Capítulo 36

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Narra Emily

El fuerte portazo me hizo despertar del sueño. Me pego a la pared con mis rodillas pegadas a mi pecho rezando en mi interior que pase de largo y no entre, pero la suerte nunca estaba de mi lado, apenas lo veo entrar me levanto no quería demostrarle temor, aunque por dentro muriera del miedo

—saldré, vuelvo en una hora— se acerca peligrosamente— espero que cuando vuelva la cena esté perfecta, si no ya sabes que ocurre

—s-sí— respondo sin mirarlo

Su mano impacta mi mejilla

—sabes que odio que tartamudees

Mi mano tiembla al tocar mi mejilla adolorida, me da una mirada de desprecio y sale de la habitación. Suelto un suspiro y dejo salir las lagrimas que estaba reteniendo, si me veía llorar la cachetada se hubiera convertido en algo mucho peor

Seguía pensando en el sueño que tuve, había sido hermoso, era libre, podía ir a la escuela, tenía amigos, hermanos, un papá que me amaba, era todo tan lindo que el golpe con la realidad al despertar fue horrible.

¿Por qué no podía ser como esa Emily? Recuerdo cuando le pedí estudiar, se río irónicamente al principio, luego cuando le insistí solo recibí un par de golpes, seguidos de un "¿Para que quieres estudiar si nunca saldrás de aquí? Tendrías que matarme para que te deje salir" y realmente consideré sus palabras, pero había que admitirlo, no tenía el valor para hacerlo, simplemente dejé de insistir y solo quedó como una fantasía.

¿Qué se sentirá tener amigos? En mi sueño tenía un mejor amigo, un hermano, alguien que me llamaba "ángel", hasta era vocalista de una banda, en mi realidad estoy sola, no conozco a nadie más que mi padre y sus amigos borrachos.

La cena estuvo lista apenas él entró por la puerta, ninguno dijo nada, le serví su plato sin mirarlo y tratando de no derramar nada, siento su mirada, pero prefiero ignorarla, sirvo mi plato y me siento frente a él. Ambos comemos en silencio, lo que me alivia, significaba que la cena estaba bien tanto de sabor como de temperatura, cuando terminó se levantó, limpió su boca con una servilleta y salió de la casa, seguramente iría a tomar con sus amigos, era lo que siempre hacía, tenía dos opciones o llegaba muy tarde en la madrugada o los invitaba a la casa, sinceramente prefería la primera opción

Al terminar de lavar los platos y ordenar la casa me dirijo hacia la puerta, solo la abro y me quedo en el marco mirando a la gente pasar, el día estaba hermoso, el sol brillaba de forma tenue, sin llegar a ser molesto y un par de nubes adoraban el cielo, doy un par de pasos fuera de la casa para poder ver mejor el cielo, de repente siento un pequeño pitido, veo mi tobillo y noto el rastreador que me puso para no salir de la casa, aspiro queriendo llenarme de todo el aire fresco del lugar y vuelvo a la casa, esperando que no se entere de mi pequeña salida

Quisiera poder salir libremente, solo me era permitido ir de compras cada mes y no podía tardar más de lo establecido, si tardaba un minuto más se molestaba, me siento en mi cama y busco la forma de quitar el rastreador, quería salir, al menos por unos minutos, todo mi esfuerzo fue en vano, la correa estaba demasiado firme, desisto de la idea y vuelvo a la entrada de la casa, si bien no podía salir nada me impedía quedarme viendo a la gente, cada persona que pasaba era muy diferente entre sí, pero todas tenían algo en común, eran libres, debía armarme de valor, me levanto y camino fuera de la casa ignorando el sonido del pitido en mi tobillo, seguramente solo yo lo escucharía, sólo quería salir por unos minutos, nada más, era lo único que pedía

Llego hasta un parque, me siento en una banca a observar a los niños jugar, recuerdo que cuando mamá vivía siempre me traía, cuando ella se fue dejé de venir, no era como si él quisiera traerme para divertirme, de pronto siento algo tocar mis pies, una pelota

Nuevo Comienzo [ESDLN 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora