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Luego del desfile, la chica alta, de cabello negro y vestido rojo y corto, fue al salón de descanso donde se tiró y sacó su teléfono para revisar sus redes sociales.

Vio una nueva publicación de Jamaica, un influencer que llevaba siguiendo desde hace un tiempo.

Se tapó la boca con una mano sorprendida. —¡Ernesto!

—Es Armando —corrigió su asistente—.  ¿Qué necesita, señorita Chile?

—Ernesto, prepara el avión, me voy a Puerto del Pino —dijo levantándose del lugar yendo a por sus cosas.

—Enseguida.

**

Se levantó de la cama y se fijó a su lado donde se encontraba una chica cualquiera, que ocultaba su cuerpo desnudo bajo aquellas sábanas. Suspiró y se levantó colocando una bata y yendo a la cocina a prepararse un café.

Mientras bebía, se recostó un poco en un pilar de la cocina (aún de pies) y sacó sus celular viendo las últimas notificaciones. Habían propuestas de matrimonio, propuestas indecentes, imágenes reenviadas de su mamá dándole feliz viernes y que Dios lo bendiga, mails del trabajo y… 

Una nueva notificación de Jamaica, el tan reconocido influencer al que seguía desde hace bastante. Sin mucho interés abrió la publicación antes de darle un sorbo a su café.

Al ver lo publicado, escupió el café y se dirigió corriendo a su cuarto no sin antes dejar la taza en el mesón.

Llegó a la habitación y ahí estaba la chica sentada en la cama, con la sábana cubriendo sólo la parte inferior de su cuerpo.

Al ver a Honduras entrar, mordió su labio inferior y tras relamerse los labios comenzó a juguetear y masajear su busto. —Ay, papito, disfruté mucho la noche anterior, ¿cuándo nos volveremos a ver?

Honduras le sonrió, se acercó a ella y sin decir nada la cargó llevándola consigo fuera del cuarto. La chica confundida no dijo nada sino hasta que se vio cara a cara con la puerta de salida.

—¿Pero qué demonios? —Y antes de decir algo más, fue lanzada fuera de la casa escuchando la puerta siendo azotada tras de sí. Confundida y molesta se giró —¡Oye, ¿Y mis- —la puerta se volvió a abrir; su ropa y demás pertenencias siendo lanzadas en su cara.

Honduras asomó la cabeza por la puerta. —Tengo que reunirme con un amigo que está idiota, seguro que sin mí la va a cagar bien feo. Tal vez no te vuelva a ver —se quedó callado un rato y luego en un susurro audible dijo—: y, he tenido mejores.

Serró la puerta esperando no recibir una demanda por aquello.

**

Por mientras, en un lujoso apartamento de Puerto del Pino, el ilustre bailarín y maestro se encontraba en el sofá, cubierto con una frazada, llorando y comiendo helado para aclamar sus penas, tratando de ser consolado por parte de Italia.

—¿¡Por qué!? —gritó Argentina y luego comió una cucharada más de helados—. ¿¡Por qué tuvo que aparecer así!? ¿¡Por qué se tuvo que ir así!? ¡¡No puedo soportar este maldito sentimiento de mierda!!

—Argie —Italia apoyó la mano en su hombro—, cálmate un poco. ¿Quieres ir a un psicólogo? ¿Un terapeuta? ¿Hacemos una terapia grupal? ¿Vamos al parque?

Lanzó su pote de helado ya vacío. —¡No quiero nada! 

Italia suspiró, recordando esos tiempos dónde Argentina le montaba berrinches infantiles. Aún recuerda la vez que le entró depresión porque Macri había muerto, fue súper difícil conseguir que saliera de la cama luego de un mes de la muerte del gato.

Г|Meraki. Argentina x PerúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora