naoto. mitake.

nueve.

había sido un simple mes el mes en el que takemichi estuvo en su vida, un mes como cualquier otro.

pero en ese mes la presencia de naoto y de takemichi se volvieron parte de su día a día.

las mañanas eran brillantes con las mejillas rojas de takemichi por cada uno de sus comentarios, y las tardes eran increíbles y divertidas con la presencia del pequeño y serio naoto. un mes como cualquier otro para otras personas, pero, sin duda, para él el mejor mes de su vida en muchos y largos años.

sin embargo, ahora volvía a ser lo de siempre.

—¿estás volviendo a comer solo dorayakis y tayakis?

no respondió en sí, simplemente confirmó la pregunta con un ajá mientras seguía masticando.

—por favor, mikey, ya pasaron dos meses desde eso. estás más flaco que antes de que conocieras a takemi--

—shhh —mandó a callar, sin darse la vuelta para observar a draken y con su dedo índice apoyado en sus labios—. no hables de más, draken.

y ahora, más que nunca, estaba preocupado. ya ni siquiera había un saludo, ya no había confianza.

siquiera lo llamaba ken-chin. todo se había disuelto en el portazo que pegó aquel día el hanagaki mayor.

suspiró, cansado de ser un niñero personal y parecer el único que se preocupaba por su líder—. me voy, haz lo que quieras. si quieres morirte desnutrido por ahí, házlo, no me importa —pero más importante que un líder… su mejor amigo.

—estoy preocupado por mikey —comentó mitsuya, viendo a draken trabajar.

—aunque no me guste admitirlo… yo también. bajó más de peso y sus ojeras volvieron.

—¿en serio ese tal takemichi se volvió tan importante en un mes como para ser el causante de cómo está mikey a día de hoy? —preguntó inui. realmente sólo sabía muy poco sobre la extraña situación de hace unos meses, sólo gracias a draken.

—no hables sin saber, inupi. takemichi tenía algo… algo muy raro, pero de buena forma. automáticamente llamó la atención de absolutamente todos nosotros, ¿sabes? —exhaló con calma, tomando otra herramienta y arreglando el tornillo zafado—. creo que mikey le tomó mucho cariño en tan poco tiempo porque de alguna u otra forma se parece a… a alguien que tú no conoces.

—hay muchas cosas que no sé realmente, es ligeramente frustrante —rió, limpiando con un trapo húmedo la motocicleta recién arreglada y lista para su dueño. la puerta del negocio sonó—. ¡muy buenas tardes! ¿qué se le ofre--…? ¿un niño?

observó extrañado al pequeño azabache, quien observaba con seguridad todo el local, pudo oír un pequeño «es aquí» viniendo del niño.

—oye, ¿estás perdido, niño? ¿y tus padres?

—¿u-usted es "ken-chin"? —el pequeño habló, parecía intimidado por la sombra que tapaba su pequeña silueta, una sombra gigante que pasaba el metro noventa.

—¿"ken-chin"? ¿cómo sabes sobre eso? —tiró el pañuelo que estaba usando a cualquier otro lado, observando con extrañes al infante. no todos los días llegaba un niño raro a tu negocio que nombraba un apodo que ya hacía meses no oías.

—¡papá está muy triste, porque manjiro-san no está con él! p-papá dice que manjiro-san hizo algo malo, y que no está triste, ¡p-pero sé que está mintiendo, yo oí como lloraba! osea… papá siempre llora, pero ahora estaba llorando y se veía lastimado.

el niño paró de hablar, jadeando levemente, no es como si todo aquello lo hubiera dicho en un rato largo, sino que en menos de dos segundos ya tenía más o menos escrita la biblia.

—oye, oye, para el carro, ¿"manjiro-san", "papá"? ¿quién eres, niño?

—¡hanagaki naoto, y mi papá está muy triste! y yo sé que manjiro-san también debe estar triste, por eso… ¡quiero su ayuda!

rió con gracia, observando al azbaache frente a él.

sin duda, esos ojos decididos y fuertes le hacían recordar a alguien.

—ya, ya, pequeño niño. te ayudaré, porque mikey también es mi amigo.

«emma, shinichiro… creo que estoy comenzando a entender porque mikey quiere tanto a estos dos a su lado».

gente, tengo mucho miedo.

a mi mamá y a mi hermano les salió que eran 100% parecidos a izana en un test…

y adivinen quién es 90% parecido a mikey y mikey kinnie.

esquivo esquivo, tengo miedo.