"¿Que tú qué?" Johnny abrió grande los ojos mirando a Taeyong, su mejor amigo de toda la vida, quien acababa de perder a su padre, y al parecer el sentido común de su hijo lo acompañó a la tumba.
"No pongas esa cara." el menor lo miró desde arriba con ojos de perrito regañado, mientras trataba de evitar hacer un puchero.
"Taeyong, acabas de perder a tu padre. No estas en tu mejor momento, lo entiendo, por eso no puedo dejar que tomes decisiones como esta." el americano se sentó al lado su menor, manteniendo un contacto visual profundo, Tae bajó la mirada antes de que note como sus ojos se llenaban de lágrimas.
"¿Lo dices como mi abogado o como mi amigo?" preguntó en voz baja, mientras seguía abrazando el almohadón contra su pecho, el más alto suspiró y pasó sus manos por su cara, en señal de frustración. Se tumbó en el sillón, apoyando la cabeza en el respaldo, su mirada cayó en el librero frente a ellos, un par de fotografías decoraban el espacio de los libros que solían pertenecer a JongHyun, como por ejemplo una en la playa, el hombre mayor estaba enterrado en la arena y sólo era visible su cara de espanto mientras que a su alrededor tres niños sonreían con fuerza, esos eran Johnny, Taeyong y Yuta. Sonrió con melancolía, sintiendo en su garganta como un nudo se formaba.
Iba a comenzar con su discurso sentimental cuando, por suerte para todos, la puerta del estudio se abrió sin disimulo, dejando ver a un sonriente japonés que entraba con unas bolsas llenas de comida china.
"Un caballo ciego, siempre se asusta a sí mismo." recitó Yuta -con la boca llena- lo que estaba impreso en el papelito, poniendo voz de anciano, mientras dejaba las bolsas en la mesita de té. Suspiró mientras se sentaba en la alfombra. "Nunca entiendo esas cosas, los chinos son raros." se burló, Taeyong le entregó su propia cajita de fideos para mantenerlo callado.
"Aún así siempre eliges comida china cuando es tu turno." Johnny se quitó el saco y lo dejó sobre el brazo del sillón para poder arremangarse la camisa, tomó su caja y se acomodó para poder almorzar.
"Mh." Yuta tragó sin masticar y respondió. "Que sean raros no los hace malos chefs." retrucó mientras buscaba el apio en su cajita.
"Tú eres el raro." renegó Taeyong, pero se calló cuando Yuta le dejó un pedazo de apio para él.
"Tú ni hables, eres el más raro de aquí." el mayor de los tres recriminó. "Cuéntale a Yuta lo que querías hacer."
"Lo que voy a hacer." resaltó la frase mirando a su amigo, quien rodó los ojos y siguió comiendo.
"¿De qué me perdí?" Yuta era el menor de los tres, por lo tanto lo hacía el más mimado, y desde luego que no ser parte de un plan lo ponía muy de malhumor.
Johnny y Taeyong se miraron, sabían como era Yuta, si no le contaban algo en los próximos cinco segundos, un berrinche explotaría.
"Si se vuelven a dar esa miradita, voy a usar mis palillos chinos para algo más interesante que buscar apios para Tae." amenazó el peligris.
"Está bien, escucha, eso es demandable..." comenzó Johnny.
"Oh, cierra la boca, no comiences a ponerme trancas legales o te psicoanalizaré." Yuta advirtió apuntando sus palillos a su amigo.
"Basta, no otra vez." Taeyong paró la pelea apuntando con su pie a Yuta y quitándole un pedacito de zanahoria de la cajita de Johnny. "La última vez, tuvimos que dormir con él con la luz encendida dos días." recordó.
Yuta rió, "Lo recuerdo, JongHyun hyung tuvo que devolverle la luz de noche que usaba cuando éramos niños." los tres se riéron suavemente hasta que un silencio melancólico los absorbió. "Lo siento." se disculpó en voz baja, su estómago se había cerrado por la tristeza.
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from home
HumorTaeyong se negaba rotundamente a que la tristeza lo venciera, Johnny y Yuta ya no saben que hacer para que su mejor amigo sea feliz, así que sólo le siguen la corriente. "De todas maneras, no tengo a donde ir."