, mareándome junto con la música. De sus bocas salía un apodo que me pareció algo extraño de decir en aquel momento.
-¡BESTIA! ¡BESTIA! ¡BESTIA!
Miré hacia todos los lados, preguntándome si el chico que tanto habían aclamado era el que recibía dicha palabra. Parecía que sí, y no era como si toda esta gente gozara de hospitalidad en cuanto al lobo y quisieran ofender al chico de los rulos. Parecía más bien como un cumplido, un grito de guerra, algo que ellos decían para animarlo.
El lobo cayó al suelo y la multitud estalló en aplausos, ovaciones dirigidas hacia el muchacho cuya camisa tenía en mis manos. Volví a tragar saliva mientras la música seguía retumbando en los estéreos y el chico se limpiaba la sangre de los labios con el pañuelo rojo que Blake le había acabado de arrojar.
-¡Oh, por Dios, tiene su sangre en él! -chilló ella. Arrugué la nariz ante la repulsión que me producía el solo hecho de saber que la sangre y la saliva de un desconocido estaban ahora impregnados en el pañuelo de mi amiga... que seguramente ella lucharía por recuperar y guardar como un trofeo.Seguidamente, otro chico subió a la tarima y los bullicios se hicieron más fuertes.
-¡Bueno, la bestia tiene otro contrincante esta noche! ¡Hagan sus apuestas! -gritó el chico de los parlantes.
-¡Mira que machote es! -me dijo Blake, temblando de la excitación.
-Blake, basta -le dije, pero no pude apartar mis ojos del ring iluminado por el fuego manando de los pipotes incendiados.
El disparo sonó junto con la canción, y los chicos comenzaron a darse fuertes golpes. Tragué saliva lo más fuerte que pude, intentando ignorar el fuerte nudo en mi estómago. Nunca en mi vida había soportado las peleas, e incluso había comenzado a odiarlas cuando mi hermano mayor murió por culpa de ellas. Había sido una total tragedia, la verdad. Mi madre nos había prohibido a mí y a Tyler siquiera acercarnos a las peleas, y heme aquí, protegiendo a Emily en una de ellas. Maldita sea mi suerte.
Ambos chicos cayeron al suelo, y el puño brillante de sudor y sangre de 'la bestia' retumbaba numerosas veces contra el rostro del pobre chico en el suelo. Apreté los dientes tan fuerte, que juré que iba a romperlos con mi propia mandíbula. Casi podía sentir el dolor del chico de debajo de la 'bestia', que ya no era cualquier chico, se había convertido en mi hermano. Su cabello oscuro manchado de sudor y sangre rodaba por el suelo, sus ojos tan grandes y azules como los míos casi sin vida, bajo la mano enfurecida de un luchador totalmente fuera de sí. Sentí las lágrimas picar en mis ojos, y solté la mano de Blake, emprendiendo la retirada a empujones entre la gente, moviendo mis pies lo más rápido que podía.
Cuando estuve fuera de la calle, cruzando la esquina e intentando normalizar mi respiración, escuché el bullicio aumentar.
-¡Increíble! ¡La bestia ha tumbado al suelo al chico en menos de un minuto! ¡Y él está... esperen, él se está yendo! ¿Qué hace? ¡La bestia se va!
¿Se va? ¿Qué quería decir con 'la bestia se va'?
Sentí un apretón brusco quemarme la muñeca al tiempo que mi hombro rozaba el pecho escultural y sudoroso de un chico enfurecido con los ojos verdes. Sus fosas nasales estaban bestialmente dilatadas y un hilillo de sangre manaba de su labio inferior.
-Tu nombre -espetó con furia, mientras su pecho subía y bajaba.
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TORN.
Fanfiction'Bestia' es su nombre de pila. 'Maldito' es el apodo de sus amigos. 'Infeliz' es el calificativo que prefieren llamarle las chicas a las que ha seducido, usado y luego abandonado y rechazado. Estos días me he estado preguntando cómo le dicen sus a...