4. Cosas que fallan.

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Dalia

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Dalia.

Y arriba y abajo, y arriba y abajo. Básicamente como la vida misma. Vuelvo a lanzar la pelota por... ¿Cuántas veces llevo ya lanzando la puñetera pelota? Ni me acuerdo.

Es sábado de la primera semana que volvemos a ir a clases, donde me sigue tocando en la jodida clase que está Joel. Ese chaval no entiende que, uno, no me pienso mover de mi puñetero sitio, y dos, que compartamos clase no significa que tenga que hablarme. ¿Tengo cara yo de querer hablar con ese idiota? Pues no, ni con él ni con la gente a mi alrededor y aun así... ¡Se empeñan en hablarme!

Que sea la hermana gemela de Amber no quiere decir que seamos idénticas en todo aunque para eso ya me teñí, para que no se confundieran de chica, pero aun así... ¡Siguen hablándome!

Paso, hoy es sábado y es mi sábado. Ya tendré que verles el lunes otra vez las caras, como para acordarme de ellos un sábado, mi precioso sábado. Me concentro en volver a tirar la pelota al techo de mi habitación mientras estoy tranquilamente tumbada en mi cama, pero esa tranquilidad dura poco cuando por tercera vez la pelota baja a causa de la gravedad y entra sin llamar a mi puerta Marga.

- ¿Acaso no tienes otra cosa mejor que hacer que lanzar esa puñetera pelota que hace ruido? No sé, ¿no tienes que maldecir a nadie o leer?

Las habitaciones están en la segunda planta de nuestra casa, que es bastante grande, y la de Marga está justo al lado de la mía y como no están insonorizadas, se escucha todo. Pero cuando digo todo, es todo.

- No. -digo sin más lanzando otra vez la pelota, pero cuando va a bajar ella la intercepta y la lanza por mi ventana, que está abierta.

¡Acaba de lanzar mi pelota por la ventana!

- ¿Te has vuelto loca o qué coño te pasa? -va a contestarme pero digo otro comentario a causa de la ira que siento. Ya ves, yo y la ira somos como mejores amigas. Yo no puedo controlarla, ni ella a mí, fin de la historia. -¿Es que estás sin follar o qué coño?

- ¡Dalia!

- ¡Así me llamo!

- ¿Qué está pasando aquí?

Amber que a causa de nuestros gritos se ha acercado a mi cuarto y ha entrado para saber que pasa. Lo dicho, se oye todo.

- ¡Tú hermana es lo que me pasa! -dice Marga, ahí ha estado fina la chica, ¿eh?

- ¡Qué también soy la tuya pedazo de mierda!

- ¡Qué ya lo sé, idiota!

- ¡Las dos, basta! - esa que ha gritado en mi cuarto es Amber.

Ella no suele perder los estribos, es más, ella siempre se mantiene en calma y serena y nos intenta hacer que entremos en razón. Pero ella jamás, pero jamás, pierde los estribos. Nunca nos ha gritado. Nunca. Ahora mismo es como ver un cerdo volando.

El asesinato de la cuarta florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora