Te maldigo otra vez

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El aniversario de la victoria de los héroes, en esta fecha cada reino hace su propia gran celebración, pero siempre la más ostentosa la realiza el imperio Roan. Raon, Choi Han y Alberu deciden llevar el niño a la capital y dar un paseo por el ruidoso lugar. Cada uno de los héroes tiene una estatua allí. Alberu observa su propia estatua tamaño real elaborada en oro puro y lee el memorial debajo de ella.

"Alberu Crossman, primer emperador del imperio Roan, héroe que lucho para salvar el mundo, hermano jurado del héroe Cale Henituse"

Alberu se acerca y toca la letra tallada, de entre todos esos títulos hay uno que le importa más que nada.

Desde que su madre murió, el joven príncipe fue desechado como un hijo inútil, en medio de su soledad aprendió todo lo necesario para vivir por su propia cuenta. En aquel entonces, el pequeño Alberu pensó que si se esforzaba lo suficiente su padre lo reconocería de nuevo, luego lo vio, la escritura en la piedra y supo nunca seria merecedor del reconocimiento de su padre, ni del trono.

Sin embargo, tercamente Alberu se esforzó más que ningún otro, el creía que si trabajaba duro tal vez los dioses cambiarían de opinión y le darían una oportunidad, si les demostraba que no era un ser malvado como su sangre lo dictaba, tal vez, solo talvez Alberu podría...ser aceptado.

Por más que lo intentó, nada cambió, para él que no era ni un elfo oscuro ni un humano, no había lugar en el mundo, su existencia solo era una amenaza para el reino que el tanto deseaba proteger.

No obstante, él se siguió aferrando a ese pequeño pedazo de esperanza, un pensamiento inútil, un sueño infantil, seguía creyendo que quizás algún día todo cambiaría, algún día él tendría el derecho merecido a llevar la corona y ser el mejor gobernante, solo así el mundo lo aceptaría tal y como es.

Alberu amó a su madre con todo su corazón y a los elfos oscuros que eran su único amparo, él realmente los amó, pero en medio de su tribulación él odió su sangre maldita por el dios del sol.

Cuando estuvo a punto de perder su esperanza, un destello rojo apareció, bueno sería más correcto decir una tormenta de rayos que puso todo patas para arriba. El bastardo estúpido que salvó el mundo de la oscuridad mientras se autoproclamaba una basura que solo quería holgazanear.

Después de la guerra, Alberu al fin fue coronado. Cuando la corona fue puesta en su cabeza, una sensación de sosiego lleno su corazón y pronto desapareció. Él no lo entendió, este momento significaba que él había logrado vencer el perjuicio de los dioses y conseguido la aprobación se su atributo. Luego comprendió que hace tiempo él ya tenía su propio lugar en el que era aceptado por su verdadero ser, no por dioses o por su sangre, pero eso fue lo que menos importó.

Alberu suelta una pequeña carcajada al recordar el ceño fruncido en la cara de su hermano jurado cuando le llama héroe. Pero es verdad, al menos para Alberu, ese estúpido hermano suyo fue al fin de cuentas su héroe.

El emperador gobernó sabia y justamente con la ayuda secreta de Cale que por mucho que renegó, nunca lo abandonó. Años más tarde, Alberu se marchó del palacio al jubilarse y fue feliz, más que nunca, al lado de esta extraña familia que no distinguía entre género, raza o sangre. Pero la felicidad no es para siempre, Alberu vio como poco a poco, año tras año y ausencia tras ausencia su felicidad, el hombre de cabellos rojos, se marchitaba.

Fue gracias a Cale que Alberu aprendió a amar su sangre, la misma que ya no era una maldición sino una fortaleza, algo por lo que sentirse orgulloso y fue por Cale que él comenzó a odiarla de nuevo, este maldito linaje que le da una larga vida no era nada más que una vil sentencia a vivir en el dolor sin la persona que tanto aprecia. El momento en el que el pelirrojo colapso, Alberu vio su mundo turnarse gris, el mismo gris de su niñez.

El mejor gobernante del mundo, el primer emperador y el más amado por su gente, uno de los grandes héroes, el hombre que llevo el imperio a la prosperidad.

Todos ellos son títulos con los que Alberu solo podía soñar antes que Cale apareciera, pero ahora eran suyos, sin embargo, comparados a su nuevo sueño no significan nada, cambiaría todos y cada uno de ellos por permanecer con su dongsaeng, un año, un mes o incluso un día, sí, solo por un día más él entregaría todo lo que tiene.

El lord dragón, Raon, que ha estudiado su atributo y se ha hecho un poderoso dragón uso su poder para impedir que Cale los dejará para siempre, esto fue un alivio y a la vez un tormento.

En esta la prisión de tiempo en la que Cale fue retenido, Alberu lo visitó todos los días. Le pareció un poco cruel obligar este buen hombre a permanecer en este estado solo para dar alegría a sus caprichosos corazones, pero a pesar que Alberu pensó que era injusto con Cale, no hizo nada, no pudo hacerlo, no tenía el coraje; solo pensar en despedirse o verlo por última vez amenazaba con hacerlo caer en la locura.

Alberu toma la pequeña mano del niño que lleva en brazos y lo mira a los ojos, esos hermosos ojos brillantes que lo reflejan tal y como es.

- Escucha Cale, cuando lo sepas, ¿me odiarás?

Alberu acaricia la roja cabellera cariñosamente.

- Claro que no, eres demasiado bueno para ello y eso me hace sentir más culpable. Incluso si lo haces no puedo dejarte ir, no soy el bondadoso emperador que todos creyeron que era... sabes, parece que en el fondo soy un hombre retorcido. Mi querido dongsaeng, aunque me odies no voy a soltarte...

"Aunque me odies yo te seguiré queriendo"

Hijo del Lord DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora