Capítulo 3

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Todos los menores estaban reunidos en el laboratorio que se encuentra en la planta baja. Ambos rubios estaban trabajando en ese pequeño armamento.

     —El del Nekoma tenía un localizador. ¿Puedes poner lo mismo?

     —Lo voy a intentar, no te prometo nada.

     —Pero si nos vamos a unir con ellos, no hay necesidad de que sigan con lo mismo. —Recibió un zape de su compañero—. Deja de pegarme.

     —Es que en serio, a veces parece que no usas tu cabeza.

     Los otros tres jóvenes miraban la escena con gracia. Apostaron por ver cuanto tiempo pasaban del odio al amor. Yamaguchi cree que serán en unos meses; Tsukishima les da una semana; y Yachi siente que deben conocerse más para que se de algo más concreto. Claro que ellos no eran indiferentes ante el tema del amor, si bien sabe que estar en estas situaciones es peligroso, no les importa mucho.

     —Sawamura dijo que no era algo seguro, ahora tiene gente con quien debatir eso —dijo el pecoso.

     —Escuché que iba a integrarse uno más.

     —¿Tsukishima escuchando conversaciones ajenas? —cuestionó Hinata, quien por eso recibió una mala mirada de su compañero—. Ya va, ya va.

     Continuaron con el trabajo que tenían, en su día libre, no tienen alguna actividad o propósito que no sea tratar de sorprender a sus mayores. Sin embargo, los demás se preocupaban de que se están sobre esforzando, así que aquel dúo entro para interrumpirles. Lo malo es que la forma en que entrarían no sería agradable para ninguno. Ambos tomaron sus pasamontañas, una pistola sin carga y un traje equipado.

      —¡Agáchense! —gritaron al entrar tirando la puerta. 

     Reaccionaron de forma inmediata, Yamaguchi junto a Tsukishima cubrieron a Yachi. Hinata tomó la daga que siempre carga a su lado. Y Kageyama se puso bajo una mesa. Los otros dos se acercaban para buscarlos, caminaban alrededor pegados a la pared, pero Ryu no aguantó más la risa.

     —Perdón, no puedo con sus miradas todas asustadas. —Seguía riendo fuertemente—. Necesitan ventilarse un poco.

     Se pararon desconcertados, seguían en shock. El peli naranja guardó su arma, todos se le quedaron mirando por tenerla aún, se supone que había sido confiscada.

     —Pudo haber sido de ayuda —dijo guardándola en su case.

     —No vuelvan a hacer eso —intervino la rubia acomodándose su cabello—. Debemos terminar con esto, podría ayudarnos mucho.

     El pelado se acercó para observar el objeto y gesticuló una mirada de confusión. «¿Un dardo?» Iba a agarrarlo, pero ambos rubios le pegaron la mano, no dijo más y se apoyó en la cabeza de su compañero; de modo que éste se lo quitó de encima. 

     —Si Daichi los ve aquí no se lo tomará bien.

     —Va a pensar que están espiando, robando información o algo así. Mejor vayamos a practicar tiroteos.

      —¡Wiii! ¡Noya nos va a enseñar a disparar! —Dio saltos de alegría.

      Los demás aceptaron, guardaron los implementos que estaban usando. Tanaka tomó las llaves del carro que usaría, los llevó lo más rápido que pudo hacia el campo de práctica. Ahí tienen varias áreas para mejorar sus habilidades: velocidad, puntería, fuerza, resistencia, etc. Durante todo el camino fueron hablando de trivialidades, acompañadas de la música a todo volumen por Nishinoya, quien gritó al inicio de la canción: Beachboy, Mcafferty.

El tratado de JapónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora