Uno

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Las luces del salón encandilaron a su pobre visión acostumbrada a las sombras

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Las luces del salón encandilaron a su pobre visión acostumbrada a las sombras. 

Cada paso que daba era uno más hacia su nuevo destino.

Su vida dependía de cuanto pudiera acercarse al dichoso amenokal Min y advertirle antes de los planes que esos asesinos tenían en mente.  

El problema era que como haría eso teniendo a tantos guardias alrededor. 

Además, nada le aseguraba que el dichoso líder fuera benevolente consigo y le "perdonara" la vida. No estaba en sus planes cambiar una esclavitud por otra.

Sus próximas respiraciones dependían de lo rápido que pudiera pensar su cabeza en idear una forma de salir ileso en los próximos minutos, para lo cual ya iba tarde.

El Park inspeccionó el lugar, verificando entradas y posibles salidas, maldiciendo su suerte al sólo notar una única puerta visible por la cual ingresaba la multitud.

Mordió su labio, buscando posibles alternativas, encontrando una ventana que parecía relativamente una opción de escape viable. 

Continuó su escrutinio, verificando a un grupo de hombres que destacaban de los demás. Quizás no para el resto de los simples mortales, ya que se suponía que debían de pasar desapercibidos en el tumulto de personas, pero el doncel sabía reconocer a un lobo tratando de hacerse pasar por una oveja. 

El porte de superioridad, la mirada filosa y el andar sigiloso eran propios de asesinos silenciosos. Esos hombres gritaban peligro por doquier, y sin embargo, estaban rodeados de mujeres y donceles hermosos, así como también, sus copas estaban llenas de lo que suponía era el mejor alcohol que ese lugar podía proveer. 

Ahora había un detalle que no terminaba de entender, ¿Cómo era que estos infelices iban a asesinar al amenokal? Y lo peor de todo, ¿Cómo era que iban a inculparlo a él?

Esas eran piezas fundamentales en las que necesitaba encontrar una rápida respuesta, ya que dudaba que pudiera decir algo cuando tuviera una bala en el cerebro.

El doncel siguió tratando de descifrar algún dato que pudiera ayudarle mientras lo escoltaban hasta el escenario, cuando lo notó. 

Recordó el bendito patrón. 

Así cómo ese tumulto de personas fingía disfrutar de lo que el lugar podía proveer, debía de haber otros soldados camuflados, dispuestos a salir a defender a su jefe en el caso de que algo saliera mal. 

La imagen de su adorado abuelo se le vino a la mente, agradeciendo siempre tener a su familia presente en los momentos más difíciles de su vida.

Luego alguien más se plasmó en sus pensamientos, causándole gran nostalgia y añoro.

¿Qué no daría por ver el rostro de la persona que más adoraba en el universo? 

Sí él estuviera aquí, el mundo estaría ardiendo en un abrir y cerrar de ojos.

Odalisque | YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora