Esa tarde, ya en Tokyo, estaba Kuroo viendo el análisis de su producción. Todo estaba tranquilo cuando alguien de repente entra a su despacho por la ventana. Llamó la atención de los demás, pero éste comunicó que no era nada por lo cual preocuparse.
—¡Kashi, sí funciona! —gritó por la ventana y recibió la aprobación de su compañero—. Oh, Kuroo.
—¡¿Qué mierda estás haciendo?!
—Probaba este equipo, es para hacer maniobras en el aire y eso. Si quieres te puedo dar uno, aunque todavía están en prueba.
Al pelinegro estaba por explotarle una vena de la cien. Bokuto le había roto la ventana por estar jugando con sus locos inventos, no era la primera vez, eso es lo malo de que ambos grupos estén al lado del otro. Sin embargo, ahora debe de aguantar todo lo que haga.
—Me llamaste, ¿qué pasó?
—Debí decirte todo por teléfono.
—¡No! Eso arruina la emoción, es mejor cuando lo cuentas en persona. Y más si dices que es importante.
—Vamos a tener más aliados, los grupos de Miyagi. Daichi me avisó ayer en la noche que ya llegaron al acuerdo.
El joven se había servido del ron que tiene su compañero, asintió y no replicó nada, estaba de acuerdo con todo siempre que no perjudiquen sus planes y a sus amigos. Kuroo sacó unos papeles para dárselos. Tenía que ver con el contrato de confidencialidad, debía asegurar que las cosas se manejan bajo buenos términos, y qué mejor que los legales, ¿no? Bokuto leyó las letras grandes y lo que le tomó importancia. Entonces alguien entró luego de tocar la puerta, vio al albino con los papeles en mano.
—¿Leíste las letras chiquitas?
—Sí... Siempre lo hago.
Volteó la hoja y leyó de nuevo. Akaashi negó por la actitud de su compañero. Una vez firmado y conforme todo, el albino le dio los papeles a Kuroo, quien revisó nuevamente todo para asegurarse de que no haya evitado algún punto.
Volvió a sonar la puerta, esta vez fue un sonido más suave, como si le diera flojera hacerlo. Bokuto muy alegre fue a abrirle, sus ojos comenzaron a brillar. Le dio una mirada al pequeño chico y luego al mayor, así varias veces, fue intimidante sin darse cuenta.
—Bueno, Keiji, es hora de irnos.
—Pero se supone que...
—Ya coordino lo demás con Kuroo por mensaje. ¡Nos vemos!
Tomó la mano del chico y se lo llevó como si fuese un ladrón robando algún artefacto importante. Claramente el otro se dejó llevar como muchas veces, sabe lo que pasa entre ellos, sin embargo, no entendía la necesidad de actuar así.
El ambiente entre ambos era un tanto incómoda, se supone que Kenma había llegado para reclamarle algo que se había guardado del otro día, pero que Bokuto haya reaccionado así le dio la impresión de que podría pasar algo. Kuroo por su parte se encargó de romper la tensión, chasqueó sus dedos delante de los ojos color miel del chico haciendo que regrese a su realidad.
—Ken, ¿venías a decirme algo?
—Ah, sí. Ya nada.
Cuando estaba por salir de la habitación el pelinegro lo detuvo tomándole del hombro, haciendo que lo mirara con desagrado, lo menos que quiere es ser obligado a hacer algo. Bufó por ello y cerró la puerta.
—¿Por qué dejaste que Lev manejara el GPS? Muy a parte de que no lo sabe usar, apretó unos botones por curioso y ahora no se puede usar. ¡Era el último que nos quedaba!
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El tratado de Japón
FanfictionEn un mundo donde el poder y el dinero son la única moneda de cambio, cada individuo está dispuesto a todo para alcanzarlos. Estos hombres no serán la excepción. Se enfrentarán a desafíos imprevistos y deberán lidiar con adversarios inesperados. La...