𝐈𝐕. 𝐓𝐨𝐝𝐨 𝐞𝐬 𝐚𝐳𝐮𝐥

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Master Hand, animoso, guio a sus sirvientes más fieles a preparar una celebración sumamente especial

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Master Hand, animoso, guio a sus sirvientes más fieles a preparar una celebración sumamente especial. La época del primer torneo masivo daba comienzo con una fiesta aparatosa, con vestidos y tacones, así como camisas y pantalones de vestir en telas finas.

Ajustes con alfileres filosos, perfumes florales y algunos desastres minúsculos de vanidad volcaron la casa de lado. La Villa Smash se vio conglomerada en tiendas de moda, el tumulto de gente y los grupos de amigos la pasaban bien entre luces de negocios y aparadores brillantes.

Pit fue llevado por Marth y Ike hacia la verbena del centro. El rey y el mercenario ya tenían listos sus atuendos desde que llegaron a la mansión, así que solo se dispusieron a serpentear caminos y tiendas en busca de algo para su preciado ángel.

Pit sabía que la gala favorita de Lowell era un traje ceremonial en color negro, remachado en hilos de oro y adornos bordados por doquier, pero también se enteró que este año sería reemplazado por blanco, dorado y azul, aunado a detalles en forma de alas en la parte posterior de la capa. Ike, en cambio, usaría el atuendo de su padre; una túnica oscura encima de una camisa azul, portaría una capa ocre que ondearía en su espalda y calzaría unas botas pesadas en plateado y marino.

Pit envidió lo bien que se veían y se verían juntos.

¿Así se habrían visto Link y él en un pasado?

Lowell seguramente guardaba fotografías en lo más profundo de sus cajones, la añoranza a esas épocas jamás les permitirían salir de ese lugar seguro. El ángel lo agradeció silenciosamente, eran luminografías viejas, captadas en momentos felices que se conservarían por siempre.

La perfección era un concepto abstracto y subjetivo entre los pensamientos del castaño, no sabía si Ike y Marth lo eran en su totalidad, él se concentró en que lo parecían; nunca los había visto pelear o tener disyuntivas aparatosas. La forma en que sus manos se juntaban, sus pequeños besos en la mejilla del contrario y la rendición amorosa que tenían el uno por el otro provocaron que los ojos de Pit se volviesen cristalinos.

Intentó reprimirse pasando sus dedos por las líneas de sus palmas, a la vez que tragaba saliva para disipar el nudo que se había formado en su garganta.

—Creo que este prendedor es es indicado, ¿tú qué dices, Pit?—mostrándole un broche le cuestionó el rey de Altea—. Combina con cualquiera de tus togas—el peliazul sonrió y posó sus extremidades a cada lado de los hombros del más bajo.

Cuando el disimular paró y el hueco en su interior se apretó en un dolor medianamente soportable, el ángel se dignó a admirar la pieza de metal.

Marth tenía razón, era lindo, bastante parecido al botón rojizo que cargaba consigo usualmente, solo que este era azul y tenía hojas de oro alrededor de la piedra.

—Supongo que está bien—reveló con una sonrisa carente de ánimo, enseguida buscó el dinero para pagar tal lujo y retirarse del sitio lo más pronto posible.

𝐃𝐨𝐧'𝐭 𝐆𝐨 𝐃𝐚𝐫𝐤 || 𝐏𝐢𝐧𝐤 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora