𝚂𝚒𝚗𝚘𝚙𝚜𝚒𝚜

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—Giovanna. -Murmuraba una suave y melodiosa voz perteneciente a una mujer, mientras movía el brazo de la pequeña de seis años. Acariciaba su cabello con delicadeza, iba a hacerle algo más en aquel cabello si no despertaba, pero se abstuvo al notar como la nena abría de poco a poco sus pequeños ojitos y los tallaba con sus manos.

¿Mamá?... -Murmuró aquella pequeña, volteando a ver el reloj que tenía sobre la mesita de noche. —¿Por que me despiertas a las 2 am?.

—Haremos un viaje, tu padre ya despertó a tus hermanos, solo faltas tú. Queremos enseñarles algo.

Y dicho eso, la pequeña se levantó, y se colocó los zapatos que le extendía su madre, arreglando un poco su cabello.

Ya en la planta de abajo, se encontraban el esposo de la mujer, una niña de dieciséis años y un pequeño de diez, ambos hermanos en pijama. La mujer dirigió su mirada a su hija mayor, quitando cualquier rastro de amabilidad, viéndose seria. La chica lo notó, pero no dijo nada al respecto, ella estaba nerviosa, y ya tenía algo en mente sobre el motivo de su "paseo".

...

—Mamá, ¿que hacemos aquí?. Hoy no toca cacería. -Dijo aquel pequeño de cabellos rizados, soltando un pequeño bostezo, mientras veía el bosque. Se les había hecho un plan de entrenamiento a cada uno para que mejorarán sus técnicas, todos los viernes era como una "noche de juegos familiar" siempre había una pequeña cacería... Pero claro, esta no era una de estas.

—Venimos a mostrarles lo que pasa cuando traicionan al clan, así como lo hizo Gianna. -Dicho eso por el progenitor de los Ferrara, todos volteando a observar a la hermana mayor; Franco con el ceño fruncido, Amelia claramente enojada, Giovanna mirandola confundida y Giovanni pues... Bostezando, estaba cansado.

—¿Porque tiene que ser delante de ellos?. ¡Apenas son unos niños!. -Exclamó la mayor de los hermanos mirando enojada a los progenitores, apretando sus puños, colocándose en su frente. Ya ella sabía lo que esperaba, pero no quería que sus hermanos quedarán traumados.

—Tienen que aprender a no repetir tus errores, mientras antes aprendan, mejores serán en el futuro. -La madre se alzó de hombros, sacando de su cazadora de cuero una pistola, apuntándole en la cabeza, quitándole con eficacia el seguro al arma.

—¿Mami?... -Dijo la pequeña Giovanna mientras se aferrada al brazo de su hermano mayor, quien observaba aterrado a su madre.

—¿Últimas palabras?. -La mujer ni siquiera volteó a ver a la pequeña, como si la hubiese simplemente ignorado, como si no existiera.

—Púdrete.

Y con tan solo decir esa simple palabra, aquella mujer jalo el gatillo, apretando este, disparando una bala, directo en la frente de la muchacha. La chica cayó al piso inerte, con la sangre brotando por su cabeza.

Los pequeños solo miraron la escena con pavor. Cuando Giovanna iba a acercarse a su hermana, fue tomada de la mano por su madre, la niña solo se le quedó mirando como pidiéndole una explicación, pero esa nunca llegó por parte de la mujer; Esta solo se puso a caminar hacia el auto, sosteniendo de la mano a su hija, mientras que su esposo llevaba al niño.

Amelia Ferrara era una malvada máquina asesina, dispuesta a hacer lo que sea, contra quien sea, para lograr sus objetivos... Eso quedó marcado en la mente de la pequeña y dulce Giovanna y jamás se olvidaría de eso.

Se pudieron escuchar unas pisadas y luego leves gruñidos, al la pequeña rubia girar la cabeza, quedó sorprendida al ver a unos cuatro lobos al rededor de su difunta hermana, gruñendoles a ellos, más específicamente a los progenitores de la familia.

Giovanna pudo ver a un pequeño lobo llegar después de los demás, pero este volteó en seguida a ver a la pequeña, mirandola con aquellos profundos ojos negros. El lobezno se iba a acercar a ella, pero el lobo más grande lo detuvo, tomando con sus dientes el pellejo del cuello contrario, llevándolo con él, mientras que los otros tres lobos se llevaban a su hermana.

Amelia pudo ver todo, y no permitiría perder a otro de sus hijos solo por esas bestias.

...

—Toma, mi niña. -Dijo la mujer al entregarle un medallón a la niña, mientras se lo colocaba en el cuello. —Es un guardapelo... Adentro hay una mezcla de girasoles y acónito; esto hace que nuestro aroma no lo puedan percibir lobos ni vampiros. Si aprendes a regular los latidos de tu corazón, serás prácticamente invisible a la hora de cazar.

—¿No te parece tétrico que el dije sea el cráneo de un lobo?. -Preguntó la pequeña mientras miraba el collar, haciendo una mueca.

—No, no me parece. Espero que nunca se te pase por la cabeza quitartelo, o si no, me enojare mucho Giovanna. Promete eso.

—Lo prometo, madre.

Ella Huele A MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora