Mentiras

168 22 0
                                    

De un momento a otro ya no había oscuridad, el velo pesado fue reemplazado por una tenue luz amarillenta de varios pequeños foquitos del techo, tan pequeños y dispersos que parecían ojos de murciélago.
La habitación donde estaba era cuadrada y pequeña, una donde normalmente habitaría un mueble, como en las viejas épocas para Katze. Excepto que estaba desprovisto de la indumentaria normal, está vez sólo había una cama con un colchón desnudo, nada más.
Una puerta frente a él se deslizó revelando la entrada a un cuarto de baño. Katze se puso de pie y se adentró. Inodoro, lavamanos y una regadera simple, el espejo empotrado sobre el lavamanos estaba cubierto por una capa de pintura negra. Puso las manos bajo el grifo con algo de desconfianza pero salió el agua en una potencia normal. Con alivio se lavó la cara y las manos; secándose con el papel higiénico que era lo único disponible, se enjuago la boca y cumplió con algunas de sus funciones corporales, incómodo ante la puerta que no volvió a deslizarse, permaneció abierta.
Regresó a la habitación frotándose los brazos por el frío. No había nada que pudiera hacer en estas circunstancias, tarde o temprano, (esperaba que sea temprano) Iason volvería y quizá algún castigó más y esto debía terminarse ¿No? Tenía tantos años de leal servicio y cumplimiento extraordinario de sus obligaciones que esperaba que Iason ponga todo lo bueno de una lado de la balanza, al otro esta cirugía que se permitió en su vida ¿De qué forma lo perjudicaba que tuviera un poco de normalidad? Qué lo bueno ganara y por fin lo dejará irse.
Raoul… no quería terminar lo que tenía con el Blondie, era una partícula de luz en todo su oscuro mundo. Este sentimiento era tan cálido que aún en esta precaria circunstancia podía sacarle una sonrisa. Katze estaba convencido que una vez que Riki mostrara una mejoría evidente Iason olvidaría su cirugía y las cosas volverían a ser como antes de Dana Bahn. Incluso podía sentirse entusiasta que todo para su Maestro y Riki saldría bien.
Katze estaba siendo positivo al enfocar su mente en las soluciones a la circunstancia que se planteaba. Su vida le enseñó a forjar un carácter así, dispersando las penas y centrándose en sus habilidades. No podía negar que estaba asustado pero Iason ya lo había golpeado, casi lo mata con gas tóxico así que posiblemente su rabia disminuyó lo suficiente para continuar… además Iason era un sujeto por demás inteligente y práctico, no detendría el rumbo de su vida castigando eternamente a su mueble. Considerando que este mueble atendía de manera pulcra varios de sus negocios.
Intentando salir de sus pensamientos Katze sentado sobre el colchón miró el desastre que había echo en el suelo cerca a la puerta. Pensó que apenas Iason entrara vería eso, y no quería aumentar la rabia sobre sí mismo.
Manos a la obra, con papel higiénico limpió lo mejor que pudo el piso liso botando los papeles al inodoro embarrados de vómito. Apenas terminó y se lavaba las manos la puerta se deslizó.
El estómago de Katze se encogió de anticipación al ver a Iason ingresar, su aire imperioso y mortal de ojos fríos le indicaron al pelirrojo lo que quería. Tan conocido el movimiento de sus pupilas que no dudó en acercase y saludar con voz plana mientras dejaba caer su cuerpo sobre sus rodillas e inclinaba el cuerpo hasta que su frente tocará el suelo.
Iason dio un ligero paso dejando un pie delante de la cabeza y pisando algunos cabellos rojos. Había echo esto antes, con Riki una vez, pensó que no era un gran castigo para Katze que estaba más acostumbrado a la humillación por su condición de mueble. Prueba de ello fue el leve acercamiento a pesar de su cabello atrapado y la lengua húmeda ir y venir sobre la superficie de su zapato. En cambio para Riki había sido un golpe a su orgullo casi insuperable, que presenciara su pandilla fue el extra que se apoderó con amargura del mestizo.
-Para.
Katze conservó su lengua dentro de su boca esperando que la sensación de no ser él mismo el que se humilló pasara mientras se obligaba a permanecer quieto. Acostumbrado desde su entrenamiento como mueble a cerrar su mente al cumplimiento de órdenes degradantes.
Quería mirar a Iason para medir el rumbo de su enojo o si ya estaba perdonado, pero la cercanía que tenían era tan aplastante que lo petrifico a sus pies. Sintió con un escalofrío como algo frío y delgado le caía sobre la espalda. La textura era inconfundible para Katze… un látigo de cuero.
-Quiero evitar golpearte, Katze – dijo Iason con bastante calma, como respuesta el pelirrojo pegó más su frente al suelo frío - ¿Vas a ayudarme a no hacerlo?
-Maestro – empezó levantando la cabeza inseguro de donde posar sus ojos – ¿Qué desea de mi?
-Raoul Am ¿Fue por él que me decepcionaste?
Tragando grueso, Katze bajó la mirada al suelo frío. Era obvio, pensó, si Iason tuvo el alcance de enterarse sobre su cirugía también de su relación con Raoul.
-Yo… sólo quería ser un hombre completo.
-¿Tuviste sexo con Raoul?
Katze dudó en la respuesta, buscando las palabras indicadas para expresarse. Sabía muy bien que no existía en el mundo alguna forma de mentirle a Iason.
-No llegamos tan lejos… hacíamos otras cosas en la cama.
-¿Nunca? – Iason no sonaba convencido, casi burlón – ¿Por qué?
Katze movió los labios como si masticara el aire, pero ordenó sus ideas rápidamente hablando con la verdad.
-No fue por el sexo que nos acercamos al principio – respondió, hablar de eso justamente con Iason en estas circunstancias le revolvió las tripas del estómago, podía sentir que se sonrojaba furiosamente – fue después, con el paso del tiempo… decidimos hacerlo cuando yo…
-Fueras normal – terminó Iason imaginando con náuseas un montón de momentos amorosos entre su amigo y su más leal sirviente. Ahora unos traidores a sus ojos vengativos.
-Si – respondió Katze sin otra alternativa, “normal" no era la palabra que quería utilizar pues su contraparte era “anormal” y nunca se sintió así. Con Raoul esperaron su cirugía para que su primera unión sea correspondida y lejos de algunas sombras tristes del pasado. Entre ellos había deseo, nunca faltaron los momentos de pasión, pero Raoul era diferente a lo que parecía Iason, el sexo nunca nubló su juicio. El Rubio de hermosos ojos verdes encontraba diferentes formas de hacerlo sentir amado sin buscar una egoísta y propia consumición en el orgasmo, como tampoco buscó penetrar su cuerpo, aún teniendo la oportunidad de hacerlo. Era una promesa entre ambos, ese sentimiento que tenían no se definiría por el sexo y finalmente la cirugía llegó como un regalo para permitirse la máxima exploración de sus deseos.
-Pobre tonto – dijo Iason con una lástima tan fingida que Katze sintió una gran ola de presentimiento negativo recorrer su espalda, junto a ese látigo que se posaba ahí – Raoul te mintió todo este tiempo. Me fallaste, a tu único Maestro por la fantasía de un romance estúpido.
Frunciendo el ceño, Katze tuvo el valor de mirar a Iason a la cara, le sonreía de lado, con la mueca normal de superioridad intachable e inequívoca, como aquel que habla de manera irrefutable.
- Fue extraño para mi despertar y encontrar que me traicionaste Katze. Me decepcionó que mintieras y decidieras sobre mi propiedad un cambio así: Tú vida me pertenece, lo sabes. Entonces, ¿por qué decidiste sobre tu cuerpo? Era mi elección, no la tuya – Iason se acercó lo suficiente para depositar un solo dedo cubierto por la fina tela de sus guantes sobre el camino de su cicatriz en su mejilla izquierda – Así como decidí marcarte.
-Maestro… - el toque permaneció unos momentos; Katze sintió que se estremecía, por la posición de su cuerpo muchos de sus cabellos caían hacia adelante tocando la mano de Iason.
-Creía que fue por la noble razón de estar cerca de Raoul, quizá “amor”, pero él negó todo vínculo profundo contigo.
A la par que abría los ojos muy grandes y se le secaba la boca, su corazón se encogió, pero algo le hizo negar con la cabeza, “Mentira” quería decir Katze.
-¿No me crees? – Iason no necesitó de mucho, pues venía preparado. Alejó su mano del rostro marcado y reprodujo los audios en su comunicador de su reciente reunión con Raoul, donde eligió los diálogos exactos.
“-¿Piensas llevarte todas mis distracciones a partir de ahora? Katze no era más que eso.
-¿Entonces Katze no representa nada para ti? ¿Tanta atención a alguien que no es nada más que un pasatiempo?
-Como te imaginarás quería sexo esta noche. No puedes culparme después que tú mismo me hablaste de la naturaleza de la relación con tu mascota”.
Las voces se disolvieron en el silencio, dejando en Katze demasiada consternación, realmente no sabía cómo sentirse. Quería decirle a Iason que eso era mentira y que conocía a Raoul, pero ¿quién puede negar la verdad que se embarra en la cara?
-Raoul tenía curiosidad por el sexo y te encontró. Conoce tu muda lealtad que no revelaría información de ese tipo a nadie. Además, no olvidó que tienes experiencia en esa rama.
Katze sintió una punzada dolorosa en su corazón y no pudo educar su rostro ante las palabras de Iason, se mordió el labio queriendo evitar soltar tantas emociones.
-Raoul fue considerado al esperar que tuvieras pene y testículos, sobre todo porque la anterior vez no fue así ¿Verdad? De echo, te entregaste a esos sujetos en esta misma habitación cuando vieron un mueble predispuesto ¿O me equivoco?
¡SI!, quería gritar Katze, NO me entregué como un mueble predispuesto ¡Me violaron! Pero calló reuniendo toda su fuerza de voluntad apretando los brazos sobre su pecho protegiendo sus dolorosos latidos, además nada bueno vendría si explotaba ahora.
-Iluso Katze. Fallaste a tu Amo como un mueble de la peor calidad otra vez. Te lo dijeron esa vez cuando eras un chiquillo asustado “ Nadie jamás te amara” y así es, así será ¿Entiendes por qué hago esto? Estas siendo castigado por tu transgresión ¿Tanto querías sexo?
Katze apretó los dientes pensando rápidamente en la respuesta, no podía decir “si” ¿Qué haría Iason? Si acababa de recordarle un episodio por demás triste de su vida, como si hubiera elegido ser violado, provocándose ese daño. Tampoco podía decir “no", en este estado rabioso, Iason podía llegar a castrarlo de nuevo.
Esperando por una respuesta, el Blondie movió el látigo como haría una serpiente por la espalda de Katze. Subiendo hasta pasarla por los hombros y dejándola en el cuello, volvió a bajar lentamente por toda la columna hasta el inicio de las nalgas. Disfrutando de toda la consternación en Katze, viendo desde toda su altura como aplastaba sus sentimientos.
-No me interesa tu respuesta, igual no cambiarían mis planes – Iason dejó un escalofrío más por su espalda ante el camino de retirada del látigo mientras lo enrollaba sobre sus dedos – Había considerado que me agrada la idea de verte atado a una mesa con los pies en el suelo, sobre tu estómago. En una habitación simple de Rayana Hugo, recibir a cliente tras cliente para satisfacerlos hasta tu eventual muerte, pero tendría que cortarte la lengua antes, pues sabes demasiado. También eres demasiado viejo y la cicatriz de tu cara ya es desagradable para agregar algo más… nadie quería follarse semejante vulgaridad. Obviamente Raoul no te miró lo suficiente.
Volvió a bajar la mirada apretando los labios. Tenía miedo de su destino pero también sentía que su corazón quería quebrarse, no, usando su raciocinio de manera fría al igual que Iason, llegó a una conclusión: No cabía duda que el Blondie estaba molesto por su cirugía y su vínculo amoroso con Raoul pero, viendo esto como un espectador ajeno sin nada que perder o ganar, Katze estaba seguro que había algo más… Iason lo castigaría sin ofrecer tantas vueltas al asunto, brutal y despiadadamente. Que se detenga a querer aplastar sus sentimientos por Raoul levantó sospechas ¿Qué estaba ocultando Iason?
-Estoy considerando tu destino, si me dices la verdad puede que te perdone antes – Iason disfrutó a sobremanera jugar de esta forma con sus esperanzas, con todos sus miedos – ¿Desde cuándo empezó está farsa con Raoul?
Despejó su mente y contestó con voz tranquila.
-Fue antes de Dana Bahn, cuando mudaste a Riki a Apathi. Raoul se acercó para pedir… información sobre usted Amo y Riki, las palabras que utilizó Raoul fueron: “Que estaba preocupado”.
Iason imaginó la escena sin mucho esfuerzo, Raoul como siempre comportándose de forma insistente sobre respetar las leyes de Tanagura y sin dejar pasar el tema de deshacerse de Riki. Viendo lo ocupado que resultaba visitar Apathi y dando como resultado tener cada vez menos sus extensas reuniones amistosas, fue entonces que buscó a su leal mueble.
-Le ofrecí a Raoul ser tu propietario, para mi has dejado de ser de utilidad – Katze elevó tan rápido la mirada no creyendo a sus oídos – No confío más en ti y esto confirma que estoy tomando la decisión correcta, nunca me contaste sobre el interés de Raoul en mi relación con Riki, me ocultaste tu propia relación con mi hermano, y te hiciste una cirugía que transgrede todas las leyes. No me sirves más y Raoul no te quiere.
-Maestro – Katze no sabía que iba a decir, pero no creía que en verdad estaba siendo condenado a la eliminación. Negó con la cabeza con fuerza dejando que el temor que siempre lo motivó a ser bueno en su trabajo y destacarse se hiciera realidad ¡Iba a ser eliminado!
- La próxima vez que atraviese esa puerta será para llevarte a eliminación. Considera ésta, tu última noche.
Iason posó un pie sobre el hombro del abatido pelirrojo y aplicando la fuerza necesaria derribó a Katze de lado. Se alejó sin mirar atrás dejándolo en total silencio.
Iba a morir, iba a ser eliminado, ¿Era verdad lo de Raoul? ¡¿Era verdad todo esto?!
Atrapado en el huracán de pensamientos no escuchó la puerta abriéndose, algunos pasos ligeros y luego la misma persona saliendo. En el último momento vio a Cal, había ingresado únicamente para dejar una bandeja metálica en el suelo con un cuenco de comida hondo y una cuchara.
Incapaz de levantarse y simplemente alimentarse como le pedía su cuerpo, escuchó y se dejó envolver por toda su angustia que palpitaba dolorosamente en todo su corazón.

Todo por RikiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora