Capítulo 3

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Era lunes, concretamente el lunes que su padre se iría, esa mañana Emma se había levantado eufórica, estaba muy contenta y relajada, no tendría que ver a su padrastro durante varios días. Estaba tan emocionada, que cuando salió de casa no se fijó en el pequeño detalle de que las cosas de su padre aún estaban en casa.

A mitad camino del instituto vio que Thomas y Alessandro iban un poco más adelante que ella, así que a paso rápido se dirigió a ellos para poder recordarle a su compañero que hoy lo esperaría en la salida del instituto. Thomas vio este pequeño acto sorprendido conocía a su prima y ella de normal no haría eso, y aunque Alessandro le explicó lo que ocurría no podía quedarse tranquilo. Si es cierto, que ella de normal no haría eso, pero posiblemente era el hecho de que se sentía libre, sentía que por primera vez en mucho tiempo podía ser ella misma, podía hablar o hacer cualquier cosa sin miedo de que su padre se pudiese enterar, ya que él no volvería hasta finales de la semana, se había planteado incluso llamar a su familia paterna, pero sabía que no lo haría, sentía que eso sería estirar demasiado su suerte.

Y así, cuando llegó el fin del día como Emma había dicho, estaba esperando a Alessandro en la puerta del instituto, el equipo de baloncesto vio con asombro como Alessandro se iba con una chica en lugar de con Thomas que, aunque no estaba en el equipo iba todos los días para esperar a su amigo, todos miraron a este último que solo pudo encogerse de hombros negándose a dar más información.

Cuando Emma y Alessandro llegaron a casa de la primera se fueron inmediatamente al salón allí se pusieron a trabajar con la intención de acabar lo más rápido posible. No eran conscientes de que se les había hecho tarde, hasta que Emma escuchó la puerta de la casa cerrarse y vio a su padre aparecer por la puerta, Alessandro vio la reacción de su compañera, esta se había tensado, había palidecido un poco, y sus manos habían comenzado a temblar, sus ojos mostraban autentico terror al ver a su padre entrar al salón con una sonrisa. El padrastro de Emma no daba miedo, de hecho, cualquiera que lo viera pensaría que sería un hombre agradable, es cierto que se veía una persona seria, pero aun así no sentía que fuera alguien que haría daño a su familia.

-Emma creo que se os ha hecho un poco tarde, ¿Por qué no lo dejáis para otro día? –rompió el silencio su padre mirando a su hija con una pequeña sonrisa.

-Sí, es cierto, no nos hemos dado cuenta –dijo Alessandro intentando hacer reaccionar a su compañera –soy Alessandro Rossi, un compañero de su hija, disculpe las molestias.

-Un placer Alessandro, soy Marco Caruso –se presentó –no te preocupes, es normal que no os dierais cuenta de la hora si estabais trabajando.

- Alessandro, te acompaño a la salida –interrumpió Emma, quería que su compañero se fuera de casa lo más rápido posible, estaba asustada no entendía porque su padre no se había ido, no entendía nada de lo que estaba pasando, pero sabía que las consecuencias iban a ser muy desagradables y que se arrepentiría de haberle dicho a su compañero de ir a hacer el trabajo a su casa.

A la mañana siguiente Emma llamó al instituto para avisar de que no iba a asistir a clase, ya que se encontraba enferma, esa llamada se extendió hasta el lunes de la semana siguiente, lunes que decidió volver a clase, pues ya había faltado bastante.

A pesar del calor que hacía ese día, decidió ir con las medias bajo la falda y con su jersey, para así evitar que los morados de sus piernas y brazos quedaran visibles.

De camino al instituto se cruzó con Thomas y Alessandro, quienes la vieron un poco sorprendidos. Alessandro quiso hablarle, pero Thomas lo frenó cogiéndolo del brazo.

-No es buena idea –le dijo serio –si quieres hablar con ella espera a estar en clase, lo que sea que haya ocurrido, no es bueno que lo habléis en la calle -el pelinegro asintió con el ceño fruncido, para continuar su camino al instituto.

No more sad songs (Måneskin) PAUSADA INDEFINIDAMENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora