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Son las 5 pm y Louis se encuentra en el piso de su sala llorando desconsoladamente, intentando dejar de temblar e intentando calmarse.

Tiene la misma ropa hace días y no pretende cambiarse.

Cuando está intentando respirar para alejar ese ataque de ansiedad su teléfono empieza a sonar.

Se levanta del piso y acaricia a su gato cuando ya está totalmente arriba.

Camina hacia el

   —Diga —Habla Louis con una voz gangosa debido a que estuvo llorando las últimas 3 horas.

   —Hola LouLou, ¿cómo estás? —la voz de Harry suena al otro lado de la línea.

   —Como se supone que debería estar después de la muerte de mi mamá. Destrozado.

   —Lo siento, fue mi culpa, no debí hacer esa pregunta.

Louis simplemente se quedó callado.

   —Bien, ¿tomaste tus pastillas? —Harry pregunta.

   —Sí.

   —Bien, eso es un avance. Y dime, ¿quieres que nos veamos? Puedo ir a tu casa y abrazarte.

   —Me encantaría.

   —Iré entonces.

   —Te espero.

[...]

El timbre sonó y Louis abrió la puerta.

Era Harry, totalmente empapado.

   —¿Por qué estás así de mojado?

   —Está lloviendo afuera y vine a pie.

   —Entra, tengo toallas secas.

Harry entró y se secó.

   —¿Puedo tomar ropa tuya?

   —Claro.

Louis había comenzado a llorar de nuevo, se sentía como la mierda, no quería ni comer.

   —Bien —Harry se sienta junto a Louis, el cual tiene a su gato en su regazo, y lo abraza, brindándole todo su apoyo. Louis comienza a sollozar cada vez mas fuerte. —Desahogate, eso es bueno. Eres muy fuerte Lou, estoy muy orgulloso de ti.

   —Soy una mierda —dice sollozando —, no fui a verla cuando podía y ahora que nunca más la veré... —No pudo terminar su frase ya que empezó a llorar desgarradoramente.

Harry no decía nada, sabía escuchar y con solo hacer eso brindaba mucha ayuda.

   —Tengo una vida horrible. Todo el mundo me insulta por ser gay... —no terminó de hablar cuando preguntó: —¿tengo algo mal?

   —¿Qué? ¡Claro que no! Tu estás bien, tus gustos no tienen nada que ver con qué tengas algo mal.

Louis se limitó a asentir mientras sorbia su pequeña nariz y se secaba las lágrimas.

Pasaron toda la tarde y noche en el piso de su sala llorando e intentando consolarse.

Ambos sabían que ahí había más que una amistad incondicional. Había atracción, pero no era el momento, o tal vez sí...

Teléfono Descolgado ┊┊ l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora