Mi fin

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     La sangre brotaba desde la fresca herida, así como brotaba la sonrisa en mi rostro. De pronto sacudí la cabeza como saliendo de un trance. ¿¡Qué estaba haciendo!? Me dijeron claramente que no podía matar humanos, solo podía jugar con ellos un poco y quizás convertirlos en monstruos como yo, pero no matarlos. Si lo encontraban así estaría en graves problemas.

     Recordé que cerca de donde estaba vivía otro vampiro, un poco malhumorado, pero tal vez me podría ayudar. Mi sorpresa fue que al llegar a su casa me esperaba una trampa para bichos raros como yo. Y les cuento esta historia desde aquí, colgando aún de las cadenas de la trampa. Creo que en dos horas saldrá el sol, puede que haya llegado mi fin.

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El oscuro rincón de mi menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora