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Nuevamente estaba aquí, en esa pequeña calle a unas cuantas cuadras de mi secundaria, empapado de las tan molestas gotas de lluvia; a punto de recibir la paliza del siglo

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Nuevamente estaba aquí, en esa pequeña calle a unas cuantas cuadras de mi secundaria, empapado de las tan molestas gotas de lluvia; a punto de recibir la paliza del siglo.

Justamente ese día la llovizna torrencial ocurrió como ninguna otra en la historia de mi vida, bueno, mucho antes de poder ser algo para él.

—¡Achu!

Mi nariz no podía retener tanto mis fluidos a pesar de ser todo esto un sueño, más bien, un hermoso recuerdo.

Los maullidos de aquel bruno gato risueño, de quien ya soy dueño, eran demasiado imponentes muy por el contrario de su aspecto pequeño por ser solo una pequeña cría de pocos días de nacido.

Y tenía que sufrir de este mal tiempo, solo...

Veo que no soy el único al que le va de la mierda. —reí como si él fuera a contestarme algo.

Pude tener algo de tiempo a solas con ese lindo animal, esperando pacientemente a mis verdugos, quienes estaban a muy poco de saber de mi.

Limpiar mi sudor y quitarme la chaqueta escolar para resguardar a mi nuevo compañero fueron cosas que las sentí muy llevaderas, por ese entonces las disfruté.

—¡Ahí esta!

Lo cual duró muy poco; mi corazón empezó con ese tamborileo doloroso, su hueco era muy pequeño y aún así se movía como un total loco; sabía que finalmente habían llegado.

Para ser muy pequeño eres bastante escurridizo, pequeño hijo de puta.

Ja, había oído esa misma frase unas decenas de veces, que ya se me hizo cómico.

—Falta poco...

Más que el hecho de que casi me matan en ese callejón eran en si las incontrolables ansias de volverlo a ver, que no pude evitar esbozar una sonrisa tranquila mientras esperaba.

Falta muy poco...

—Hoy tu cuerpo recordará a quien debes de respetar.

Una mierda, ni aunque él no hubiera llegado te hubiera hecho caso cabrón. Pude escupirle la porquería que tenía por zapatillas para luego ver como llegaba, parándose frente a mí, deslumbrando esa ancha espalda y cabello negro largo al son del viento gentil que era tan igual de irreal que esa tarde.

—¿Qué crees que estás haciendo?

Nuevamente esa voz, demasiado melódica para mis oídos, dulce y muy tranquilizante resonó haciendo mi cuerpo estremecer otra vez.

Podía ser el único espectador de aquel escenario, viendo como su blazer ondeaba fuertemente, su risa haciéndose más fuerte y mis deseos por moverme fueron atenuantes.

Y después los golpes y patadas hacia todos esos idiotas, me perdía más verlo luchar... Oyendo fielmente los gritos desesperados del resto, pero totalmente concentrado en él y su cabello semi ondulado.

-✧・⋆˚¡Baji-san!; omegaverse⋆。 ⋆๑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora