No tan dulce venganza

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En la biblioteca principal del gran castillo, un hombre de cabello y ojos dorado y un niño de cabello carmesí comparten una agradable tarde.

- Abuelo, vine porque jugarías conmigo, no a esto.

Exclama el pequeño niño cuando no ve fin a sus extensas lecciones.

- Después de tu lección, jugaré contigo.

- ¿Lo prometes?

- Lo prometo.

- Como se que no vas a incumplir tu promesa y que solo voy a leer libros toda la tarde.

- A diferencia de los humanos, los dragones cumplimos nuestras promesas.

- También cumplo mis promesas.

El dragón dorado no dijo nada al respecto, pero hizo un gesto en desacuerdo. Si Raon estuviese aquí, habría hecho el mismo gesto.

Cale no era alguien que realmente incumpliera sus promesas en el pasado, excepto por una y fue suficiente. Desde entonces ninguno de ellos confió en las promesas de Cale cuando se trataba de su propia seguridad, ni una sola vez.

El solo recuerdo hace que el dragón dorado quiera hacer polvo un reino entero. Sin embargo, Eruhaben no puede quejarse demasiado, después de todo él se desquitó vilmente del bastardo desafortunado por toda la angustia que le había causado con sus tendencias suicidas.

Una amarga y nostálgica sonrisa se forma en su rostro, mientras acaricia el suave cabello del niño y recuerda el pasado.

En aquellos días, Eruhaben estaba muy indeciso por primera vez en sus más de 1000 años de vida, por lo que decidió guardar distancia de los demás mientras aclaraba su mente, algo que fue interpretado por Cale de la peor manera.

El día de su decisión llegó y él visitó el punto más alejado y tranquilo del enorme castillo negro para reflexionar. Cale, que solo recientemente tenía la costumbre de no dejar demasiado tiempo solo a Eruhaben, lo vio desde la distancia, luego nota algo extraño.

Cale corre hacia Eruhaben, pero antes de que su mano pueda alcanzarlo se detiene en seco como dándose cuenta de algo.

- ¿Eruhaben-nim?... ¿Tu...?

- ...

Sin poder completar la oración, Cale observa a Eruhaben a los ojos y ve su mirada significativa, entonces su corazón casi se detiene.

Cale no sabe que expresión hacer o que palabras decir, no, si lo sabe, pero no va a hacerlo, es consciente que en el mundo hay condiciones que no se pueden impedir, por más que alguien desee que sea de otra forma, sabe que nada de lo que diga o haga hará la diferencia, el mejor que nadie sabe eso, sin embargo, esas palabras que no puede pronunciar siguen atascadas en su garganta.

- Eruhanen-nim...

Con todo el coraje que pudo reunir y una gran fuerza de voluntad que, a diferencia de su fuerza física es extraordinaria. Cale mira a Eruhaben con una sonrisa claramente forzada como pretendiendo distraerlo de mirar sus desconsolados ojos al borde de las lágrimas.

- Yo (no quiero que te vayas) ... Gra- gracias... cuidaste de ...

- Basta, no quiero oír más de lo que tengas que decir.

- Es... ¿es así? (tampoco quiero decirte adiós)

Eruhaben se molesto un poco, incluso ahora, Cale que claramente estaba luchando por no quebrarse frente a él, no fue honesto consigo mismo, no ha cambiado, sigue guardado todo para si mismo y eso le inquieta. Esa es la razón, la razón por la que se niega a dejar a este mocoso insensato de buen corazón, la razón de su decisión.

Hijo del Lord DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora