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Era miércoles por la mañana. Esa noche, en el Teatro De Las Cien Flores, habría una fiesta en el Salón Cobre Plateado, un salón que había sido alquilado para ese evento. 

El salón tenía un gran patio, por lo que las fiestas se podían realizar afuera, adentro, o fuera y dentro a la vez. En este caso, la fiesta sería afuera.

Perú, junto a sus infaltables compas, estaba frente a la clínica donde sería atendido por la psicóloga, cuestionándose si entrar o no a dicha clínica.

—Tranquilo Perú. Todo saldrá bien —dijo Jamaica sonriendo—. O no… —Su sonrisa se fue por unos momentos y luego regresó—. Pero no pienses en la segunda. —Agitó la mano.

—¿Qué clase de aliento es ese? —Cuba se burló.

—Mira Perú, solo debes ir ahí y ser tú mismo, ya está —Trinidad rodó los ojos y alzó los hombros como si lo que dijo fuera lo más obvio del mundo, y Perú en una expresión de disgusto estiró el labio superior izquierdo provocando que su ojo se achine.

—¿No fue suficiente con hablar conmigo mismo frente a un espejo durante dos horas? —preguntó obstinado.

Jamaica rió, dándole esperanzas y haciéndole sonreír, pero… —No—. Soltó  serio haciendo que algo se quebrara dentro del peruano. Volvió a su aura animada y posando sus manos en la espalda de Perú le dijo —Bueno, ¡entra! —y lo empujó dentro de la clínica mientras que su contrario le soltaba maldiciones.

Mientras tanto, en la parte de atrás de la clínica.

—Listo Chilita —Argentina sonrió orgulloso al ver a su Chile vistiendo como toda una psicóloga. Cerró los ojos—. Sólo ve ahí y sé genial. 

Ella asintió.

—Chile —llamó Honduras—. Antes de que vayas —sostuvo su mano—, ten, un auricular —dejó el objeto en la mano que sostenía—. Nosotros tenemos uno igual, así podremos oír todo lo que digas y escuches, y viceversa. Con esto es como si estuviéramos contigo.

Chile sonrió. —Deseenme suerte —dijo antes de ingresar a la clínica. 

Cuando entró, divisó en las sillas de espera a quien sería su paciente, y este venía acompañado de otros tres chicos a quienes reconoció gracias a su charla con uno de ellos.

Respiró hondo, se dijo un "tú puedes" mentalmente, y se acercó al chico con el chullo recibiendo la atención del grupito al verla allí. —Hola, ¿Usted es... —bajó intencionalmente su vista a la lista que cargaba en sus manos— Lima Perú?

—Sí, soy yo —respondió casi por obligación, levantándose de su asiento.

—Mucho gusto, yo soy la psicóloga Crystal Hayleigh. Usted había solicitado una cita conmigo.

—No… Bueno… Sí… ¿Hay reembolso?

Los dos amigos junto a Perú se golpearon la cara y el tercero, Jamaica, hacía señas de negación (cosa que Perú no veía al estar a espaldas a ellos).

—No. —Mantuvo una sonrisa forzada—,  no hay reembolso.

Perú cayó en un aura deprimente susurrando para sí mismo un "puta vida".

—Venga, iremos al consultorio.

**

Afuera, en la parte de atrás de la clínica, Honduras y Argentina estaban sentados en una banca escuchando todo por el auricular mientras la gente que pasaba los miraba con cara de: "¿Qué mierda?".

—¡Perú ya está ahí! ¡Aaaaah! —Argentina gritó tras despegar su oreja del dispositivo recibiendo luego un puñetazo en la cabeza por parte de su enojado compañero.

Г|Meraki. Argentina x PerúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora