𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘-4

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Giovanna suspiró a la par que dejaba su bandeja con su desayuno sobre una de las mesas, —la única que estaba vacía por suerte— podía sentir varios pares de ojos penetrando en su nuca, ciertamente, no entendía, ¿nunca hubo algún estudiante nuevo?. Negó levemente con la cabeza y analizó el panorama, ¿Quien parece ser más alto y corpulento o el más temido?, tiene que marcar dominio desde ya.

El gigantón en el medio del comedor parece temible y egocéntrico, a darle su puñete en la cara.

Pero si la llaman a dirección culpará al gobierno.

Paso suavemente su lengua sobre sus labios humedeciendolos mientras miraba la comida, prontamente hizo una mueca de desagrado, había probado accidentalmente el brillo de labios, y no era el de sabor a fresas.

Agarró una de las servilletas que las señoras de la cafetería le habían dado amablemente, —que en realidad las cobraban pero como le había preguntado que como estaban se las dieron por ser agradable— la pasó por sus labios quitando todo rastro de aquel cosmético, dejándola hecha bolita a un lado de la mesa. Tomó el tenedor y pinchó un trozo de bacon comiendolo con tranquilidad, bostezó levemente, cubriendo su boca.

—¿Noche difícil, darling?. -Habló una gruesa voz, acompañada del seco sonido de la bandeja contra la mesa. —Me llamo Matteo, ¿sabes? Estaba sentado a tu lado en la clase.

Uhm, otra vez ese chico.

El raro ese.

Al que le iba a dar el puñete.

—¿Como olvidar al coqueto?. -Preguntó con ironía, sin levantar la vista de su desayuno, esta vez pinchando la yema del huevo frito, haciendo que aquel espeso líquido manchara el tocino. Ignorando completamente la pregunta anterior.—¿Llamas a cualquiera por esos apodos?.

—¿Celosa?.

—Los celos son para gente con poca estabilidad emocional, con dependencia mayoritaria a su pareja, con el temor de que los dejen por alguien. Es tonto.

—¿Nunca te has sentido celosa de alguien?. -Matteo alzó una ceja, intentando robar un pedazo de tortilla de la contraria, recibiendo un golpecito en la mano con el tenedor de plástico ajeno.

—No. ¿Porque estas sentado aquí?. -Preguntó directamente, alzando la mirada por primera vez, haciendo contacto visual con el híbrido.

Matteo no lo negará, se sintió intimidado, hasta tuvo escalofríos. Soltó una risita y apartó la mirada de los ojos de la chica.

—No lo sé, te ví sola y me quise acercar. Es difícil el primer día. Y pues, noté lo nerviosa que estabas cuando entraste al aula.

—No eran nervios, e-era pánico social.  -El tartamudeo de la chica la hizo morder el interior de su mejilla apretando el cubierto en sus manos. Su madre se enojaria si supiera que se puso nerviosa por un grupo de mocosos.

—Uhm bueno, lo que digas. ¿Me das una de tus tortillas? Las señoras de la cafetería no me quisieron dar, ¿como las conseguiste?.

—¿La señora Amy no te quiso dar tortillas? Debes ser un verdadero pesado.

—Ellas son las odiosas. -Puchereó el mayor, jugando con el revoltillo en su plato, ¿porque la italiana era la única a la que le dieron huevo frito?.

Cof que no se note el favoritismo cof.

—Puedo pedirle más tortillas, pero tendrás que hacer en ese caso algo por mí. -Ofreció con tranquilidad, alzando una ceja, golpeteando la mesa con sus uñas, siendo un ruido molesto para la mayoría de híbridos en el comedor, incluyendo a Baxter.

Ella Huele A MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora