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Eran las 6 pm de un día hermoso de Octubre. El sol estaba brillante, todo lo contrario a Louis, que estaba desanimado, con una depresión más fuerte que otras veces. Estaba desesperado por salir de ahí.

Su teléfono sonó, como de costumbre.

Ésta vez, Louis estaba junto a éste y contestó rápido.

   —¿Si?

   —¡Lou! Dios, bien, debo hacer esto —Harry habló, sonaba nervioso. —Mira, quería decirte esto hace mucho pero no me atrevía. Hoy lo haré, así que... —Tomó una profunda inhalación para hablar. —Me gustas desde hace mucho tiempo y me encantaría salir contigo. Entiendo que estás mal aún y yo solo quería decírtelo porque odio los secretos.

Louis estaba pasmado, solo respiraba, sin parpadear.

   —¿Y-yo t-te gusto?

   —Claro, eres el chico más hermoso que he conocido en toda mi vida. Te amo mucho Louis, nada cambiará eso.

   —También te amo, Harry.

[...]

Pasó el día y Louis estaba un poco mejor.

Harry llegó a su casa sin avisar y se quedaron toda la noche hablando hasta que el ojiazul cayó rendido en los brazos de su amado Harry.

Despertó por una sensación ya conocida.

Solo que ahora era diferente, muy fuerte y preocupante.

No podía respirar y estaba poniéndose nervioso.

Comenzó a llorar y Harry despertó.

   —¿Lou? ¿Qué pasa, Lou?

El nombrado no contestó, seguía intentando respirar.

El rizado lo entendió al instante. Un ataque de ansiedad, eso era.

Ayudó al ojiazul a respirar y funcionó, y a la perfección.

Unos minutos después Louis estaba calmado, pero seguía llorando.

No había dejado de llorar desde hacía meses.

No comía mucho y dormía muy poco.

Iba de mal en peor.

No aguantaba más.

Teléfono Descolgado ┊┊ l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora