Un misterioso hombre apareció muerto en medio de la calle. ¿Quién es el culpable?
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🔎 Bungo Stray Dogs fanfic.
🔎Semi AU.
🔎 Los personajes utilizados en este fanfic pertenecen en su mayoría a Bungo Stray Dogs, en su caso al crea...
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| TRATO CON EL DIABLO | Los incordios comienzan a aparecer
De camino a la edificio fachada de la corporación Mori, Akihiro se cuestionó acerca del error que estaba cometiendo. Ignorar sus pesadillas e ir directo a la boca del lobo sin un plan como tal, era una ridicules; de lejos se podría apreciar que tan mal iba a terminar aquello, no obstante, no tenía salida, el embrollo le acompañaba a cada paso y dudada encontrar una solución viable, o al menos, no podía hacerlo sola.
¿Qué tanto necesitaba la ayuda de aquel hombre? ¿Qué tanto aquel hombre podía hacer por ella?
Por supuesto, no le aterraba el precio a pagar. Su curiosidad podía más que cualquier peligro a enfrentar, y ello más que una respuesta voluntaria, era todo lo contrario.
—Buenas tardes, ¿tiene algún asunto pendiente en este edificio? —preguntaron nada más empujó una de las puertas de cristal. Dentro del aclimatizado recibidor, uno de los guardias en traje y lentes negros le detuvo.
—Buenas tardes —devolvió con naturalidad. Hasta ese momento pensó en el inconveniente de no conocer el nombre de quien le había atraído hasta ese lugar—. Estoy buscando a su jefe, dijo que me estaría esperando.
No sonaba tan convincente, se dijo enseguida, aunque lo estaba, pero suponía que no sería fácil llegar hasta la cabeza de la serpiente diciendo solo aquellas huecas palabras. Es decir, cualquiera podría haberlas dicho, y entonces tendría un bala en la frente de ser sospechoso.
—Adelante. Último piso, puede usar el elevador —señaló el hombre con naturalidad.
O era que la organización tenía demasiada confianza en sus habilidades, o era que realmente el jefe de la mafia le estaba esperando. Por un momento quiso reír pensando en que tal vez se había equivocado de dirección.
—Gracias —mencionó, avanzando poco después.
Al final de la gran sala se encontraba una recepción siendo atendida por dos mujeres, pero con un lugar vacío, y las que sí estaban presentes le pegaron el ojo en todo su andar, y que decir de los demás hombres de traje y gafas negras que por ahí andaban.
—Tal vez hubiese sido mejor haberlo citado en el café —se regañó al tocar el botón para llamar a la cabina del elevador.
Una vez las puertas se abrieron frente a ella, no le quedó más que abordar en solitario el pulcro cubículo. Mientras tanto, pensaba en como encontrar al hombre castaño; el edificio era enorme, iría al último piso, y aún así no sabía que hacer una vez las puertas volvieran a abrirse, no obstante, llegado el momento, se encontró observando el largo pasillo de ambiente tenue y frío.
Al final del corredor, dos enormes puertas le llamaban a acercarse, y así fue como lo hizo. En su camino, inspeccionó el espacio vacío, notando las cámaras que vigilaban cada uno de sus pasos, y aquellas disimuladas torretas que le arrancarían la vida si pareciese peligrosa de un momento a otro.
