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Caminé unos quince minutos hasta llegar al edificio, escuchando música en mis auriculares. Era un lindo día soleado, y otra vez Damiano apareció en mis pensamientos. ¿Qué estaba pasando conmigo? De pronto me sentía igual que la hormonal Julieta, no tenía sentido. El italiano causaba un extraño efecto en mí, nunca antes alguien me había inundado de tal manera. Verlo ahí parado en mi puerta esa mañana me había dejado sin aliento, me sorprendió su iniciativa.

Cuando crucé la puerta, descubrí que nadie estaba en casa. Zarah debía de seguir en el trabajo. Tomé unas piezas de rolls primavera que quedaron en la heladera y puse un poco de salsa de soja en un tarrito. Me descalcé y me senté en el balcón con mi almuerzo y una botella de agua.

Ahí, mirando todo desde arriba, el mundo parecía pequeño. Me dediqué a mirar detenidamente la ciudad. Era hermoso, todo. Al fin me sentía libre, esa sensación de plenitud que me entraba por los pulmones cuando respiraba profundo parecía el sentimiento más placentero de toda mi existencia. Recordé que hacía días no hablaba con mi madre, tenía que escribirle, pero no tenía ganas de lidiar con sus reproches todavía.

Me levanté del suelo, recogí mis cosas y entré a lavar los trastes en la cocina. Ya eran las dos y media de la tarde, me apetecía tomar un baño y acostarme a descansar.

Las burbujas con aroma a flores y la tenue luz de la vela que se reflejaba en mi rostro, habían logrado sacar todo tipo de tención de mi cuerpo. Me sentía una nueva Marlena. Salí envuelta en una toalla, con la música inundando cada habitación de la casa. De hecho estaba tan sumida en la melodía de Them changes, al ritmo de Thundercat, que nunca me percaté de la presencia de dos personas paradas en el living. No hasta que Damiano habló.

- Definitivamente no me molestaría ver esto todas las tardes cuando vuelvo de ensayar. Hola Marlena.- Esa sonrisa llena de orgullo se extendía por su rostro otra vez, al igual que el color rojo por mi cara.

- Ya quisieras italiano -retruqué fingiendo que no moría de la vergüenza y luego miré a mi amiga- Zarah, no me avisaste que ibas a venir con compañía.

- Perdóname Mars, fue algo improvisado, me encontré a Damiano de camino a casa y le dije que iba a prestarle un libro, en fin, aquí terminamos. Pero ya nos vamos, Ethan me espera para comer y a las 5 vamos a juntarnos con el resto de la banda para ir a una charla feminista que dijo Vic que estará en la plaza del centro. Te invitaría, per me dijiste que tienes trabajo a las seis.

-Va, no pasa nada. Sí, me encantaría ir, pero hoy tengo turno doble.- dirigí mi vista a las dos personas que tenía en frente- Nos vemos después amigos, tengo una siesta que disfrutar ahora mismo. Y no Damiano, no puedes acompañarme.

- ¿Cómo sabías que iba a decir eso?- preguntó anonadado.

- Supongo que empiezo a acostumbrarme a ti. Adiós Zarah, salúdame a los chicos.

- Nos vemos Mars, buena siesta para ti.

Cuando me desperté eran las cinco, se me había pasado el horario. Lo bueno es que todavía tenía una hora para vestirme y llegar a tiempo. Me puse unos jeans mom y una remera corta que decía "Treat People With Kindness", tomé mis vans negras y emprendí camino hacia el trabajo mientras escuchaba Carolina de Harry Styles.

Cuando llegué, una radiante Donatella estaba esperándome en la entrada.

- ¿A qué debemos esa bella sonrisa señorita Donatella?- indagué divertida.

-Ciao Marlena! Hoy es noche de poesía, decidí que sea poesía feminista. La cafetería va a llenarse apenas termine la marcha, a demás una banda se ofreció para tocar. Vamos a hacer mucho dinero ragazza. Tu delantal está junto a tu casillero, hoy te toca atender mesas. Tu amigo Omar no está, así que no tendré que soportar chillidos de parte de ustedes. Y un hombre pidió mi número hoy. Todo va de maravilla. - Se alejó cantando alguna canción que no llegué a entender.

Lost Cause (Damiano David)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora