Capítulo 3: Minutos

25 3 0
                                    

Nota de la autora: Muchas gracias por leer los primeros caps!!! Vi que la historia anda subiendo en los rankings y quiero agradecerles por eso. Les mando un abrazo hasta donde estén y recuerden que sus comentarios siempre son bienvenidos. También si les gusta, por favor compartanlo y denle amor <3

Faltaban todavía como dos horas o una y media para que amaneciera y el segundo día empezara. Después de nuestra escena, Berlín me sugirió que fueramos a algún lugar con más calma. Nos fuimos con cuidado de que nos vieran y al final, me terminó llevando a la que era la sala de descanso. El mismo sitio que tenía la conexión directa con el profesor y una cámara. Le intenté insistir, pero me juró que el profesor debía estar dormido. Le puso seguro a la puerta y luego nos acomodamos en el sofá. Aunque él estaba junto a mí, dormíamos poco. Supongo que yo andaba medio inquieta, entonces a veces me quedaba dormida y luego me despertaba de un brinco. Él me apretaba el brazo o me daba cariño con su pulgar en el hombro.

—¿Has dormido? —le pregunto y él me mira desconcertado, era obvio que estaba ocupado con sus propios pensamientos.

—Un rato. —levanta su brazo y revisa su reloj de muñeca—. Todavía queda tiempo, ¿por qué no intentas dormir un poco más?

Me recosté en su pecho.

—Si quiero irme contigo cuando todo termine. —le dije y sentí que su movimiento de pulgar se detuvo y su mano se quedó quieta.

—Y así lo haremos...

—También, quiero que estemos juntos lo más que se pueda... —me levanté un poco para verlo y él asintió. Vi como volvió a levantar su pulgar y ahora acarició mi ceja con él.

—Yo también quiero que estemos juntos.

Me volví a recostar en su pecho y traté de cerrar los ojos. Esta vez, me quedé dormida un poco más fácil que las veces anteriores. Lo malo fue cuando soñé que me caía y me desperté de la misma manera que las otras veces.

—Al rato recuerdame darte un tranquilizante. —me dice Berlín en cuanto abro los ojos y me acaricia el pelo.

Me muevo un poco y me siento avergonzada.

—No puedo tomar de esos... si algo nos pasa, quiero estar alerta.

—Pero tampoco va a servir de mucho si estás muy ansiosa —me responde casi de inmediato y me agarro más fuerte de él. — ¿Qué? ¿Tu último día en el trabajo fue muy agitado y por eso andas así?

No puedo evitar sonreír y me muevo para sentarme en el sillón. Él me imita y nos quedamos sentados tomados de las manos.

—Pues llegaron unos atracadores y el punto es que todavía no se van.

Me mira con una sonrisa de labios y se para de mi lado.

—Te voy a hacer un té. Al menos te ayudará a bajar tu ansiedad. —me dice y veo que empieza a buscar una taza y a preparar todo.— Vi que firmaste tu contrato de permanencia.

Me río. Me acomodo un poco la cobija y le digo:

—Fue lo último que hice antes de que esos atracadores llegaran. Estaba con Arturo y en eso llegaron ustedes.

—Arturo, Arturito... —dice para sí mismo y luego me mira— ¿Cómo era de jefe?

—Terrible. A mi me veía con morbo, no sé, medio asqueroso todo.

—Es todo un personaje, ¿no?

—Yo creo que deberías tener cuidado con él. —le digo, y me mira de nuevo. Sus manos se mueven, pero su mirada me busca de vez en cuando.

Recuerdos de un atraco (Berlín x Verona)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora