¿Bailamos?

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l tiempo siguió su curso y antes de que Link se diera cuenta ya se habían cumplido dos meses desde la derrota de Ganondorf.

Todo marchaba bien, probablemente mejor que nunca, su grupo de reclutas mejoraba cada día. Se estimaba que la reconstrucción del castillo culminaría a mediados del otoño... y luego estaba Zelda.

Todo era mejor entre ellos.

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La mañana siguiente a su retorno, Link despertó varias horas después del amanecer, coincidiendo con el momento exacto en que Eleine entró a su habitación.

Gracias a las diosas, esta vez, no abrió la puerta de golpe.

— Me alegra verle despierto una vez más, mi señor. — saludó con jovialidad a Link quien solo asintió, mientras yacía sentado a medio cubrir por las mantas.

La criada cruzó la habitación y procedió a abrir las cortinas y ventanas para iluminar el lugar, mientras le contaba al joven todo el revuelo que causó su retorno el día anterior, mas Link no le prestó atención, solo miró alrededor de la habitación en busca de algo... de alguien.

El paño sobre su frente había desaparecido al igual que el cuenco en la mesita de noche, ahora reemplazado por una jarra con agua y un vaso. Así mismo la silla que recordaba haber visto a un lado de su cama se mantenía en su lugar junto al escritorio.

¿Fue un sueño? ¿Un delirio?

Sus pensamientos estuvieron a punto de llevarle a un lugar muy oscuro y profundo, pero para su suerte, esta vez Eleine dijo algo que realmente captó su atención.

— La princesa no se separó de su lado en ningún momento. Desde el amanecer, cuando ordenó que le trajeran hasta acá para revisarle, y hasta el anochecer, en el que incluso se rehusó a cenar para cuidar de su fiebre.

Link volteó a verle con cierta consternación en el rostro, mientras que la chica parecía observarle con cierto detenimiento, sin embargo, rápidamente lo dejó y continuó hablando.

— Debo admitirlo, mi señor, usted realmente sabe cómo atraer la atención de una chica. —dijo con una sonrisa pícara seguido de un veloz guiño.

Link sintió que se atragantaba con su propia saliva, causando un fuerte ataque de tos.

Eleine se apresuró hacia él, y una vez estuvo a su lado le tendió un vaso con agua, el que le ayudó a beber lentamente logrando calmar la insistente comezón que sentía en su garganta.

— Gracias. — dijo Link una vez recuperó el aire.

La pelinegra asintió y preguntó.

— ¿Hay algo más que pueda hacer para servirle? Puedo traerle comida o agua fresca, incluso prepararle un baño si así lo desea. — ofreció con ese tono servicial típico de ella.

Él negó, todas sus opciones eran exactamente lo que quería, pero había otra cosa que necesitaba comprobar primero.

Necesitaba verla...

Llevó su mano hacia las mantas y las agarró bajo la atenta mirada de Eleine, quien al notar esto parecía dispuesta a hablar, mas antes de que pudiera hacerlo, Link se detuvo.

Debes descansar, es lo mejor para la fiebre.

El nítido recuerdo de su dulce voz y la suavidad de su mano sobre la suya le hizo desistir.

— Por favor ve y avísale a la princesa que he despertado. — cerró sus ojos, aun sintiéndose cansado. — No quiero que se siga preocupando en vano.

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