me cansé de rogarle.

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—Chanclas, neta le dio un chingadazo de amor al Miguelito.—Nando le susurró a Marco sin dejar de ver con algo de lástima al moreno menor.

—Pues sí, lo trae cacheteando con huevos las banquetas.—Marcó alejó la botella de tequila de las manos de Miguel, estaba pasándose un poco de malacopa.

—Sí, nos podemos dar cuenta de eso, Marco.—Leo dejó de escribirle a su chino, o sea, Kubo, para ver a Miguel todo borracho sin ganas de vivir.

Miguel estaba llorando y tomando en aquel bar, no solo tenía el corazón roto, ¡el maldito chino le había pisoteado el corazón, pasado con todo el nacimiento sobre él, darle un botazo de Mamá Imelda, aventarlo por la ventana, darle con su robotito ese ilegal y meterlo a una licuadora! Estaba hecho pedazos, estaba demasiado enamorado de Hiro.

—No lo entiendo... Sus ojitos brillaban, me quería decir que sí pero no lo hizo. ¡Me lleva la chingada!

—¡Ándale, ya se me prendió el foco!—Marco afinó su guitarra y comenzó a tocar ESA canción que Miguel se sabía a la perfección. Los mariachis del lugar le hicieron compañía, ahora solo faltaba la voz.—Dale, Miguelito, yo sé que te la sabes.

—Me cansé de rogarle... Me cansé de decirle. Que yo, sin él, de pena muero. Ya no quiso escucharme. Si sus labios se abrieron, fue pa' decirme: ya no te quiero.—Así merito, así es el despecho mexicano con Pedro Infante.

Miguel pensó que el chino le iba a decir que sí. Después de tres serenatas, ¿quién se resiste a los encantos Rivera? Pues un corazón de piedra llamado Hiro Hamada. Pero inchi Miguel, ¿cómo no te vas a dar cuenta que traes al chinito mayor del cuello? ¿Ah? Es que eres pendejo.

—Yo sentí que mi vida, se perdía en un abismo, profundo y negro, como mi suerte. Quise hallar el olvido... Al estilo Jalisco, pero aquellos mariachis y aquel tequila. Me hicieron llorar.—Aún con el alcohol en su sistema, la voz de Miguel sonaba bien, un poquito barrida pero nada mal.—Me cansé de rogarle. Con el llanto en los ojos, alcé mi copa y brindé por él. No podía despreciarme. Era el último brindis, de un bohemio con un rey.

—¡Salud por el chino de Miguelito!—Gritó Marco, todos a coro dijeron lo mismo y luego bebieron sus botellas.

—Los mariachis callaron. De mi mano, sin fuerza, cayó mi copa, sin darme cuenta. Él quiso quedarse, cuando vio mi tristeza, pero ya estaba escrito que aquella noche...
Perdiera su amor.—Se terminó la canción con un Miguel deprimido y borracho.

Pobre de Marco que tendría que hacerla de niñero ahora.

(...)

—Hiro, ¿qué fue lo que pasó?—Tadashi acariciaba el cabello de su hermano menor como lo hacía cuando tenía una pesadilla en las madrugadas.

—Te gusta Miguel, ¿no es así?

El mayor palideció (sí, aún más) y se quedó sin palabras, ¿tan obvio fue?

—¿Qué?—Fue lo único que salió de su boca en el momento, la verdad su cerebro se le había parado muy, muy cabrón.

—Tadashi.—Hiro lo miró y le hizo una mirada de "no me mientas", el mayor asintió resignado, no tenía el valor para decirlo en voz alta.

—Sí, pero, ¿eso qué? Es imposible, tú lo traes enamorado, no yo.—Le explicó su hermano mayor sin dejar de acariciarle el cabello.

—Que te voy a lastimar, Dashi.

Tadashi sintió dos cosas, una ternura en su corazón por el amor que Hiro le tenía y un golpe de culpa en el estómago. Por una parte, se protegía a si mismo, por la otra... Pues su hermanito y Miguel sufrían. Y el Hamada mayor era empático como él solo, no había un gramo de egoísmo en él y menos si se trataba de Hiro.

—Y yo te estoy lastimando, de paso a Miguel. No. Es un corazón roto, no me va a matar.—Le revolvió el cabello azabache a su "pequeño genio", el hermanito de su vida, el niño que salva ciudades, el niño robótico y el amor de Miguel Rivera.

Hiro abrazó a su hermano, siendo vulnerable, cosa que rara vez pasaba, cosa que significaba un dolor genuino en el menor de los Hamada. Tadashi sintió la culpa darle otra cachetada, ahora tenía que arreglar ese desastre de triángulo amoroso que había hecho por error.

¿Cómo lo haría? No tenía una puta idea, lo pensaría en sueños o mañana, ahora debía subirle el ánimo a su hermanito.

—¿Cómics, pequeño genio? ¿O prefieres armar robots toda la noche?
































































































Yo extiendo el drama hasta secarlo, me encanta eso. En fin, amé haber usado las canciones de Pedro Infante para esta historia y de Luis Miguel. Por cierto, el próximo capítulo es el último, esta solo es una mini historia, se vendrán más largas luego.

No se agüiten, habrá extras de Hectashi, MarKyle y más Higuel.

by: Mateo.

‹ ִֶָ . ָ࣪ 𝘀𝖾𝗋𝖾𝗇𝖺𝗍𝖺 𝗽𝖺'𝗅 𝗰𝗁𝗂𝗇𝗈 ۰⸼ ۫𓂅 (higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora