•Golpe de calor.•

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Una mañana más en las praderas, el sol salía y relucia como siempre y los habitantes se levantaban y atendían sus obligaciones como era de costumbre.

- ¿Que tal el tema del pequeño? - pregunto kion a su padre, al verlo alistándose para salir. Probablemente a alguna reunión de importancia.

- eso es a lo que voy. - respondió mientras se coloca uno que otros collares. - hoy es la reunión, tan pronto como tenga el castigo determinado, te avisaré. - sin más salió de la sala dejando solo a su hijo.

El trigueño suspiro. Esperaba que todo saliera bien en la reunión, después de todo los líderes eran un tanto testarudos con respecto a algunas cosas y solía ser en algunas ocasiones muy blandos con respecto a castigos importantes. Miro por la estaba de su gran castillo, necesitaba llegar a la guarida lo más pronto posible, los chicos lo estarían esperando.

Quizás después haría una visita.

...

- buenos días padre - dijo la joven recién levantada y adormilada, ya era costumbre despertarse a dichas horas de la mañana, estaba segura de que era muy temprano.

- buenos días fuli - respondió el viejo, quién solo enredo mucho más los rizos de su hija con una brusca caricia en su cabello, ella gruñó por lo bajo, le costaba mantener el cabello en orden y cuando dormía su cabello parecía una escoba vieja y desalineada.

- sabes cuánto me cuesta desenredar mis rizos pa. - se quejó en tomo pesimista mientras quitaba los mechones de su rostro. - deme va a quedar el peine atorado en el cabello.

El viejo chamán solo puso reírse de su hija, ella mantenía un cabello medio largo por esas mismas razones, una vez se le enredo el peine en el cabello, no tuvieron más solución que cortar los preciados crespos dorados que adornaban la cabellera de la mujer.

- y al parecer tenemos dos escobas hoy - bromeó al ver al pequeño que salía de su habitación asignada, adormilado mientras se magullaba uno de sus ojos con uno de sus puños, su cabello era un desastre, estaba esponjado y sus rizos enredados. Tendrían mucho trabajo esa mañana.

- hey no hagas eso - regaño suavemente fuli mientras se acercaba y lo cargaba en brazos, quito la mano del ojo del niño, después de todo habían golpes cerca y eso podría doler. El pequeño solo miro sereno y no dijo nada.

- bien fuli, toma una ducha. Yo lo bañare a el, examinare sus heridas y pondré los ungüentos correspondientes - aclaro el viejo - después, los ayudaré a ambos pedazos de escobas andantes. - fuli bufo al escuchar el comentario.

- ah... - se escuchó, ambos miraron el pequeño, parecía mirar a fuli con apego, no podía hablar o eso creían, quizás nadie le enseñó a hablar. - ¡Mmm! - se quejo mientras movía sus brazos de forma revele.

- extraño. - opino la jóven mientras miraba con extrañeza el comportamiento del niño. Ella dió la vuelta para irse a bañar, después de todo necesitaba hacer algo por el bien de su cabello.

Rafiki seguía mirando al pequeño, que parecía una lombriz, retorciéndose entre sus brazos, haciendo rabieta tratando de zafarse.

Minutos después.

No se había dejado bañar por rafiki.

Fuli, ahora se encontraba lavando paciente el cabello del niño, tiró un poco de agua al cabello para quitar el jabón sobrante del cabello. Después, agarro una toalla y lo seco, ahora había un problema, el niño no tenía ropa. Pero al fin estaba limpio.

- pa' ¿tienes algo de ropa por allí? - pregunto mirando al hombre mayor.

- ropa tuya. - saco unos cuantos ropajes viejos de la jóven cuando su hija estaba más pequeña, aún que la mayoría eran vestidos, se salvaban unas que otras ropas que eran pares. Una camisa verde con estampados era la más linda y notoria, con unos pantalones negros salidos de la nada.

<● Almas Gemelas ●> [ Kiuli ] TLGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora