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| LAS TRES TRAICIONES |No puedes oponerte a tu destino

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| LAS TRES TRAICIONES |
No puedes oponerte a tu destino

La detective tenía un dicho muy importante: el olor a alcantarilla suele penetrar cuando los grados están bajo cero. Sin embargo, dudaba que el sistema mismo existiera en un lugar como el Suribachi, resultado de cuestionables hechos en el pasado. La lluvia hacia estancar las calles, al mismo tiempo que generaba una piscina en el centro, a la que, nadie le ponía el ojo, claramente.

     Akihiro corría por los sucios caminos, ignorando a todo aquel que quisiese cortarle el paso para arrebatarle sus pertenencias. Con esto, solo le atrasaban y le quitaban minutos de vida sabiendo desde antes la amenaza del mafioso que hizo en la misma madrugada.
Ciertamente los pocos habitantes que encontró en el trayecto le gritaban cosas a la espalda, pero increíble fue su suerte, porque algunos segundos más tarde arribó a su destino con la garganta seca.

     —¡Señor rey de las ovejas! —gritó al entrar en la bodega de laminas viejas.

     Para su sorpresa, no había un alma que le preguntase si deseaba morir como en la última ocasión. En cambio, sereno y peligroso se sentía el ambiente dentro del lugar, pero ella no retrocedió y volvió a llamar al hombre pelirrojo que manejaba la organización. Un grito, dos gritos... Al tercero pensó que estaba perdiendo el tiempo, hasta que le escucharon.

     —De nuevo por aquí, ¿qué es lo que busca, detective? —Alguien repentinamente apareció entre las sombras—. Ya le dije que no me interesa lo que tenga que decir.

     Afortunadamente, era el hombre que buscaba, con esa ropa casual y ese cabello pelirojo y corto que no se podía confundir entre la multitud. Cuando la joven lo observó salir desde la parte de atrás de la bodega, por instinto observó detrás de él.

     —No quiero ser mal educada, pero tenemos que irnos ya —mandó enseguida ella, señalando la puerta de metal como si fuese lo evidente.

     Logró que él se echara a reír casi al instante.

     —¿Qué demonios? ¿Te sirve ese cerebro? —preguntó, fascinado por su valentía. Dos veces había ido a parar al nido de delincuentes, se necesitaban muchos pantalones para plantarle cara.

     —Me sirve, por supuesto, y, necesito explicarle esto con calma, así que venga conmigo o va a lamentarlo —advirtió confiada. No había tiempo para explicaciones, no había una mejor forma de decirlo, sin embargo, dudaba que un hombre como Chuuya atendiese rápidamente a sus peticiones.

     —Dame una buena explicación...

     —Va a morir si se queda —respondió enseguida, haciéndole callar y bajar las cejas enseguida.

     —¿Acaso ves el futuro? —No quería mostrarlo, al mismo tiempo en que le causaban gracia sus palabras, también le preocupaban.

     No todos los días aparecía una mujer indefensa ante su persona diciendo que estaba a punto de perder la vida. Lo más congruente era escucharle, y en todo caso después ignorarle y pedirle que no se acercara más a la guarida de las ovejas, porque no había manera de que ello sucediese.

The Greatest Detective 🔎 | Dazai OsamuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora