Un misterioso hombre apareció muerto en medio de la calle. ¿Quién es el culpable?
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🔎 Bungo Stray Dogs fanfic.
🔎Semi AU.
🔎 Los personajes utilizados en este fanfic pertenecen en su mayoría a Bungo Stray Dogs, en su caso al crea...
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Un hombre en medio de la calle
Espectadores curiosos, reporteros en busca de la premisa del día, policías intentando conservar el orden, un hombre sin vida sobre el asfalto y una persona intentando hacer su trabajo.
Su mirada repasaba una y otra vez la escena del crimen, asegurándose de que fuese lo necesario para encontrar la pista que le llevaría a los elogios silenciosos, esos que su misma persona se regalaba muy a menudo. La libreta de notas abierta, pero sin ninguna letra aún y una pluma tamborileando de forma ruidosa, le acompañaban sin excepción en aquel día en donde el invierno arreciaba en su punto más fuerte, haciéndole imposible dejar atrás su saco largo en color azul marino.
—¡Por favor, abandonen la escena, necesitamos hacer nuestro trabajo! —pedía harto el joven oficial frente a la multitud.
No era el pan de cada día, aunque ciertamente tampoco era un tema desconocido para la sociedad de Yokohama, en donde el desastre y la paz iban de la mano. Causaba curiosidad, morbo, e incluso miedo en los presentes, sin embargo, fuera cuál fuese el sentimiento, no negaba el hecho de que estaban perdiendo su valioso tiempo en temas que no eran de su incumbencia. Y esto, molesto por dónde se le viera, incapacitaba al cuerpo de seguridad, pero a ella, no.
Todo lo que debía hacer era ignorarlos, manteniéndose, a diferencia, muy ocupada con su tarea.
—Hay algo que no... —susurró al aire, el tono de su rostro parecía confundido, hecho del que nadie tomó atención, al igual que con sus palabras que se perdieron entre las demás.
Sangre. Un rostro desfigurado. Dos balazos en el pecho. Un arma en su mano. El centro de la cuidad. Bastantes espectadores. Ningún testigo circunstancial.
—Hay algo que, ¿qué? —La curiosa y suave voz extraña sonó en su oído, en busca de una respuesta.
Su entrecerrada mirada bailó hasta el invitado detrás de su lugar, que inclinaba el cuerpo gracias a la estorbosa cintilla de color amarillo con el mensaje: "prohibido el paso".
Una gabardina café.
—Necesito más pistas —expresó al mirarlo de reojo con aquella mirada dorada que poseía.
—Su trabajo debe ser muy interesante —contestó a cambio, sonriendo con picardía.
El frío provocaba la conocida condensación cuando el hombre soltaba la conversación, logrando hacerlos conscientes de los grados bajo cero a los que estaban expuestos aquella madrugada.
—En efecto, lo es —contestó, volviendo a mirar hacia el frente, quitándole así la atención que no merecía, y que de hecho, prácticamente no le dio más que unos segundos.