Capítulo 2

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Todos guardaron silencio al verlo entrar, la presencia y el respeto que impone ante los demás es de total envidia para los novatos que aspiran a ser como él.

     —Vengo a informarles que desde el día de ayer tenemos un nuevo aliado, entonces...

     —Dijiste que verías a dos líderes. ¿El otro no aceptó? —interrumpió el sub comandante, Iwaizumi, que recién llegaba junto a dos compañeros más.

     Evitó la mirada, aunque no quiera admitir ahora debía lidiar con Wakatoshi, pero debe aceptar que al asociarse con éste podría ser más fácil implantar dicha sustancia estimulante a los alrededores de la prefectura. Hace un mes al tratar de llevarla a la prefectura de Yamagata, el plan que habían hecho parecía ser perfecto, llegar al punto de encuentro, dejarlo y listo. Sin embargo, cuando uno fue detenido por la policía en medio de la carretera desierta, quiso hacerse el hábil y terminó perjudicando al equipo. Gracias a que Oikawa ofreció una gran cantidad de dinero para corromper a los oficiales, ahora disfruta de su libertad.

     —Bien, bien, Iwa tiene razón. Ahora trabajaremos en conjunto con el Karasuno y el Shiratorizawa. 

     Uno de los chicos, quien no tiene permiso de sumarse a alguna toma de decisión, levantó el brazo. Su compañero del lado le dio un codazo para que se quedara callado, ya sabía por donde iría esto y aunque tampoco le agrade la idea, debe respetarla.

    —¿Dime, Kindaichi? —consultó extendiendo el brazo para darle el pase al habla.

    —Disculpe, sé que luego de lo que pasó estoy limitado, pero mi pregunta es: ¿qué tanto vamos a trabajar junto a ellos?

     —No lo sé, de igual forma en estos días estaré recibiendo otra llamada —suspiró—. Muy bien, continuemos con la producción de nuestra maravilla.

     Hicieron una reverencia y seguido fueron a sus puestos. La cantidad que habían preparado para la venta era solo una prueba que iban a esparcir de a poco, que ahora el objetivo es repartirlo en todo el país. La Verena es una droga estimulante que además de hacer lo mismo que las otras drogas, también reduce el hipocampo de las personas, provocando así que pierdan el sentido de la orientación, reduciendo su memoria y entorpeciendo el aprendizaje. Es presentada de diversas maneras: pastilla, polvo, líquido e incluso golosinas, teniendo así un toque más dulce.


Revisando todos los papeles sobre sus inversiones, encontró una en la que había olvidado cerrar cuentas una semana atrás. Su compañero de cabello pelirrojo entró a la habitación sin tocar la puerta, como todas las veces, se sentó frente a él apoyando su mentón en ambas manos y dio esa mirada de astucia que decía muchas cosas.

     —¿Karasuno y Aoba? Tengo entendido que a veces eres impulsivo, pero no un dundo —dijo en tono de burla—. ¿Cuál es la razón?

     —Es una buena alianza. —Se paró de su asiento acomodando su corbata—. Ahora si me disculpas, debo hacer un último trato.

     Salió de su oficina sin esperar el permiso de su compañero. Que para su sorpresa salió de la compañía caminando, pensaba que iría en algún Mercedes-Benz o Lamborghini básico. Tenía un solo objetivo, terminar aquel canje de una acción que haría ganar mayor prestigio a su asociación, su mirada era intimidante para cualquiera que se la cruzara, siendo en verdad una persona tranquila con sus valores bien puestos. Al llegar frente a un edificio blanco con toques verde y dorado, tocó el timbre en la espera de que alguien lo atendiera. Un joven rubio con dos mechas negras en la parte de al frente salió a atenderlo, aparentemente era nuevo en el lugar, pues la expresión de Wakatoshi indicaba que no lo conocía, puesto a que solo fue hace una semana.

     —Buen día, ¿a quién busca? —inquietó con una leve sonrisa junto con una pequeña reverencia.

     —Buenos días, vengo a ver al presidente, soy Wakatoshi Ushijima. —Se sacó los lentes y asintió levemente.

     Al chico no le tomó nada para saber a quien tenía a la vista. Estaba uno de los mafiosos más importantes de Miyagi frente a él, ¿cómo no lo reconoció de primera? Sea como sea, se hizo a un lado para darle el pase libre, indicando que sería atendido pronto. Entendió y esperó en la habitación que fue llevado, un lugar fresco con buena iluminación, tenía una mesa de billar al frente, una comodidad que nada que reclamar. A los minutos un varón de su edad entró al ambiente.

     —Que bueno tenerte por aquí —saludó asintiendo y luego con un apretón de manos que fue atendido—, supongo que tienes novedades o quieres hacer algún pedido.

     —Moniwa, sabes que hace tiempo iba a canjear una de mis acciones. Pues se cancela.

     No le desconcertó mucho,  ya sospechaba que no iba a aceptar aquella oferta, notó la duda en su rostro desde que hizo aquella propuesta. Lo que el otro buscaba era algún grupo de buena categoría para crear alianzas y así lograr su objetivo. Por ello es que les fue difícil llegar a un acuerdo, pues al final quedaron en intercambiar acciones, quien llegara a hacer mayor dinero, elegía lo que quería. Moniwa quería a algunos del personal de Wakatoshi, claramente no era conveniente para el otro, por ello tuvo que meditarlo por un buen tiempo.

     —Escuché que te juntaste con el Karasuno y el Aoba. ¿Tiene algo que ver?

     —No del todo. Aún me gustaría formar una alianza contigo —hizo una pausa—. Sin embargo, poner en juego a mi gente, no está a discusión.

     —Bueno, en estos días estuve meditando tu propuesta. Hace 3 años esta agrupación ha ido trabajando exitosamente sin apoyo, los nuevos se adaptan fácilmente al trabajo. Pero no está mal querer ser ambicioso, ¿verdad?

     —¿Qué quieres decir con eso?

     —Quiero estar en esa asociación que tienen. Los estuvimos estudiando y tienen buenas propuestas. Sin duda una buena decisión. Por más que nosotros siempre hemos sido los que les proporcionamos las armas... No hemos tenido ganacias extraordinarias.

     Accedió. Las cuatro asociaciones más respetadas de Miyagi trabajando en conjunto, no había que dejar pasar aquella oportunidad. Cuando Ushijima se retiró del lugar, Kaname convocó a todo su personal a una reunión en 30 minutos, en lo que esperaba en su oficina, guardó los papeles de aquel contrato que ya no tenía valor, pero creía que en cualquier momento le servirían. Al rato, uno de cabello blanco, alto, con un físico ancho, tocó la puerta suavemente.

     —Sí, pasen —ordenó desde su asiento—. Agradezco su puntualidad. Como habrán visto, tuvimos un visitante peculiar, éste nos ayudará a aliarnos con otros. Debido a esto...

     —Disculpe, pero ¿no había dicho que no tendríamos aliados? —cuestionó Futakuchi

     —Es una buena pregunta. Pues la verdad, éste grupo será la excepción, tienen una buena reputación y con lo que hemos estado investigando, serían unos buenos aliados. ¿Alguien tiene otra duda?

     No obtuvo alguna intervención, así que dio por terminada la sesión y cada uno salió de la sala, se recostó en su silla quedando con la vista hacia afuera. «Todo por el bien de todos.»

La situación para todos era muy apretada, cada uno estaba buscando alguna salida para volver a sus negocios sin que la policía los atrape. Tomar medidas extremas, parecía ser la única opción, hacer lo que menos se hubiesen esperado, que dolor de cabeza para cada líder. De no haber sido por ese grupo que delató a todos hace un par de años atrás, quizás cada uno se encargaría de lo suyo por cuenta propia, pero esa no fue su suerte.

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Y las actualizaciones se hará cada que me acuerde hasta que salga de vacaciones. ╯︿╰

El tratado de JapónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora