Capítulo VI.

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Capítulo VI.


Engorrosa.

Vergonzosa.

Cohibida.


Cualquier sinónimo parecido también serviría para describir la interacción entre ellos el resto del día luego de que terminaran de desayunar y al día siguiente mientras intentaban trabajar en conjunto. No podía negar que la principal culpable era ella, se sentía incómoda teniéndolo cerca. Se sentía culpable, pero sobre todo... no podía sacarse de su mente su cuerpo desnudo, sus labios, ni su toque. El verdadero problema estaba siendo que ella no podía olvidar. No lograba borrar eso de su mente, y su corazón se disparaba ante la mera posibilidad de que él pudiese tocarla.


Más de una vez había notado los ojos de Nickolas sobre sus labios, sobre su cuerpo, y aunque ninguno de los dos decía nada, la tensión estaba allí, latente, tanto que podría cortarse con un cuchillo.


✔ ¿Puedo ir a tu casa? Me gustaría hablar contigo antes de irme.

Se paró de un salto de su cama, su pequeño apartamento tipo estudio parecía un verdadero chiquero. Comenzó a recoger todo con rapidez, lavar los platos, recoger los zapatos y carteras, tender la cama, todo a una velocidad vertiginosa.


✔ Sí.

Tecleó la respuesta antes de meterse directo a la ducha para un pequeño baño de gato. Cuando el timbre sonó estaba colocándose un poco de crema corporal en los codos y manos ya decentemente vestida. Respiró profundo, armándose de valor antes de ir a abrir la puerta.


—Hola —saludó con una sonrisa y alzando una botella de vino. Katherine se mordió el labio inferior mientras lo observaba, casual en unos jeans negros y una camisa de cuello ve blanca.


—Hola, adelante —Se hizo a un lado para darle paso—. ¿Celebramos algo? —inquirió mientras cerraba la puerta detrás de él y le indicaba que tomara asiento en los pequeños muebles de la sala-cocina.


—Celebramos que ya mañana me voy, creo que eso es algo de lo que te alegrarás —señaló, obviamente sin rodeos. Estaba cansado de caminar sobre vidrio estos dos días con ella.


Katherine se sonrojó avergonzada.


—No es así, Nickolas —negó su afirmación. No se alegraba de que se fuera, todo lo contrario, sufría porque sabía que nunca se quedaría.


—Pues me has hecho pensar lo contrario. De verdad necesito un poco de vino para lo que voy a decir, ¿podrías traer vasos o copas y sentarte un momento conmigo?


Dudó un momento, pero la seriedad en sus orbes avellana la disuadieron. Fue a la cocina y sacó las únicas copas que tenía allí. Se sentó frente a él en la pequeña sala y lo dejó servir el vino en cada una de ellas. Se tomó el suyo de un trago y escuchó la risa baja de Nickolas antes de rellenársela otra vez.


—Deberías tomártelo con calma si no quieres que terminemos en la cama otra vez —Le advirtió con diversión en esos ojos hermosos. Ella se atragantó con la segunda copa, mientras comenzaba a toser desmesuradamente. La risa de su acompañante sólo se incrementó mientras ella intentaba tomar aire—. Lo siento, eso no fue muy educado de mi parte.


Katherine siguió el camino de la copa nuevamente a su boca masculina, sin molestarse en responderle, aún estaba agitada por sus palabras y por el accidente con el vino.


—¿Qué es lo que realmente te molesta? ¿Que estoy casado? —inquirió dándole otro sorbo despreocupado a su copa.


Se llevó las manos al cabello, jugueteando con la punta de sus ondas mientras pensaba que responder con sinceridad. Él le estaba hablando directamente y con franqueza, ella también podría hacerlo.

The Distance Between UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora