Bebida derramada
Los viernes en la noche, en la residencia de Hanna Kim, era el lugar y la hora pactada para las reuniones de bebidas. Comúnmente eran los cinco inseparables de siempre, pero si se sumaba alguien más era bienvenido. Cuanto más amigos, más bebida, lo que significaba más parloteo, lo que era mucho mejor.
Atsushi disfrutaba mucho cuando la noche se adentraba y el grupo se entonaba al mismo tiempo. Cuando las charlas se volvían extremadamente tontas, o se volvían interesantes. Cuando alguna anécdota vergonzosa surgía de entre algunos de ellos o cuando rememoraban algo al azar. El flujo de conversación siempre se disparaba gracias a Atsushi. Era del tipo sociable, gracioso y desvergonzado, pero por alguna razón, realmente nunca se hablaba de él de manera profunda. Era muy habilidoso para desviar el foco de atención; llevaba un reflector encima y las cámaras apuntaban hacia él, pero no era la estrella invitada, era el carismático entrevistador al que todos admiran. No hacía falta enfocarse en cosas como su estabilidad emocional, el desarrollo de sus relaciones íntimas, su familia, ni nada que implicara pensar en sí mismo.
Mejor era mantener su vida cotidiana tan liviana como fuera posible. Estaba muy a gusto, tenía un grupo de amigos leales y extrovertidos con quien pasaba sus ratos libres, y llevaba una vida universitaria decente, disfrutando más de lo que se estresaba. Al menos eso creía hasta que cierta persona le recordó que tenía un historial imborrable, un pasado que realmente pesaba en sus hombros, solo que lo había estado ignorando.
Hanna Kim tenía las mejillas rojas y los labios hinchados de tantas botellas de cerveza que pasaron por su boca. Hizo su movimiento costumbre de atarse el cabello muy alto y con la energía que la caracterizaba hablo para el resto;
─Okay... ahora que llegaron los tragos potentes... ¡Adivinen que sigue!
─Los juegos de Hanna. Siempre nos haces adivinar, ya sabemos tus gustos, ¿ahora que será esta noche? ─soltó Dylan O'Connor desde el otro extremo de la mesa.
─No nos hagas jugar esos juegos extraños que te enseñaron tus padres, nunca podemos competir contigo... ─se quejó Alex Dunne.
─¡Cierto! ¿Qué tienen los coreanos con los juegos de bebidas?
─¡Oh, pero tengo uno que...!
─No hay chance, Hanna... ─dijo Atsushi sirviendo los shots de vodka listo para repartirlos.
─Okay, entonces hoy toca noche de preguntas picantes.
─¡Ahí la tienen! ─se quejaron Alex y Dylan.
En una esquina, jugando videojuegos, como si no estuviera interesado, se sumó una quinta voz;
─Déjenla, hace mucho no sale con esto.
Era Danielle Jesperville. Era el más callado de los cinco, pero por alguna razón siempre que hablaba, su palabra era tomada muy en serio. Quizás por ser el mayor de todos o porque era un verdadero otaku experto, muy honesto e inteligente. Nunca faltaba a las reuniones, pero siempre parecía desconectarse del resto, ya sea leyendo mangas en el momento sin problemas, jugando videojuegos o teniendo partidas online por celular. El resto de sus amigos no entendían si les caían bien o le eran una molestia, pero no importaba donde se encontraran, él siempre los acompañaría. Incluso asistía a los clubes de la comunidad lgbt pese a ser un introvertido sin habilidades para el baile. Se quedaba en una esquina, por supuesto, jugando partidas online mientras el resto de sus amigos se desvivían en la pista de baile.
─¡Exacto! Traeré mis tarjetas personalizadas.
─¿Tus tarjetas personalizadas?
─¿Qué otras tarjetas personalizadas serían? Por algo se llaman "personalizadas"....
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Sorry That I'm Not Sorry
RomanceLamentablemente, Atsushi había desbloqueado un extraño apetito sexual acompañado de nuevos fetiches: Meterse con tipos que no lo trataban precisamente bien. Ya sabía que era un pervertido hace tiempo, pero... ¿No podía fijarse en alguien más? ¿En se...