Capítulo I.

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Capítulo I.


Tomó la tarjeta luego de pagar, le dio un sorbo a su caliente y humeante chocolate deleitándose en el olor. Era un día como cualquier otro, el aeropuerto estaba particularmente vacío, posiblemente por la hora. Ya afuera comenzaba a oscurecer y la mayoría de los vuelos habían salido por hoy, uno que otro hacia europa aún estaban chequeando pasajeros.


—Sorry, can you help me? —La voz masculina la hizo detenerse a mitad del enorme pasillo. Lo observó por unos segundos, pulcramente vestido en un traje hecho a la medida y con la maleta en una de sus manos.


Extranjero.


—Sure. What can I do for you? —Le contestó en inglés. Esperaba no se alargara mucho la conversación, la verdad es que su inglés estaba algo oxidado, hace años que no hablaba con nadie.


—Necesito un taxi —Le requirió educadamente en inglés. Por un segundo dudó en si debía ayudarlo no, siempre veía esos programas de aeropuertos peligrosos, pasajeros pidiendo ayuda sólo para luego dejarle drogas o cosas para inculparlos. Pero sinceramente, era imposible relacionar al hombre frente a ella con algún tipo de contrabandista, ladrón o drogadicto. No sólo por la ropa, sino por su rostro y porte. Aparte de tener una voz exquisita, su rostro era precioso. No era ningún niño, era un hombre bien entrado en edad, quizás unos 36, le calculó por encima.


—Afuera pasan —respondió, señalando las puertas automáticas que daban a la vía principal.


—Me han dicho que es peligroso éste aeropuerto.


Ella asintió y volvió a mirarlo de arriba abajo, esto lo hizo reír.


—Lo siento —. Se disculpó por su indiscreción.


—No se preocupe, creo que voy demasiado vestido —dijo con una sonrisa.


—No le pasará nada si toma un taxi afuera, pero no creo que hablen inglés. También puede dirigirse allá —Le señáló uno de los locales que decía Rent a Car a unos 100 metros de ellos—, también ofrecen servicio de taxi ejecutivo y deben hablar inglés.


—¿Le importaría venir conmigo en caso de que no hablen inglés? Le pagaré por supuesto, por las molestias que se está tomando —. Se apresuró a aclarar, ella negó rápidamente a su vez.


—No hace falta, y claro, vamos.


Caminaron hacia el local, donde una morena lo atendió rápidamente en perfecto inglés. Katherine le dio una media sonrisa y se retiró. Ya había sobrepasado su tiempo de descanso. Volvió a la tienda terminándose el chocolate de un solo trago, ya se había enfriado.


Al menos había pasado algo diferente en su día.


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Aquello sinceramente comenzaba a desesperarle enormemente. Al menos el 80% de las personas con las que se topaba no entendían inglés y la verdad, es que debía aceptar su ineficiencia en ese campo, lo único que podría decir correctamente en español es "Hola" y ni eso podría decirlo sin acento americano. Con todos los problemas actuales del país, la persona que atendía éstas oficinas había decidido trasladarse permanentemente con su familia a usa y por problemas de legalidad, mientras hacían los trámites para la residencia no podían abandonar el país. Por eso se encontraba él allí, no era la primera vez que visitaba Venezuela, pero sí la primera vez que lo hacía solo.


Nunca pensó en todos los inconvenientes que su incapacidad de comunicación le traía, dependía totalmente de aquellas personas que sí podían entenderlo.


La semana se le había pasado en un abrir y cerrar de ojos y sinceramente, sentía que no había avanzado ni un poco.


Hace años más de 10 años que había logrado fundar su pequeña empresa comercializadora de equipos informáticos, especialmente para pequeñas empresas. Había empezado con un pequeño local en su propia ciudad, y con el paso de los años había logrado extenderse a otros cuatro países. Quizás no nadase en dinero como Donald Trump, pero realmente tenía una vida completamente holgada y bastante confortable.

Tenía que pensar una solución a éste asunto apenas regresase a Nueva York. Y con ese último pensamiento, cayó completamente dormido en la comodidad de la cama del hotel.

The Distance Between UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora