Cap. XI

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Cap. XI





Corrió a la orilla de las escaleras, atrapando al travieso niño a duras penas.


—¡Marco! —reprendió al pequeño bribón que no hizo más que reírse al verse atrapado, pataleando y moviendo sus pequeñas y fuertes piernitas. Ella le dio un beso en el espeso cabello antes de comenzar a reírse—. Me vas a venir dando un infarto...


Bajó a la primera planta con él en los brazos y lo depositó en el suelo para que comenzara a jugar y a correr torpemente. Ya tenía un año y dos meses y aún se sonrojaba cuando la llamaba mamá, una de las pocas palabras que el niño ya podía pronunciar. El timbre sonó cuando iba a mitad del camino a la cocina, se devolvió al recibidor y su sonrisa se borró de inmediato al ver la cara al otro lado.


—¿Por qué Nickolas no ha respondido mis llamadas? ¿Acaso no le han llegado los papeles? —La voz avinagrada de la señora habló sin pausa.


Katherine calmó sus pensamientos antes de responder con una educada sonrisa:


—Buenos días señora, me temo que Nickolas aún está trabajando y yo no tengo ningún conocimiento de lo que está hablando.


—¿Eres su mujer y no sabes de la custodia de Marco? Más a mi favor —resopló con irritación. Katherine apretó los puños, conteniendo las ganas de gritarle sus verdades en la cara.


—¿Desea pasar? —inquirió ignorando por completo el comentario grosero. Pero la mujer ni siquiera se tomó la molestia de responder, sólo se dio la vuelta y se retiró. Katherine dejó escapar el aire que mantenía en sus pulmones, aliviada de no tener que lidiar ni un segundo más con esa odiosa persona.


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Se acercó a él, que estaba a medio vestir sentado en la orilla de su amplia cama. Él le rodeó la cintura con las manos, atrayéndola hacia él, dejando descansar su cabeza en el suave olor de sus pechos. Ella le acarició el cabello, dejando sus dedos deslizarse por sus hebras rubias y finas.


—¿Cuánto pensabas decirme que estás peleando por la custodia de Marco? —Katherine rompió el cómodo silencio. Había pasado toda la tarde pensando en lo mismo, ¿por qué ella no sabía nada de esto? ¿No se supone vivían bajo el mismo techo? ¿No confiaba en ella para más que para tener sexo? Las dudas llenaron su mente, pero decidió, que confrontarlo sería lo mejor.


Sintió el cálido aliento deslizarse sobre su piel, erizándola cuando Nickolas suspiró aún escondido en sus pechos.

—¿Cómo te enteraste? —respondió con otra pregunta.


—Tu ex-suegra vino hoy, y me lo echó en la cara. ¿Entonces...? —presionó.


—No quise comentártelo porque todo inició por ti. No quería que te sintieras incómoda y mucho menos culpable —admitió.


—¿Por mí? —Él asintió, separándose un poco de ella para poder verla a los ojos.


—Están alegando que la muerte de mi esposa fue muy reciente, y que yo añadí una nueva figura materna en la vida de Marco muy pronto. Pero, sinceramente, no estoy preocupado, ganaré el juicio, es en un mes. —Le explicó con calma.


—¿Entonces por qué me lo ocultaste?


—Porque no quería decirte que no tengo intenciones de dejarte ir de mi vida, sólo no quería... asustarte.


Katherine se echó a reír con humor ante lo absurdo de la sentencia.


—Nickolas, tenemos más de un año compartiendo la misma cama, y jugando a la casa feliz, creo que ambos sabemos aunque no lo hayamos dicho directamente, que queremos estar en la vida del otro.


Él no se rió con ella, sino que la jaló hacia él atrapando sus labios en un beso profundo y lleno de sentimientos. A veces las acciones dicen mucho más que las palabras.


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Movió nerviosamente las manos en su regazo, Nickolas le estaba dando la espalda, sentado frente al juez en la corte. No se había dado cuenta de que había estado sosteniendo el aire hasta que escuchó la sentencia a favor del padre del niño, en ese momento su corazón palpitó emocionado. Y una sonrisa amplia y brillante le correspondió a Nickolas que automáticamente volteó hacia ella.


Lo habían logrado.


Matteo corrió hacia ella llamándola mamá entre sus balbuceos en el momento que tocó el suelo, pasando por el lado de su abuelo sin darle una segunda mirada. Nick se acercó a ella, y le dio un beso en la mejilla.


—Te amo...—susurró con firmeza en su oído, mientras la abrazaba y a Matteo que ya estaba en sus brazos.


Ella cerró los ojos dejándose abrazar.


—Yo también te amo.

The Distance Between UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora