Capítulo 4

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—Me estás diciendo que... —Oikawa hizo un ademán con la mano para que continuara.

     —Sí eso mismo.

     —Entonces no veo problema, también son buenos —intervino Ushijima.

     —Deja que mi grupo haga una investigación de ellos.

     Eso fue un alivio para Daichi, esperando que los del Dateko encontraran algo que pudiera tomarlo en contra y así no tener que juntarse con Kuroo, aunque sepa los beneficios que les podría traer; el detalle es que si Ushijima encontrase que le agradara y favoreciera a su equipo, lo tomaría sin pensarlo, dejaría a los demás para lograr lo que quiere. Sin dejar de lado que Oikawa solo quiere lograr su comercialización, unirse con otros ya no le importaba mucho, siempre y cuando no malogren su venta.

     —Antes que nada, debemos acordar muchas cosas, por ejemplo: horarios, señales, armamentos, encargos... —opinó Oikawa mientras enumeraba con sus dedos..

     —Sí, se supone que hoy descanso —dijo Daichi.

     —Por eso lo digo.

     —Creo que hoy está como descanso —dijo Ushijima en tono neutral.

     —¡No! Que sean los martes. —Se cruzó de brazos—. Tengo cita ese día la otra semana.

     Todos le dieron esa mirada de confusión, lo podrían interpretar de cualquiera manera, dejaron ese tema ahí y acordaron los otros puntos que mencionó su compañero. 

El ambiente entre ambos grupos de jóvenes era bastante bueno, a excepción por Kindaichi que no podía creer en el Kageyama que tiene al frente, ayudando a uno de sus compañeros para que logre darle en el blanco. Por otro lado, Tanaka vio que uno con aspecto similar a él estaba afilando unas dagas alejado de todos.

     —¿Qué tipo es esa? —Fue ignorado, se levantó y lo miró desde arriba—. Creo que iría mejor una stiletto, son más fáciles de ocultar.

     Kentaro levantó la mirada al verlo irse con una caminata similar a la suya.

     Al cabo de unos minutos llegó una camioneta blanca, llamando la atención de todos los presentes, se estacionan en el apartado de la última cancha en donde es todo de gras.

     —¡Ahí está! Ya era hora de que llegaran —dijo Nishinoya al verlos bajar—. No podemos encargarnos de todos. Pero creo que deberíamos abrir un programa para enseñar a otros, por ejemplo: Yahaba no podía disparar sin ponerse nervioso..

     —Ya entendí. Ahora nos encargamos nosotros.

     Kinoshita sacó las maletas que estaban en la maletera del carro y la puso a un lado de Ennoshita. Éste llamó la atención de todos con un simple silbido, no tenía muchas ganas de estar ahí, solo lo hacía por el bien del equipo y porque Daichi se lo pidió cuando estaba de buenos ánimos, algo que no sucede todos los días; pasó a darle un arma a cada uno, pero cuando vio a Kentaro le dejó el arma a un lado, ya le habían advertido de él. Le ordenó a Narita que fuera con los menores.

     —Hola, ¿cómo van con eso?

     —Yamaguchi es muy bueno en esto, si no fuera por él, creo que Hinata ya hubiera cometido homicidio.

     —Pasa que está celoso —masculló el mencionado mientras recargaba su pistola.

     —Al menos no tiemblo cuando...

     El pecoso de manera rápida le tapó los labios a Tsukishima, había prometido guardar el secreto de Hinata hasta que él estuviera listo para decirle. Kageyama, quien estaba cerca, se quedó con una mirada desconcertada, sospechaba algunas cosas, pero lo dejaría pasar como las demás veces. Yamaguchi ya no le contaría nada a Tsukishima. Luego de eso siguieron los 4 juntos apartados de los demás.

El tratado de JapónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora