Sus lugares

801 62 65
                                    

Zelda despertó con los primeros rayos del sol. Abrió los ojos y lo primero que sintió fue el dolor en su espalda debido a dos noches de dormir en el suelo, por lo que se incorporó y dejó salir un suave bostezo. Sin duda estaba lejos de haber descansado a pesar de que durmió profundamente toda la noche.

Alzó la mano tapando su rostro de la luz y contempló su guante cubriendo su marca, mientras recordaba el incidente de ayer. ¿La Trifuerza reaccionó a Link o fue a su estado mental? No estaba segura, pero sentía que había algo mucho más profundo tras su pérdida de conocimiento.

Esperaba no tener que descubrirlo...

Miró a su alrededor en busca de Link y no tardó en encontrarle a dos metros de ella, sentado contra una roca; le vio con detenimiento por un momento. Su cabeza inclinada indicaba que dormía, pero entre sus manos y apoyada contra su hombro derecho yacía la Espada Maestra en una clara pose de vigilia. Se preguntó si la noche anterior también durmió de tal forma, pues ayer cuando despertó él ya estaba preparando las cosas para partir.

La princesa se puso de pie, y con cuidado se acercó al joven hasta quedar a tres pasos de él, y por un momento le observó; el héroe era joven como ya había mencionado en una de sus conversaciones, asimismo era unos centímetros más bajo que ella, pero también era cierto que era alguien de buen aspecto, incluso se atrevería a decir guapo. Sus ojos de un azul intenso, sumado a sus rasgos suaves, y aun así angulares, junto a su cabello salvaje, le volvían alguien agradable de ver, especialmente cuando se descubría que bajo ese semblante, en primer instancia inexpresivo, había un chico que rebosaba en amabilidad.

Sacudió su cabeza ligeramente, alejando aquellos pensamientos. Ella era una princesa, no una de sus doncellas que vivían suspirando por hombres que al final del día sólo les romperían el corazón; y no es que asumiera que Link sea de esa clase, pero no correspondía que ella le observara y pensara de tal forma de un chico que no le estaba cortejando. Además él era el héroe de su pueblo y le debía respeto.

Se agachó hasta quedar frente a él y con delicadeza empujó su hombro para despertarle sin sobresaltarle. Sin embargo, Link abrió sus ojos de golpe, y con una mirada peligrosa tomó la muñeca de la princesa con fuerza quien, sólo dejó salir un chillido de dolor.

Todo fue un acto reflejo. El joven la soltó al instante que le reconoció, pero ya era demasiado tarde.

— ¡Zelda! — le llamó con preocupación al ver su rostro lleno de dolor, y una vez que ella le vio acercarse para ver su herida, retrocedió con el rostro asustado.

La había dañado. Hirió a la princesa y ahora le miraba con miedo. Ella le temía.

La princesa vio cómo su expresión se desfiguraba entre el arrepentimiento y la culpa, por lo que rápidamente trató de corregir su error involuntario, pero él fue más rápido y se puso de pie, alejándose de ella mientras sostenía su espada.

— Lo siento. — fue lo único que dijo cargado de culpa y sin atreverse a mirarle directamente antes de partir hacia dónde estaba el acantilado que separaba las provincias.

Qué horrible despertar...

Ni siquiera se detuvo a tomar su escudo o la túnica Zora que había usado como almohada para tender a la princesa la noche anterior, sólo caminó, mientras sostenía su espada en su mano derecha y se repudiaba por lo que había hecho. Sí, fue un accidente, pero eso no le quitaba la culpa; al contrario, la empeoraba, pues fue algo que se pudo evitar.

Luego que recuperó su cuerpo por completo, durante su viaje hubo cierto incidente que cambió rotundamente sus hábitos al dormir. Había salido del bosque de Faron en dirección a Kakariko cuando la noche les alcanzó en la llanura, por lo que decidió pasar la noche en ella, había decidido refugiarse entre algunos árboles para evitar ser detectado y dormir a destajo.

AnochecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora